¿Te acordás Mauro como nos reíamos aquellos días en que nos gustaba contarnos de nuestra miseria amorosa?. Y tomábamos unos whiskys mientras nos revolcábamos en nuestro dolor, y poníamos las canciones más tristes, (a vos te gustaba mucho una de Aristimuño, una de esas bien bajón, como para autoflagelarse), en una suerte de competencia tacita para ver quien había sufrido más.
¿Te acordás después Mauro lo bien que estaba solo? Como te contaba que la soledad podía ser una causa y no una consecuencia. Que después de mucho tiempo había entendido que la idea de la media naranja era idiota, y que pretender que otra persona te complete es absurdo. Un mandato estéril que nos obliga a pensar que no estar en pareja es una falta.
¿Te acordás como me enojaba con mi vieja cuando me decía que le preocupaba que yo terminara solo? Y yo le decía que estar soltero no significa estar solo, y que incluso yo estaba menos solo que muchos que están en pareja hace mucho tiempo. Que la soledad es una experiencia interna, y que uno puede sentirse solo aunque este rodeado de gente.
¿Te acordás Mauro que mi casa estaba llena de gente todo el tiempo, y el fuego estaba siempre prendido, y Anibal decía que yo no me iba a enamorar nunca más? Y que cuando te dije que me quería ir a vivir a Buenos Aires, porque necesitaba tomar un poco de distancia de tanto afecto, y quería ver que pasaba con esto de la literatura, que por ahí necesitaba pasar tiempo solo para escribir más, y me dijiste: "Andate hermano, esto recién empieza, y acá te vamos a estar esperando siempre con el fuego prendido".
Bueno Mauro, te cuento que extraño bastante nuestras charlas, pero aunque suene contradictorio acá aprendí a estar solo pero con alguien, que Anibal estaba equivocado y que mi vieja ahora anda más tranquila, porque desde hace un año más o menos, soy un hombre enamorado. Y si bien sigo pensando casi las mismas cosas que pensaba por entonces, este año aprendí que uno puede estar enamorado sin la pretensión de sentirse completo, que el amor no tiene que venir a salvarte de nada, y que cuando estoy con ella, los dos estamos solos pero nos estamos acompañando.
Que quizás sea cierta esa frase pochoclera que dice que para estar bien con alguien primero hay que saber estar bien solo, o quizás sea que estábamos equivocados y que el amor no es sinónimo de sufrimiento ni todo lo soporta ni todo lo puede.
Y te lo digo porque el amor con ella me está enseñando muchas cosas Mauro. Y ahora tengo la sospecha de que el lazo amoroso genuino se trata de hacer los días más leves, y no cargarle nuestras miserias al otro. Que ya abandoné la idea de abarcarlo todo, porque entre otras cosas ella me está enseñando que no se necesitan grandes pruebas de amor, si no más bien, pequeños cuidados cotidianos. Que ya no confundo necesidad con deseo, que no somos la propiedad privada del otro, y que de libertad a libertad nos fuimos encontrando.
Y te juro que cuando la veo sonreír Mauro, pienso que todos esos poemas que escribí sin rostro, esos que a vos te gustaban tanto y terminaron siendo un libro, quizás solo fueran el camino para llegar a ella. Y te quería decir antes de despedirme, porque ella se esta por despertar y le quiero cebar unos mates, que no me arrepiento para nada de aquellas palabras, que sigo sintiendo que estar solo no es ninguna falta Mauro, que no estamos obligados a vivir la vida a pares, pero no sabés lo lindo que es estar solo pero con alguien.
Digo, hace un año que estoy con ella, y como leí alguna vez por ahí, todos los días descubro que es la persona con la que realmente quiero estar cuando realmente quiero estar solo.