viernes, 26 de julio de 2019

suicidas

A veces,
cada tanto,
el mundo es un boxeador furioso,
nuestras brazos se agotan,
las defensas ceden,
y tiramos la toalla.

A veces,
cada tanto,
como suicidas,
tomamos decisiones absolutas
para problemas relativos.

No es la voluntad perezosa,
ni el deseo huérfano,
ni el cuerpo débil,
simplemente no podemos.

Y esta bien esa pequeña muerte,
esa urgencia de hacer de la frazada
una piel,
nuestro derecho a la impotencia.

Es que abruma el mandato del tu puedes,
agota maquillar siempre la tristeza,
y es violencia la obligación de ser feliz,
a veces,
cada tanto,
es necesario decir que no.

Sin culpa,
sin autoflagelos,
sin explicaciones,
Simplemente no,
Hoy no.




 







sábado, 20 de julio de 2019

Amigos

Lo diré así: Los amigos no se eligen.
Terminemos con este absurdo. Los amigos no son las fruta de un cajón, el vino de una góndola ni una carrera para estudiar. No hay elección en la amistad, por suerte.
Si de mi voluntad dependiera, si los amigos se eligieran, no tengo dudas de que los tendría peores, menos lúdicos, menos profundos, menos idiotas.
Quiero decir, los amigos irrumpen. Justo ahí, cuando no hay posibilidad de decisión, cuando la soledad se hace insoportable y un cuerpo extraño, ajeno, se ofrece.
Los amigos son acontecimientos.
Rupturas con nuestra forma de saber la vida. La oportunidad de ser distintos, de ampliar nuestra percepción del mundo. La amistad es tal vez un espacio nuevo que se ofrece para ser infinitos.
Yo no elegí la escuela, ni el barrio donde la amistad se construyó inmortal. Tampoco elegí que mi adolescencia coincidiera con esos rostros que me salvaron del infierno a base de estupideces, amor, desilusión y cervezas. No elegí al hermano de un amigo que emergió para hacer más leve nuestras soledades, ni al tipo que me cebo un mate en mi primer día de trabajo y se volvió trinchera, ni al primo de una novia que me alojó como una tierra.
No, la amistad no se elige y no será jamás un sustantivo. La amistad es, todo caso, un verbo.
Un otro que se hace carne y sólo después tenemos la posibilidad de elegir el tiempo que nos regalemos junto a ellos. La contingencia que nos empuja a salirnos de la propia quietud. La otredad que nos multiplica, nos ensancha y nos hace mejores de lo que somos.
Si, los amigos no se eligen. Los amigos acontecen.
Los amigos son acaso, la forma que encontró la vida para salvarnos de nosotros mismos.

lunes, 15 de julio de 2019

Rutina

A veces hago un ejercicio
en silencio.
Una suerte de juego bobo.

Te miro desde afuera
como si no te conociera.
Entonces extrañado,
me escindo y pienso:
Cómo me gustaría estar
con alguien como vos.

Me pasa seguido,
cuando jugás con las gatas,
fruncís el ceño preocupada,
lees un libro tirada en la cama,
o te cambias delante mío.

Supongo que es mi modo
de defenderme de la
anestesia diaria,
un modo ingenuo de resistir
a la rutina cotidiana.
.
Y cuando me descubrís,
me mirás interrogativa,
entonces yo,
idiota,
sin pronunciar palabra
termino con mi juego.

Es que no sé cómo
traducir la bruma
en ese instante,
la calma que me invade
al saber que,
en lo irreversible del tiempo,
en lo pequeño de la vida,
vos te detengas a construir
tu mundo junto al mío.