Sabés que cuando era chico y le temía a los monstruos,
a los truenos,
y la pieza se llenaba de miedos,
a los truenos,
y la pieza se llenaba de miedos,
me tapaba la cabeza con las sábanas
para ahuyentar los fantasmas.
para ahuyentar los fantasmas.
Como si estar ahí debajo fuera
un fuerte impenetrable.
Bueno, sé que te pareceré un idiota,
pero muchas veces hago lo mismo cuando no estás.
Apenas te vas de casa,
y me quedo solo ahí acostado,
meto mi cabeza bajo las sábanas,
temeroso todo el tiempo
de que no vayas a volver.
de que no vayas a volver.
Porque desde que estás conmigo,
desde que te detuviste en mis días,
me siento en ese fuerte impenetrable,
desde que te detuviste en mis días,
me siento en ese fuerte impenetrable,
y desaparecieron los monstruos,
y enmudecieron los truenos,
y se espantaron mis fantasmas.
Y a veces me da mucho miedo que no vuelvas,
que un día de estos ya no necesites de mí,
ni de nuestra cama.
ni de nuestra cama.
Que un día de estos dejes de quererme,
y me quede otra vez sin defensa contra el mundo.
Y que vuelvan mis fantasmas,
y me quede otra vez sin defensa contra el mundo.
Y que vuelvan mis fantasmas,
y se multipliquen mis demonios,
y me acorralen los monstruos
y los truenos retumben por toda la casa.
y me acorralen los monstruos
y los truenos retumben por toda la casa.
Entonces a veces permanezco horas así,
como aquel niño asustado,
con el mismo miedo de entonces,
temiendo que no regreses,
con un julepe que me llena el pecho,
con un julepe que me llena el pecho,
hasta escuchar el ruido de las llaves
anunciando tu llegada,
anunciando tu llegada,
y salgo de la cama de un salto,
viéndote entrar con tu sonrisa amparo,
viéndote entrar con tu sonrisa amparo,
para sentirme de nuevo cuidado,
como bajo las sábanas de mi infancia.
como bajo las sábanas de mi infancia.