jueves, 25 de julio de 2013

Cucheta

Sé que no lo elegiste, no al menos en principio.
Pero sabé que yo tampoco.
Fue por esos azares consanguíneos,
vos de hermano mayor, yo de hermano menor.
Entonces la cucheta claro, vos arriba, yo abajo,
en esa suerte de cama barco de la calle Los Pinos.

Y es curioso como nunca quisiste salirte de ahí.
Quiero decir, como toda tu vida te esforzaste en mantenerte cuidándome del mundo.
Arriba mío, para que todo te llegara antes por las dudas,
una suerte de paraguas, para que trajera lo que trajera la lluvia de la vida, 
vos lo recibas primero.
Un escudo protector por si la realidad amenazaba con lastimarme.
Vos siempre arriba mío, haciendo que todo me doliera menos.

Claro que sé que cuando tocábamos madera sin pata, 
o rezábamos a la par,
no era que vos creyeras mucho en eso, 
simplemente era otro pacto nuestro,
una complicidad hermana para hacerme sentir cuidado.

Y como nunca te gustaron mucho las palabras,
como nunca fuiste de grandes discursos ni consejos a priori,
te multiplicaste en gestos.
Una cueva de sabanas y alfombra azul en nuestro cuarto,
el billete entrando en secreto en mi bolsillo,
el básquet en el patio cuando las cosas se ponían feas en casa,
un bautismo aéreo a Buenos Aires,
el chocolate en mi mesita de luz,
viajes mate y mate a Bariloche,
un vínculo que trasciende toda sangre.

Y vos nunca sabrás lo que se siente tenerte arriba,
cuanta tranquilidad esta de sentirme por siempre cuidado,
y bien sé que estas palabras regalo nunca igualaran 
 tus gestos, 
la certeza de saber que duela lo que tenga que doler el mundo, 
o ría lo que tenga que reír la vida,
vos estarás arriba protegiéndome en la cucheta diaria,
vos siempre serás mi escudo,
mi paragolpes cotidiano,
mi hermano mayor
mi amuleto de la suerte.

Feliz Cumpleaños hermano,
toquemos madera sin pata,  
un, dos, tres, ya!









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