miércoles, 11 de marzo de 2015

Box

Otra vez peleándome conmigo,
enojándome en este boxeo perpetuo,
otra vez esta necesidad absurda
de pegarme donde más me duele.

Otra vez mirarme al espejo y no reconocerme,
esa esquizoide sensación de haberme dejado de lado hace tiempo.
Autoflajelándome como si de verdad la vida me debiera algo,
como si no fuera yo el que estoy en deuda,
el que se esconde una y otra vez en los sueños estériles
para poder tirar la toalla cotidianamente,
para poder echar culpas afuera. 

Y el espejo me devuelve un rostro agotado,
una barba ingenua,
 y unos ojos cansados de buscarse
y buscarte. 
Porque en el fondo sé que es eso, 
sé que cuando me miro al espejo todavía espero tu reflejo,
tu caricia que sedaba miserias,
 tu respiración empañando el vidrio.

Pero el espejo ahora me pega duro,
y tu recuerdo es un cross de derecha
que me hace temblar las piernas,
y la imagen vuelve tambaleando,
borracha otra vez,
mientras fumo otro cigarro inútil
dibujándote entre el humo,
masticando frustración.

Y bien sé que ahora me estarías retando,
burlándote de mí cuando sentía lástima de mi mismo,
y vendrías a abrazarme con una sonrisa aspirina,
inflando tus chachetes para hacerme reír,
tropezándonos hasta la cama,
para hacernos el amor piadosamente,
la misma cama que ahora está incompleta,
como la casa,
como los días, 
como el espejo,
como yo. 


















1 comentario: