miércoles, 29 de julio de 2020

Después

Es absurdo pensar que sabia hacía dónde. 
Que todo obedece a causas precisas,
a un sendero definido, 
a un horizonte puntual .

Nunca lo supe. 
Todo fue llegando después.
Como un mar que te devuelve a la orilla, 
una resaca, 
un menos mal.

Y claro que sé que tuve suerte.
Que podría haber sido de otro modo.
Que todas las veces que lancé la moneda  
fue porque, 
antes que nada,
tenía una moneda. 

Pero eso no es el cosmos,
ni la norma,,
ni siquiera una verdad.
Mi camino es el de muchos,
pero no el de todos.

Pude entrar. 
Conocía a alguien 
que conocía a alguien;
me dejaron pasar.
Callé cuando otros hablaron,
o salté justo cuando 
había que saltar.

Pero mi mundo no es el mundo.
y si no soy parte de los rotos,
fue por suerte, no por voluntad. 
No hay mérito.
Todo llegó después. 
Y para que haya después,
alguien tiene que asegurarte el antes.

Sí, 
nunca supe hacía dónde, 
pero siempre tuve con quién. 
Esa esa toda mi suerte,
esa es acaso,
toda mi virtud. 
  





lunes, 27 de julio de 2020

Sentimiento oceánico


 La primera vez no tendría mas de quince años. Entonces hice lo único que se puede hacer cuando una certeza es tan abrumadora: compartirla.
Todavía siento mi respiración, la alfombra azul, el galope en la sangre y el dictado de esa voz interna de la que yo era sólo un medio.
Con el temblor de quién no sabe cómo, pero tiene un porqué y con adolescente impunidad -que más tarde la adultez expropiaría- anoté:
La vida es asombrosa.
Doblé el papel y al otro día se lo entregué a mi mejor amigo.
Dos o tres veces más esa experiencia brutal e intransmisible volvió a repetirse. Frente a un mar absoluto, con esa canción que llegó en el momento preciso o al terminar aquel libro que se me hizo carne.
Después, el mundo se encargó de hacer lo que sabe. Formularios, mérito, la postergación de toda infancia y esa manía de ponernos a girar en círculos buscando morder nuestra propia cola. Formas de sumir en el olvido esa certeza, ese sentimiento oceánico que, quizás, es lo único que vale la pena recordar.
Pero hoy me topé -perdida en mi biblioteca- con una foto de papá en su niñez; un mensaje me despertó anunciando la paternidad de mi mejor amigo y vos hiciste ese gesto puntual que desata nudos.
Busqué papel, lapicera y escribí al galope.
Como una advertencia, dejé el papel doblado bajo la almohada.

viernes, 17 de julio de 2020

Quiero lo que puedo


Fue lo que pude,
no lo que quise.
Y si lo pienso,
siempre fue así para mí.
¿O pensás que no me hubiese
gustado que fuera de otra forma?
Pero mi historia está hecha
de lo que pude.
Lo que quise,
siempre fue la excepción.
Digo,
no siempre querer es poder.
Quizás para algunos,
esos que hacen el mundo
a su medida,
otros, la mayoría,
hacemos lo que podemos.
Entonces a veces,
de tanto querer,
al final puedo un poco.
Nunca al revés.
Y te pido perdón si ya no te sirve,
pero recién ahora puedo.
Aunque no te alcance,
sea poco,
o me digas que ya es tarde.
Vos no sabés cuántas veces quise
y no pude,
no supe cómo.
Es que nadie me advirtió,
nadie me dijo,
que a querer nadie te enseña
y que a poder también se aprende.


viernes, 3 de julio de 2020

Lado b

¿Y si en lugar de haberme levantado
de la mesa esperaba cinco minutos más?
¿Si hubiese aceptado el trabajo
en aquel pueblo olvidado de la cordillera?
¿Por qué me resistí tantos años
a leer ese libro que me sugirieron
infinidad de veces?
¿Y si mi mano se hubiese animado
a agarrar tu mano en la oscuridad de aquel cine?
 
Por estas horas pienso
en todo eso que no sucedió.
Las posibilidades descartadas.
Lo que cae del lado invisible
de cada decisión.

El colectivo que no me atreví
a tomar a último momento,
la vez que te dije que no cuando
todo mi cuerpo gritaba que si,
aquella tarde en que rompí una promesa
y no supe pedir perdón,
ese cobarde silencio
que me costó una amistad. . 

También soy eso.
Las geografías no recorridas,
los rostros en los que no me detuve,
las palabras no pronunciadas, 
todo eso que me habita y no conocí.
Las otras vidas
de las que estoy hecho,
las vidas que no viví.