No todos somos Aylan,
Aunque nos rasguemos las vestiduras,
aunque nos indignemos frente a la computadora,
aunque incluso la tristeza nos pertenezca un momento,
No todos somos Aylan.
Porque sospecho que esa generalización,
es una forma de banalización.
La forma moderna y mediática
de sentirnos víctimas,
de limpiar nuestras conciencia,
y no sentirnos jamás responsables.
La foto es la de un niño ahogado.
La imagen dice más que mil palabras.
Y aunque usemos todos los adjetivos,
busquemos todas las explicaciones,
y echemos todas las culpas,
los niños seguirán muriendo.
Un niño ha muerto,
cinco niños han muerto,
miles de niños seguirán muriendo.
pero sus rostros no tendrán fotografía,
y los fotógrafos del mundo
no alcanzarán nunca para
retratar a los autores de esas muertes.
Y cuando pase el estupor,
la maquinaria de la muerte seguirá su proceso,
y volveremos la mirada otra vez hacia nuestro ombligo lleno.
Porque lo estamos logrando,
estamos asesinando los últimos rastros de humanidad,
nos hemos organizado política y económicamente para ello,
para mercantilizarlo todo,
para vivir anestesiados,
para hacer de la muerte un show,
para hacer de la hostilidad una patria,
para destilar odio desde la comodidad de un sillón,
para buscar siempre culpas extranjeras,
y tranquilizar nuestra conciencia creyendo
que los políticos son los otros.
No todos somos Aylan,
pero quizás sí,
todos lo hayamos dejado morir de algún modo.
Pues hemos puesto precio a la vida,
hemos tasado razas,
priorizado existencias,
y hemos hipotecado lo humano
en busca de plusvalía.
Y cuando termine de escribir estas inútiles palabras,
y de sentir nausea y vergüenza por mi especie,
buscaré comida en mi heladera,
prenderé el televisor,
y mirare las fotos de otro niño muerto
desde mi iPhone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario