miércoles, 5 de agosto de 2015

Raíz

En estos días de ramificación y flores nuevas,
en estos días que el futuro no está sólo adelante
si no por todos mis costados,
siento mis raíces ensanchar la tierra.

Porque ninguna flor,
ninguna hoja,
ninguna vida,
puede multiplicarse
sin aquellos que la sostienen.

Y entonces una gratitud
me envuelve,
una certidumbre me hospeda,
y aparecen los rostros
de aquellos que abonaron mis días.

Y aparece el abrazo infinito de mamá,
la solidaridad ansiosa de papá,
la palabra siempre a tiempo de mi hermana,
la protección constante de mi hermano,
 la persistencia de todos los que me sembraron.

En estos días de horizonte incandescente,
de destino abierto,
y de incertidumbre estomacal,
me empapan los recuerdos
 de aquellos que irrigaron mis días
 acompañando mis estúpidas pretensiones,
 mis miedos anacrónicos,
mi puñado de certezas,
 mis amores intermitentes.

Y me detengo en la complicidad de las bestias,
en los bares,
y los whiskys,
en las dudas,
 el dolor
y la ternura,
de los que me vieron marchitarme tantas veces,
y hoy celebran con dulce nostalgia,
este nuevo fuego que asoma.

En estos días de nuevas geografías,
agradezco el gesto de ir siendo conmigo,
y les digo con estas temerosas palabras,
que yo no me voy a ningún lado,
pues soy el árbol que han sembrado,
 soy la madera que han tallado
y les debo cada una de mis flores,
que hoy buscan otros cielos.

Gracias por tanto amor fértil,
por esta vida que han sanado tantas veces,
por ser tierra que me nutre
 y luna que me guía,
los llevo a donde vaya
en lo más profundo de mi raíz.




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