Debes
saber que creí conocer tu rostro
mucho antes que tu nombre,
que te construí antes,
mucho antes, en insomnios sin frazada.
Que fui augurando la mejor de las
formas,
describiendo a la perfección
cada uno de tus signos.
Que mi soledad es testigo de
lo buscado,
de mis bocetos mentales,
de mis imágenes idiotas.
Que antes, mucha antes,
imagine tu forma,
tu altura y tu
sonrisa,
Predije tus ojos,
fantasee tus hombros,
me sobro miedo.
Debes saber que antes,
mucho antes,
mucho antes,
dibuje tu sexo,
intuí tu abrazo,
memorice tu espalda,
cree un universo rumiante.
Y ahora sintiéndome un imbécil,
te miro demoler dulcemente
cada uno de mis presupuestos,
riéndome a su vez,
de este ayer pedante.
Debes saber ciruela,
que nada de eso fue cierto,
que ahora entiendo lo impredecible
de tu rostro ingenuo,
de tu sonrisa boomerang,
de tu andar con viento,
de tus manos telaraña,
de tus gestos polimorfos,
de tu mirada océano.
Debes saber que antes, mucho antes,
me
fue imposible imaginarte,
que no había manera de pensarte,
que hoy tu complicidad aniquila mis
miedos,
y que tu verdad dinamito mis
sesos.