Cuando ya me había acostumbrado a la tierra,
cuando andaba con los pies bien pegados al piso,
con los pasos seguros,
y la semana empezaba los lunes
y terminaba los domingos,
venís vos y me lanzas al espacio.
Cuando ya no me importaba la astronomía,
ni soñaba con pisar Marte,
ni contaba días,
ni extrañaba la luna,
venís vos y me pones a gravitar.
Quiero decir,
apareciste con tu sonrisa escafandra,
apareciste con tu sonrisa escafandra,
y me pusiste a flotar todo el día,
a saltar de estrella en estrella,
convirtiendo tu presencia en oxígeno,
y perdiendo toda noción de tiempo.
Y así ando,
pisando nubes,
mientras mis amigos me buscan en Saturno,
y yo que te miro,
sonrío,
y floto,
sonrío,
y floto,
levitando en una galaxia con tu nombre,
entendiendo que me había acostumbrado a la tierra
como un niño frustrado
que creyó imposible llegar al cielo.
Hasta que llegaste vos con tu abrazo propulsor,
con tu amor sideral,
con tu amor sideral,
y me convertiste para siempre
en astronauta.
en astronauta.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario