"Que importa el porqué,
si acá ya estamos"
Luciérnagas de otros mundos
Javier Andrada
Nunca me gustaron los consejos.
Nunca entendí esa prepotencia
de decir lo que hay que hacer,
ese dedo que sugiere,
esa inflección en la voz para
explicar la vida ajena.
Porque tal vez el lazo genuino,
la palabra justa,
debe acercarse más a la duda
que a la certeza,
pues creo que en el fondo
la amistad no sea más que eso,
poder dudar junto a otros.
Es decir,
alejarse todo lo que se pueda
de las explicaciones,
de la certidumbre,
del dos más dos,
de lo que haría en tus pantuflas.
No sé a donde tenes que viajar,
no sé qué haría en tu lugar,
ni con tu pareja,
ni con tus hijos,
no sé si el amor sí,
o el amor no,
no sé el porqué,
y mucho menos el para qué.
Pero aquí me detengo
acaso a contradecirme,
y me permito esta pequeña prepotencia
esta moraleja con algunas canas,
y escupo esta suerte de consejo,
quizás hay que ser un pulpo.
Es decir,
multiplicar los brazos,
estirar los tentáculos,
germinar lazos,
quebrar rutinas,
permitirse otros cuerpos,
otros recorridos,
otros territorios,
decir sí,
siempre sí,
siendo hospitales,
hoteles,
y restaurantes,
defender el silencio como gesto,
preguntar menos,
sentir más.
evitar el miedo que se impone,
tener siempre la pava en el fuego,
ser el mate que se ofrece
y empezar a reconocer nuestro rostro,
en el rostro de los otros.
.
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