martes, 19 de julio de 2022

Tarot

Jamás me interesó la astrología. 

Moda naif, mandato de época, me repetía.   

Que me venían con esas idioteces

que nada entendían del goce y el deseo,

del fantasma, el Edipo y el superyó. 


Una mañana muerta en la oficina,  

-medio jugando, medio en serio- 

Pau me hizo la carta astral: 

Virgo con ascendente en cáncer. 

Me dijo algo de la manía con la infancia, 

la familia como tierra y la extrema sensibilidad.

Sentí que era una radiografía del Yo.  


Durante años me burlé de las religiones,

me asumí -pedantemente- ateo.  

Hace poco, mamá me contó de su promesa frente al espejo,   

de no dejarse caer cuando se quedó sola, 

de su conversación con algún tipo de Dios. 

Todavía recuerdo mi silencio culposo, 

mi ausencia de certeza alguna. 


El Tarot siempre me pareció brujería, 

cosa de ignorantes y estafadores. 

Anoche, medios borrachos, Vale me tiró las cartas.

Me salió la creatividad como tema, 

la templanza como futuro, 

y no se qué del apego al pasado.

Quedé perturbado.  

Todo hablaba de mí.  


Quizás uno de mis tantos errores 

fue creer que conocimiento 

era sinónimo de verdad. 


A fin de cuentas, 

todo discurso, 

toda epistemología, 

todo saber, 

es otra forma de la fe.  

Aquello que necesitamos para explicarnos. 

Aquello que necesitamos para creer. 





















martes, 21 de junio de 2022

Solsticio

Corría el mes de Noviembre cuando te fuiste.

Fue la noche más larga del mundo.

Ese solsticio duró varias semanas.  

Así dejé de obedecer calendarios. 

En nuestra meteorología interior, 

cada quien sabe cuándo 

comienza su propio invierno. 



 

jueves, 23 de diciembre de 2021

Con

Hay una idea cuyo eco resuena una y otra vez.

Una idea falaz, sacrificial, casi religiosa: 

hay que hacer las cosas por el otro. 


Hay otra quizás peor. 

Moralizante, acusadora,  

condescendiente con uno mismo:

Hay que hacer las cosas pese al otro. 


Entonces, 

si lo hago por el otro,

soy así de generoso. 

Si lo hago pese al otro,

soy así de tolerante. 


Ambos modos, 

pese y por, 

suponen la pedantería de ubicarnos 

siempre en un escalón superior,

y entonces el otro está ahí 

-abajo- 

solo para confirmar nuestro propio virtuosismo.  


Quizás se trate de suspender esa arrogancia del yo, 

esa jeraquía idiota que mira siempre desde arriba, 

para desmotar el caballo del ego 

y asumir la mirada simétrica. 


Si, 

no es por el otro. 

no es pese al otro, 

es con el otro.  

Ese que vuelve al yo, 

una comunidad.  




martes, 2 de noviembre de 2021

Perro

 -Tenés el corazón de un perro -dijiste.

Yo pensé en esos perros bobos,

que mueven la cola ansiosamente,
andan con la lengua afuera,
y se tiran panza arriba
para que los acaricien.

Después te fuiste sin dar explicaciones,
y yo vi a mi corazón echarse
todas las tardes frente a la puerta de casa,
con la cabeza entre las patas
y esa mirada insoportable
que tienen los perros tristes.

Desde entonces este corazón perro
le aúlla a los trenes,
le gruñe a los desconocidos,
y no deja dormir al barrio
ladrándole a sus fantasmas.

Ahora,
mi corazón es un perro
sentado frente a la tumba de su dueño,
haciendo guardia sin moverse,
porque ignora,
no sabe,
que lo que muere nunca más vuelve.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Cuando todo esto termine

Cuando todo esto termine.
Vengo repitiendo seguido esta frase.
Cuando hablo,
cuando escribo,
cuando pienso.

Y sospecho que es mi manera de poner certeza
ante tanta incertidumbre.
Como si la real angustia de estos días
se diluyera en todo lo que haré después,
cuando esto pase.

Y sé que es una trampa,
un modo de defenderme,
Mi obsesiva manera
de querer tener el control
incluso ante lo incontrolable.

Y la verdad no sé cómo será el mundo
cuando todo esto termine.
Ni cuándo ni cómo.
No sé si aprenderemos algo,
si dejaremos de ser hostiles con todo lo otro,
lo diferente a nosotros mismos.

No sé si la vida en comunidad 
al fin será el horizonte,
o si seguiremos entendiendo la vida
como una mercancía,
de la misma manera que lo hacíamos,
antes de que un virus nos devolviera
a nuestra insignificancia.

Y entre tanta incertidumbre,
un puñado de deseos se me imponen
todos los días en mi conciencia.
La necesidad de que todos los rostros que amo
estén ahí afuera,
cuando este confinamiento termine.

Si, quizás eso sea todo lo que mi egoísmo desea. 
La certeza de que volveré a rozar las manos
de mamá mientras me alcanza un mate,
que veré a mi padre caminar con sus pantalones caídos
y le aceptaré siempre otro vaso de vino.
Que con mis hermanos
seguiremos haciendo circular la ternura
con asombrosa ironía,
y que ahí estarán los amigos y las amigas,
para seguir celebrando resacas. 

Y una cosa más se me impone:
La necesidad de seguir caminando mis días junto a ella.
La persona con la que quiero estar
cada vez que quiero estar solo,
la que espero siga estando ahí,
cuando todo esto termine. 

Lento

Voy lento. 

Como si todo tuviera que suceder después. 

Más tarde de lo que quiero. 

Por más que lo sepa, 

lo piense, 

y divise mi horizonte,

la pereza que me habita me demora. 


Y me lo reprocho 

Siento ganas de despertarme algún día lejos mi. 

De mis modos,

mis dilaciones, 

mi rumeación constante. 

Para que todo suceda antes. 

Para no temerle a lo que deseo. 


Pero entonces llego. 

Sucede, 

un poco más tarde, 

pero sucede. 

Y me digo que está bien. 

Que tenía que ser ahora. 

Que nadie es puntual con uno mismo. 

Que quizás la lentitud es una forma del miedo, 

pero también una forma de llegar.

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Viento

-Amo el viento -repetía mamá cada vez que las rafagas de setenta kilometros 

hacian temblar las ventanas de casa.

Yo no entendía. 

Cómo alguien podía amar la arena en los ojos, 

el hostigamiento de la tierra en el cuerpo, 

los carteles rodando por todo el pueblo. 

-¿Cómo puede ser que te guste el viento? - le reproché una tarde. 

-Me hace acordar a mi infancia -dijo.  

Yo hice silencio.

Ahora que estamos lejos y hay alerta de vendaval en Buenos Aires,  

comprendo. 

Entonces preparo el mate, 

salgo al patio de casa,  

sonrío pensando en mamá  

y dejo que me abrace el viento.