Ponerse las medias es el primer error cotidiano.
Es la canción remota que retumba en nuestra cabeza.
Ponerse las medias es el inocuo acto de repartir las cartas de nuevo.
Es la ingenua esperanza de matar al tiempo.
Ponerse las medias es renunciar a lo cierto.
Es sacudir la resaca pretérita para empezar a embriagarse en serio.
Ponerse las medias es desafiar al hueco que nos late con miedo
Ponerse las medias con el mal aliento del insomnio,
Ponerse las medias con el mal aliento del insomnio,
es quizás el mayor de los atrevimientos.
Ponerse las medias es prescindir del sueño,
para hundirse somnolientos en la promesa de lo concreto.
Ponerse las medias es abandonar una seguridad de plumas
Ponerse las medias es abandonar una seguridad de plumas
y arriesgar el pesado pasado que nos sostiene.
Ponerse las medias es llenar de contenido manifiesto,
el continente que nos contiene.
Es posibilidad y es riesgo.
Es equivoco y es juego.
Es amor y desasosiego.
Ponerse las medias es la antesala del mundo
que empieza de nuevo.
Es posibilidad y es riesgo.
Es equivoco y es juego.
Es amor y desasosiego.
Ponerse las medias es la antesala del mundo
que empieza de nuevo.
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