Te juro que cada vez que me mirás así, me
dan ganas de prender fuego todos los manuales.
Y últimamente eso
me pasa más seguido, cada vez que voy a visitarte salgo del hospital
contrariado, preguntándome que carajo hago ahí adentro, a que voy día por medio
creyendo que mi visita puede hacerte bien, con todas mis teorías en la cabeza,
esas que me enseñaron hace unos años en la facultad, esas mismas que incluso
ahora yo enseño, y que se vuelven inútiles en el mismo momento que me miras con
esos ojos.
Porque antes, en
las primeras visitas, cuando todavía me hablabas me sentía útil, y salía con la
tibia sensación de que quizás mi presencia servía para algo, algo más que para
justificar un sueldo.
Pero ahora ya casi
no hablas, supongo que andas cansado de tanto médico que entra y sale, con tu
mamá mirándote preocupada cada vez tenes quimioterapia, viendo cómo te cambian
el suero y la sonda a ver sin engordas un poco, porque si no engordas "no va a aguantar el
tratamiento" dicen los doctores.
Entonces llego yo
con un cubo mágico, o alguna historieta que me pareció que podía gustarte, haciéndote
algún chiste futbolero, y vos me clavas esa mirada llena de significado,
esbozando una sonrisa por pura cortesía.
Y tu mamá nos deja
solos, creyendo que quizás a mí me decís algo, que por ahí me contas porque no
tenes ganas de comer, y andas ofuscado todo el tiempo, pero nada de eso ocurre últimamente.
Vos solo me miras
en silencio, y ese silencio me incomoda, el aire se vuelve espeso y entonces yo
empiezo a decir lo que dicen los manuales, tiro frases hechas, hablo de que
esto es largo, que es un proceso, que tenes que aguantar, que esto es paso a
paso, que de a poco vas a estar mejor, y por dentro mío me siento un idiota,
porque la verdad es que no se si eso va a ser así, porque esta es una
enfermedad de mierda, de esas que nadie merece, y menos un pibe de tu edad
Juan. Pero para eso estudie, para trabajar con la palabra, para levantar ánimos,
para aliviar angustia. Y mientras digo estas palabras inútiles me seguís
mirando, y pienso en la transferencia, en el deseo, en la pulsión de vida
versus la pulsión de muerte y me siento cada vez más idiota ante tus ojos
grandes y redondos, que me confirman que los manuales no sirven para nada, y
pienso que haría Mabel en este momento, ella que me enseño tanto.
Y a veces me
susurras una palabra, un sí o un no, porque siempre fuiste respetuoso, sospecho
que esperando que me vaya rápido, que te deje tranquilo porque al final soy uno
más del montón que entra y te dice lo que tenes que hacer, y vos en la cama con
tus catorce años, cada vez más flaco, lleno de cables y con ganas de dormir
otro rato.
Y antes de irme te
miro una vez más, cruzando nuestras miradas un instante, y yo veo tanto brillo
en tus ojos, Juan, ese brillo intraducible que tiene la esperanza, y recuerdo
otra vez una frase de Cortázar, y como siempre Julio me es más util que Freud y
Lacan, (aunque mis colegas se molesten), y sin decirte nada te miro fijo, y te
quiero decir eso que de otro modo no puedo, eso que solo el encuentro
cara-a-cara ofrece, como dice Nadia, ese donde tu misterio y mi misterio ya no
tienen rótulos Juan, y yo no soy psicólogo ni vos sos mi paciente, y solo somos
dos personas mirándose, Vos y yo Juan, y decirte con mis ojos que todavía falta
mucho, que tenes catorce años, que todavía te falta un montón, que todavía te
falta enamorarte Juan, ir en bicicleta con el corazón en la boca yendo a ver a
la chica que te gusta, que todavía te falta llorar cuando esa misma chica
te rompa el corazón, que todavía te falta emborracharte con tus amigos, y
equivocarte mil veces Juan, y que por eso voy a seguir viniendo, que eso haría
Mabel también, que yo voy a seguir viniendo a verte, y que voy a quemar todos
los manuales antes de entrar al hospital, que voy a seguir viniendo aunque nos
quedemos en silencio, hasta que todo esto pase, y vos te vuelvas a tu pueblo
con tu gente, y te alcance este texto para que leas, y vos me regales esa
sonrisa amable una vez más, porque si Juan, porque si le vas a ganar a esta
enfermedad de mierda, porque tus ojos son un discurso, porque están llenos de
esperanza, y como dice Julio, la esperanza le pertenece a la vida, es la vida
misma defendiéndose.