A veces,
cada tanto,
el mundo es un boxeador furioso,
nuestras brazos se agotan,
las defensas ceden,
y tiramos la toalla.
A veces,
cada tanto,
como suicidas,
tomamos decisiones absolutas
para problemas relativos.
No es la voluntad perezosa,
ni el deseo huérfano,
ni el cuerpo débil,
simplemente no podemos.
Y esta bien esa pequeña muerte,
esa urgencia de hacer de la frazada
una piel,
nuestro derecho a la impotencia.
Es que abruma el mandato del tu puedes,
agota maquillar siempre la tristeza,
y es violencia la obligación de ser feliz,
a veces,
cada tanto,
es necesario decir que no.
Sin culpa,
sin autoflagelos,
sin explicaciones,
Simplemente no,
Hoy no.
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