La verdad Santiago es que no quiero que seas una bandera.
Me resisto a la idea de que te vuelvas una consigna,
ver tu cara en las remeras,
o que tu nombre sea uno más de una lista que
parece nunca terminar de escribirse.
La verdad Santiago es que no quiero pensarte
como a Julio, a Luciano, o a Miguel.
Ni a tantos
y tantos desaparecidos en los barrios que
permanecen en el más oscuro de los anonimatos.
La verdad Santiago es que quizás sea un ingenuo
pero todavía espero que aparezcas con vida,
que puedas contarnos del calvario de estos días,
y que sea tu voz la que finalmente de testimonio
del terror de aquel día.
La verdad Santiago,
que todos los días espero que te encuentres con
tu familia,
con tu hermano que no para de buscarte,
que te des un abrazo como yo me doy cada vez que veo al mío,
un hermano que también se llama como vos.
Y me duele tu ausencia Santiago,
como me duele el silencio miserable
de tantos que piensan que una vida
es una puja discursiva.
El estúpido mensaje que quieren instalar
de que el valor de una vida depende
de la vereda desde la que se la nombre.
Y la verdad que yo sólo quiero que aparezcas
por vos,
por lo que todavía te falta,
por lo que fuiste a buscar allá al sur,
por tu ilusión de hacer del
mundo un lugar más habitable.
Por vos y tus ganas,
por vos y tu sonrisa,
por vos y los que te extrañan,
por vos, tu deseo y tu ideas.
Por eso todos los dias espero que
aparezcas,
aunque me angustie pensar que el horror
otra vez se imponga,
y que el estado todavia siga robando vidas.
Por eso te escribo Santiago,
porque no te quiero como consigna,
como foto ni como bandera,
ni siquiera te quiero como poema.
(que hoy escribo con la esperanza
de que mañana me leas).
Sí, la verdad que yo sólo quiero
que aparezcas por vos, Santiago,
por vos y tu vida,
para que sigas haciendo
con ella lo que quieras,
y quizás algun dia conocerte
y poder darte un abrazo,
como esos que me doy con mi hermano,
abrazarte y recuperar la esperanza
de que en este pais
ya nadie desaparece por sus ideas.
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