Afuera llovía y me
dijiste que querías la verdad.
Yo miré para abajo dudando,
pensé en decirte que
eso era imposible,
que apenas éramos
fragmentos,
letras de un abecedario
incompleto,
pero sabía que a esta altura mi respuesta
poco importaba.
dijiste que querías la verdad.
Yo miré para abajo dudando,
pensé en decirte que
eso era imposible,
que apenas éramos
fragmentos,
letras de un abecedario
incompleto,
pero sabía que a esta altura mi respuesta
poco importaba.
Que era absurdo, insistías,
que cómo puede ser
tanto dolor,
tanta cobarde contradicción,
tan poco registro
del otro en uno.
Y se me vinieron
algunas fotos,
imágenes en blanco
y negro de un tiempo
en el que soñabamos ser
eso que nunca fuimos.
que cómo puede ser
tanto dolor,
tanta cobarde contradicción,
tan poco registro
del otro en uno.
Y se me vinieron
algunas fotos,
imágenes en blanco
y negro de un tiempo
en el que soñabamos ser
eso que nunca fuimos.
Tu voz desgarrada,
tus ojos ahogados,
como buceando vaya a saber dónde,
y entonces yo dije
casi excusándome,
que al carajo con eso de la verdad,
que sólo éramos
este pedacito de tiempo,
esta pequeña pausa
entre tanta miseria,
y te llene el vaso de nuevo,
-mientras la tele de fondo
hablaba del dólar,
de índices y muertos-
y no me salió decirte hermano,
-y no sabés como me arrepiento-
que la verdad debería tener la profundidad de
tus silencios,
y el amor insopoortable de tu mirada.
tus ojos ahogados,
como buceando vaya a saber dónde,
y entonces yo dije
casi excusándome,
que al carajo con eso de la verdad,
que sólo éramos
este pedacito de tiempo,
esta pequeña pausa
entre tanta miseria,
y te llene el vaso de nuevo,
-mientras la tele de fondo
hablaba del dólar,
de índices y muertos-
y no me salió decirte hermano,
-y no sabés como me arrepiento-
que la verdad debería tener la profundidad de
tus silencios,
y el amor insopoortable de tu mirada.
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