martes, 12 de septiembre de 2017

Poesía

Cuando tenía quince años encontré en la biblioteca de mi tío Evaristo un libro de con tapa de cuero que llamó mi atención. Resultaron ser las poesías completas de Gustavo Adolfo Bécquer. Y pese a que a mí por entonces no me gustaba la poesía -me gustaba Stephen King-, y como ahora, me costaba entender de que se trata eso que llaman poesía, estuve un rato largo leyendo. Naturalmente no recuerdo mucho esos poemas, pero quedo en mi cabeza un fragmento que me gustó bastante, uno que terminaba diciendo:
¿Qué es poesía? ¿y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú."
Aunque era medio cursi, en ese momento pensé que sería un buena frase para regalarle a alguna chica cuando estuviera enamorado. Por eso la memoricé. Además por esos tiempos me gustaba memorizar frases y después repetirlas delante de mis amigos. Supongo que era una pedante y adolescente manera de parecer inteligente.
Con el correr de los años también olvidé la mayoría de esas frases, aunque todavía algunas de ellas aparecen en mi cabeza cuando me estoy por dormir.
Por eso quizás anoche, mientras repasaba en mi cabeza lo que fueron estos días, mientras repasaba una y otra vez momentos que probablemente guarde en lo más profundo de mi historia, momentos de la que fuiste artífice, cómplice y testigo, esa frase de Bécquer vino a mí cabeza.
Porque hoy que mis amigos y mi familia me cuentan lo que hiciste para que todo saliera bien, para que nada arruine la sorpresa que imaginaste, empiezo a entender el stress de los días previos, mientras yo era, otra vez, una sola contradicción. Y pienso en tu mano en mí espalda la noche anterior cuando me viste angustiado y me decías que me estuviera tranquilo, que ya iba a volver a estar con los míos. Y vuelve a mí el momento en que abrí la puerta de casa, y vi a mí viejo, a mí sobrina y mí hermanito, y yo sin poder contener el llanto, ese llanto que vino desde adentro y era pura pulsión. Y un rato después vos que me volvés a engañar con no sé que excusa para aparecer más tarde con mi otro hermano y mi ahijado y yo no pueda comprender otra vez que está pasando, como era posible que estuvieran conmigo tantos de los que hace unas horas nomas estaba extrañando.
Y ahora que sé que estuviste detrás de todo esto, en cada detalle, con esa constante necesidad de cuidarme que tenés desde que empezamos a estar juntos, de hacer carne esas frases que me gustan y repito, esa de que el amor es un acto, o esa otra que dice que el amor es un gesto cotidiano, ahora que estoy por publicar mi segundo libro de poemas aunque siga sin saber bien que es la poesía, ahora entiendo porque anoche me vino esa frase que leí  hace tantos años en la casa de mi tío Evaristo.
Porque quizás la poesía no se trate tanto de metáforas precisas, de abstracciones bellas, de simétricos versos, sino que la poesía sea acaso una forma de estar en el mundo. Una búsqueda lúdica de la ternura. Quizás lo poético sea hermano de lo ético y entonces no se trate tanto de palabras sino de actos, de esos que haces a diario, tu manera de entender la vida, tu esfuerzo por aliviar el dolor ajeno. Es decir quizás la poesía tenga mucho de tus modos, tu capacidad para embellecer los días pese a tanta indiferencia, tu lenguaje permanente de gestos amorosos para los que te tenemos cerca.
Sí, tal vez por eso anoche me vino esa frase mientras te veía dormir. Aunque todavía suene cursi, aunque haya permanecido todos estos años en el olvido. Como aquel adolescente que guardaba frases para cuando estuviera enamorado, ahora entiendo porque anoche entre sueños esa se me repetía, ahora entiendo finalmente a Bécquer, ahora entiendo mientras te miro, de que se trata la poesía.