Lo perverso.
Imagino un par de tipos atrás de una computadora, con sus camisas y sus corbatas, con sus planillas de cálculos, con sus órdenes de eficiencia y eficacia, buscando, como quien juega al buscaminas, nombres de personas para darles de bajas las pensiones por discapacidad.
Intento imaginar como se hará este trabajo, el trabajo de dar de bajas pensiones para personas con incapacidad.
¿Cual habrá sido el criterio? ¿Por tipo de incapacidad? Es decir un porcentaje de incapacitados motores por un lado, otro porcentaje de mentales por otro, viscerales por un acá, auditivos por allá.
¿O usaron un programa como les gusta a los tecnócratas? Cruzaron algunos datos, unos "algoritmos de búsqueda", como les gusta decir, apretaron Enter y zaz!, se dieron ciento ochenta mil pensiones de baja.
Y me imagino una charla después del trabajo, cancheros en un after ofice tomando una cerveza y contándose entre risas:
- "Yo di de baja unos ochocientos Down hoy, había criterios que no cerraban, podes creer que sus papás tenían un auto"
-¿Y yo? Yo di de baja casi mil paralíticos porque tenían algún familiar que ganaban cerca de veinte mil pesos, y todavía quieren pensión!"
Y me gustaría pensar que esto es sólo un ejemplo estúpido, una anécdota grotesca, porque ninguna persona con cierto piso ético seria capaz de algo así.
Pero no. Seguramente no fue así de grotesco, pero atrás de todo esto, atrás de los tipos que apretaron enter hay una ideología que goza con todo esto.
Porque desde hace tiempo ya, no puedo dejar de pensar que la modalidad de gobierno es perversa desde el principio. Como el golpeador arrepentido, que primero pega y lastima y después pide perdón prometiendo que no lo va a hacer nunca más, hasta que días después repite el acto violento.
Así fue con los jubilados y sus remedios, así fue con el "2x1" para los genocidas, así fue con los docentes, así fue con los despidos a los empleados públicos, y así fue con los tarifazos, así son, perversos.
Porque si hay algo que caracteriza a la modalidad perversa es la ausencia de culpa y la renegación como mecanismo defensivo: el famoso "si, pero no", lo hice pero no, la coexistencia de reconocer un hecho pero negar sus consecuencias.
Por eso ahora van a salir a aclarar, a decir que no fue tan así, que si se equivocaron, que van a dar de altas las pensiones que correspondan, que fue un error del sistema. Porque así funcionan
Y no puedo dejar de pensar en el sadismo de todo esto, de ese goce en meterse con los que menos tienen, en el blindaje mediático que intenta instalar el problema de la "inseguridad" mientras se castiga al pobre, al pibe, al viejo, al obrero, y ahora también, como corolario de los siniestro, a las personas con discapacidad.
Y no puedo dejar de pensar en la angustia que todo esto genera, porque nos enojamos, porque gritamos, pero en el fondo estamos angustiados, porque nos gobierna lo perverso, el sádico que después de angustiarnos una vez más se para frente a una cámara con los ojos lleno de lagrimas y promete que no lo va a volver a hacer.
Y lamento desilusionarlos, pero pasaran unos días nomas hasta que nos vuelvan a golpear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario