"Solo una cosa no hay. Es el olvido" J.L. Borges
Bien sé que la batalla esta perdida de ante mano,
pero bien sabés que no tengo otra posibilidad que intentarlo de todos modos.
Que como un Sísifo cotidiano me debo a la cíclica tarea de olvidarte.
Y hay momentos, que no llegan a ser días,
en los que parece que mi voluntad
realmente fuera mas fuerte que mi deseo.
Inocua trampa, ciruela,
vos y yo lo sabemos,
pero debes permitirme esta máscara estéril ante los otros.
Aunque sepa que la roca es demasiado grande,
debés dejarme pensar que realmente no estoy pensando en vos
cuando el mundo me interpela por nosotros,
debés permitirme esa licencia apócrifa.
Porque bien sabés ciruela que cuando al mundo le digo que ya no te pienso,
y los días pasen sin casi notarte escondida en mi memoria,
vuelves cotidianamente a las siete de la tarde cuando el sol comienza a bostezar,
o cada vez que no encuentro las llaves,
o cuando la canilla gotea,
o cuando pasa el tren detrás de casa,
o cuando Griego me ladra esperando tu caricia.
Sí ciruela, sé que la batalla está perdida de ante mano,
pero todos los lunes comienzo optimista en el oficio de olvidarte,
intentando demoler tu imperio de recuerdos.
Y tal vez los martes pueda postergarte casi por completo,
y los miércoles sólo a la noche tu viento me moleste un rato.
Claro que los jueves a la siesta, ya flotas por toda la pieza,
y los viernes cuando suena el despertador
siento que me abrazás pidiéndome diez minutos más.
Los sábados me engaño pensando que Sísifo ya no está maldito,
que realmente puedo llegar a la cima de la montaña,
abandonando esta tonelada de recuerdos y
alcanzando cierta paz.
Pero entonces llega el domingo,
y con él, tu ejercito de reminiscencias
y mis brazos pierden su fuerza,
y la espalda duele tu falta,
y preparo el mate con tu yerba,
y griego se echa a mis pies,
y abro las ventanas del iris,
y te dejo empaparme por completo,
y entonces te regalo otro domingo, ciruela,
otro domingo más,
con la triste y dulce certeza de saber
que serán siempre tuyos,
otro domingo como Sísifo cargando su roca,
otro domingo con la absurda tarea de olvidarte.
Emedeerre.