Hoy podemos hacer las paces por un instante,
hoy las flores se ponen de pie,
hoy podemos dar las gracias,
porque hoy las esperanzas inundan todas las plazas.
Hoy la muerte se arrodilla y huye,
hoy sus soldados miserables se miran confundidos.
Hoy ni una palabra jamás bastará para sanarlos.
Porque hoy el sí, parte en pedazos todos los no.
Y los habrá siempre quienes buscarán justificaciones a la muerte,
los que se llenarán de excusas,
y multiplicarán vendas que enceguecen,
sin sentir jamás una digna vergüenza.
Pero también habrá de los otros,
por suerte siempre habrá de los otros,
las que esgrimen sus blancos pañuelos,
las que soportaron los mil prejuicios,
las que no claudicaron,
las que no se defendieron ni atacaron,
y desde el amor siguieron caminando.
Y entonces recuerdo a mi abuela leyéndome un cuento,
abrigándome en su cama,
preparándome tostadas
y recuerdo lo lindo que es saberse nieto.
Entonces hoy celebro la vida aplastando la muerte,
hoy sonrío y pienso en Guido,
a quien treinta y seis años después,
esa dignidad llamada Estela,
le podrá leer un cuento.
Sí, hoy hagamos las paces por un instante,
hoy veamos a las flores ponerse de pie,
hoy demos las profundas y hermosas gracias,
porque hoy la esperanza inunda nuestras plazas!
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