Mi mamá no es la mejor mamá del mundo. Incluso sé que ese titulo, el de "mejor mamá del mundo" la incomodaría. Además supongo que decir que uno tiene la mejor mamá del mundo, es un poco narcisista, quiero decir creer que como es "Mi Mamá" eso la convierte en la mejor me suena un poco egocéntrico, y ello supondría implicitamente que si ella es la mejor mamá del mundo, yo soy el mejor hijo del mundo. Pues no. Ni ella es la mejor mamá del mundo, ni yo ni mis hermanos somos los mejores hijos del mundo.
Aunque para mi haga las mejores milanesas del universo, aunque sus ñoquis no tengan parangón,y sus sanguchitos de jamón y queso sean adictivos para sus hijos y sus nietos, mi mamá no es la mejor mamá del mundo. Ni quiere serlo.
Mi mamá es de esas mujeres que rechaza los reconocimientos y se dedica a devolver con un sonrisa gentil cada uno de los elogios. Nunca le gustaron esos títulos, ni de mejor mamá, ni mejor cocinera, ni mejor abuela, ni mejor laburante, ni mejor hermana, ni mejor nada. A mi mamá no le gusta la competencia.
Como todas las personas mi mamá tiene un puñado de virtudes y tantos otros de defectos, se enoja un poco cuando hacemos algo que nos pone en riesgo, (pese a que ella nos advirtió), frunce el entrecejo y su sonrisa desaparece si usamos el celular en su casa, se molesta si insistimos en preocupamos mucho por su salud, y tiene el defecto de nunca pedir nada, aunque yo sepa muy bien cuanto se alegra con una llamada o una visita a tomar unos mates. Y si bien a veces me gustaría que se revele contra las injusticias que como mujer ha sufrido, y le digo unas palabras creyendo tener razón, ella me mira en silencio mientras me ceba otro mate, y en esa mirada entiendo una sabiduría que mi soberbia todavía no comprende.
Si como decía Ulloa, la vida oscila siempre en transitar entre espacios de la crueldad y espacios de la ternura, mi mamá se ha dedicado, en un ejercicio permanente, a llenar nuestros días de ternura. Y si como también dicen por ahí, ser madre no es solo una palabra sino sobretodo una función, mi mamá ha cumplido amorosamente esa tarea, y le ha dado a esa palabra el más genuino de los significados.
He visto a mi mamá cansada, la he visto llorar, la he visto frustrada, la he visto equivocarse, la he visto gritar, la he visto triste y la he visto enojada. Pero nunca la vi habitar la crueldad, ni regocijarse en el dolor ajeno, ni usar la palabra para lastimar a alguien. Y aunque la vi pasar por todos esos estados, ahora que estoy lejos, (porque ella también empujo para que siga siempre mi deseo, aunque este me alejara de ella), cuando la imagen de mi mamá acude a mi mente, está acude siempre sonriente.
Si, mi mamá no es, ni quiere ser, la mejor mamá del mundo. A lo sumo ha querido ser la mejor mamá posible para mi y mis hermanos, dedicándose cotidianamente a ser una fuente de cuidados, libertad y ternura.
Pero como yo también peco de narcisista, y como estamos en este día, (en que nos impusieron celebrar su día), voy a tener que contradecirme, y espero nadie se me ofenda, pero si bien, como ya dije, mi mamá no es la mejor mamá del mundo, hay algo que tengo que confesar, una cosa en la que mi mamá si es la mejor mamá de todas: No hay nadie, ninguna, ningunita, en ningún lado que abrace como abraza mi mamá.
Si, y como diría Oliverio, - en esto soy irreductible -, mi mamá es sin dudas la dueña del mejor abrazo del mundo.
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