viernes, 20 de septiembre de 2019

contra todo lo que sé

Cuando me sé de memoria,
cuando soy de manual,
cuando tiro frases hechas
y me siento seguro,
me interrumpo y
abro un libro.
Cuando me pongo
a contar me gustas,
retoco la fotito de perfil,
me acaricio el ego
y postergo el nosotros
en nombre del yo,
me avergüenzo,
y me salvo con un libro.
Cuando miro con desdén
cruzo de vereda,
cierro con dos llaves,
y me vuelvo un
estúpido que cree que
de verdad algo es mío,
me doy cuenta que es
momento de volver a
abrir un libro.
Contra todo lo que sé,
-Y me respondo-,
contra todo lo cierto.
lo finito,
lo resuelto,
y explicado,
me refugio en universos
que otros crearon. 
Pero cuando las dudas vuelven,
un temblor gana mi cuerpo,
y la fragilidad me habita,
me reconozco en lo que ignoro,
entonces me detengo,
y a veces,
escribo.

martes, 17 de septiembre de 2019

el camino de papa


Papá duerme. El médico dijo que salió todo bien, pero hay que esperar como despierta después de la anestesia. El post operatorio de este tipo de cirugías suele ser muy doloroso, nos advirtió.

Antes de entrar al quirófano papá me pidió que le guarde el celular y los lentes. Ahora siento que su celular no para de vibrar en mi bolsillo. Lo saco y lo pongo en modo vibrar para no despertarlo. Tiene más de ochenta mensajes de whatsapp. Sin darme cuenta empiezo a chusmearlo. Hay por lo menos veinte grupos distintos y algunos nombres que me suenan conocidos preguntado como está. Si, estoy stalkeando el celular de mi papá. Cuando me doy cuenta de esto, lo vuelvo a guardar en el bolsillo y me pongo a leer una nota a Fontanarrosa desde mi celular. Me queda una frase cuando le preguntan que deseaba para sus hijos: "Que los amigos sonrían cuando lo ven llegar".

Papá se despierta y me dice que tiene sed. Le alcanzo un vaso con agua y lo primero que pregunta es como salió Argentina al basquet. Le digo que ganamos, y se vuelve a dormir . Yo estoy sentado en una silla al lado de su cama e intento dormitar también. Me desperté a las cuatro de la mañana para tomar el avión de Buenos Aires a Neuquén y llegar justo a la operación. No logro dormir. El celular de papá sigue vibrando en mi bolsillo y me pregunto cuantos mensajes tendrá ya. Una enfermera entra haciendo ruido con una camilla y papá se vuelve a despertar. Se siente mejor, dice. Ya paso el efecto de la anestesia. Me pide los lentes y el celular. Lo ayudo a desbloquear el celular porque tiene la mano derecha inmovilizada -lo operaron del hombro y le cuesta maniobrar con la zurda. Empieza a revisar los mensajes. Se le escapan los audios en alta voz. Muchos amigos preguntándole cómo está. La mayoría le hace algún chiste, bromean sobre cómo hará para limpiarse el culo, si le operaron también los bolsillos, y varios chistes sobre enfermeras. Yo me río. Papá también. Me pide que lo ayude a seguir leyendo todos los mensajes. Son más de cien. Todos, llenos de preocupación, afecto y humor. La sintesis perfecta de papá.

Llega mi hermana para hacer el cambio de guardia y me voy a descansar un rato a lo de mi mamá, pero no logro dormir. Vuelvo a la clínica. Están mis hermanos y la novia de papá. Charlamos, papá hace chistes con la enfermera de cuando le traerán un bife de chorizo con un vaso de vino con soda. Las enfermeras se ríen. Después papá pregunta por quinta vez cuando vendrá el médico a darle el alta. Le responden que el doctor sigue operando. Le traen la cena: zapallo con queso, arroz con verduras y una sopa de cabellos de ángel que papá dice esta intomable. Está fastidioso. Se quiere ir. Con mi hermana y mis hermanos nos miramos rogando que el médico aparezca. Papá apenas come una galletita cuando el doctor aparece. Se puede ir a su casa siguiendo indicaciones de tratamiento y medicación. Papá hace otro chiste sobre el vino con soda. Lo dejamos en la casa de la novia para que haga reposo. Estoy muerto de sueño.

Antes de irme a dormir paso por el bar de Pepe a saludar. El bar está lleno de gente. Cuando me fui a vivir a Buenos Aires, el bar de Pepe era un restaurant. Ahora es el punto de encuentro de la mayoría de los amigos y amigas de CipollettiBridnamos con Pepe por papá, por su bar que no para de crecer y porque yo firmé contrato con una editorial para publicar un par de libros. Van cayendo un par de amigos más. Pese al cansancio siempre acepto una cerveza más. Un abrazo más. A la una de la mañana me tomo un taxi a casa.

Antes de dormirme pienso en los mensajes y el amor que hoy recibió papá. Pienso en Pepe y en los amigos que hoy me saludaron en su bar. Me doy cuenta que una sonrisa se dibujaba en su rostro cuando me descubrían en su bar.

Pienso en la frase de Fontanarrosa y pienso en papá. Me dan ganas de llorar. Siento un pequeño orgullo por haber haber escuchado a tiempo los mensajes de papá.

Mabel

Cada vez que me dicen
feliz día,
pienso:
¡Que lástima que no conocieron
a Mabel!

Con sus pasitos cortos,
con su portafolio repleto de libros
y experiencias,
Mabel llegaba al aula y era
como ver la marea subir.

Sí, las clases de Mabel
nos volvían niños mirando el mar.
Mientras ella hablaba,
hacía un chiste,
y pedía un mate,
uno sentía que sus palabras
eran olas empapandonos
el rostro.

Y no importaba si era Freud,
salud pública,
o Dolto.
Mabel era contenido,
-detención-
y continente.
Con Mabel las clases no se daban,
las clases se construían.

Años más tarde,
por esas carambolas de la vida,
Mabel me ofreció sentarme a su lado,
compartirme un pedacito de su mar.
Y ese inmenso gesto,
significó mi destino docente.

Por eso, cuando hoy
me dicen feliz día,
o alguien comete el equívoco
de agradecerme una clase,
pienso en ella.
En la fortuna de haberme
bañado en el profundo océano
de ternura
llamado Mabel.




Del otro lado

El lunes amanecimos con cuatro
pibas muertas.
Como si habláramos del clima,
de un índice de precios,
de una mala cosecha,
cuatro pibas muertas encontraron.

A Cielo la encontraron,
también a Navila,
a Maria Magdalena,
y recién leo que a Cecilia
tam - bién muerta la encontraron.

En la tele hablan
que andaban solas,
que usaban pollerita,
o el escote pronunciado.
¿Querrán decir que ellas se
la buscaron?

Es curiosa la forma de nombrar la muerte
cuando no es el cuerpo de un hombre,
el sutil modo en significar el espanto.

Ya sabemos,
lo aprendemos de chiquitos
y lo confirmamos a diario.
Su cuerpo,
su sexo,
sus sueños,
y sus miedos,
son territorio macho. 

Será por eso que
todos los días las matamos,
y nos enojamos con las feministas
cuando hablan de patriarcado.

Mi sobrina dijo ayer
que tenía miedo de que
algun dia le pase algo.
Yo hice silencio
y sentí vergüenza.
No supe decirle que
era un miedo para mi
ignorado.
Tengo el privilegio
de estar del otro lado.