miércoles, 15 de abril de 2020

mundos

Hay un mundo más allá de mi mirada.
Un mundo que me pasará por al lado,
que apenas me rozará,
y que nunca podré alcanzar
aunque lo busque ciegamente.

Es decir,
todo lo que sé,
obedece a una suerte de miopía.
Cierta pereza innata
que no me permite ver
el mundo con otros ojos
que no sean los míos.

Entonces me quedo con lo
ya sabido.
Me refugio en un puñado de certezas,
repeticiones de lo mismo.
Voces que me alumbraron
en un tiempo
y se cristalizaron como verdad.

Quizás eso sea la adultez.
Un muro hecho de saberes
impolutos.
La expulsión de toda novedad,
de toda mirada que no se parezca
a la propia.
Un modo de morir.

Pero ese muro no es la verdad.
Porque la vida jamás cabrá
en una sola mirada,
por más soberbia que esta sea,
por mucho que se la pretenda
justificar.

Si, hay un infinito más allá
de mí.
Un mundo de voces,
gestos y vidas inaccesibles
para mi mezquino modo de
abrazar la realidad.

Rostros cuya profundidad
jamás encontraré mirándome
al espejo.
Misterios que nunca
podré habitar.

Un mundo que nace y muere
en los gestos que no me pertenecen.
Trayectorias que no me serán
dadas.
Todo lo que nunca conoceré
vive en el otro.
Ese que todavía no sé cómo mirar.

















2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Hola Matías, me encanta tu escritura!

    Es un placer leerte.

    ResponderEliminar