¿Qué otra cosa podía hacer
que no fuera intentar
resucitarlo?
No podía hacer otra cosa.
Aunque vos dijeras
de que no,
aunque me mostraras cada hueso,
casa astilla,
cada despojo del cadáver,
yo solo podía insistir.
Empujar desesperado
una y otra vez el pecho
de lo que fuimos
esperando el milagro,
que tu boca se abriera
y dijera las palabras
que alguna vez fueron
aire fresco.
Cómo no seguir intentando,
insistiendo con una gramática
que ya no tocaba tu piel,
tus manos, ni tu sexo.
Aunque dijeras que no,
que ya no,
que era suficiente,
aunque me rogaras
que cuidáramos los restos
del ayer.
Solo me quedaba insistir,
negar el olor putrefacto
de lo que ya no late,
hacer caso omiso de las
palabras de alivio,
desoír las inútiles condolencias.
¿O acaso hay otra forma
de admitir una muerte
que negándola?
Por eso grité como
un idiota frente al espejo,
por eso me lastimé las
manos con ignorada
juventud,
por eso empujé una
y otra vez de nuestros
recuerdos
hasta quedar exhausto.
Hasta que el tiempo hizo lo suyo,
y dejé de buscarnos
en las cenizas,
y recuperé el aire,
y entendí que al amor
nadie lo mata,
el amor sólo se muere.
viernes, 27 de diciembre de 2019
jueves, 26 de diciembre de 2019
secreto
El deseo está siempre
en otra parte,
dijiste.
Es necesario
equivocarse mucho
para acertar muy poco,
seguiste y te tomaste
un trago.
Yo te miré cómo
en la infancia.
Pensé en mi obstinada
manera de equivocarme,
en mi ansiedad constante,
y la frustración que
me invade por sentir
que no voy hacía ninguna parte.
Levantaste tu copa
mirando al cielo,
y me sonreíste.
Pusiste en silencio a mi angustia.
Me perdoné un instante,
hice la paz con mis errores,
recordé que el deseo se roza,
no se alcanza,
y que el secreto no es a dónde,
sino junto a con quién.
en otra parte,
dijiste.
Es necesario
equivocarse mucho
para acertar muy poco,
seguiste y te tomaste
un trago.
Yo te miré cómo
en la infancia.
Pensé en mi obstinada
manera de equivocarme,
en mi ansiedad constante,
y la frustración que
me invade por sentir
que no voy hacía ninguna parte.
Levantaste tu copa
mirando al cielo,
y me sonreíste.
Pusiste en silencio a mi angustia.
Me perdoné un instante,
hice la paz con mis errores,
recordé que el deseo se roza,
no se alcanza,
y que el secreto no es a dónde,
sino junto a con quién.
Días leves
Cuando buceo en nuestra historia,
cuando fuerzo ese ejercicio de pensarnos
como si el tiempo fuera un álbum de fotos,
me doy cuenta de un gesto que se repite.
Un gesto ingenuo, lo sé.
Podría ser cualquier otro.
La perplejidad con la que mirás el mar,
la forma en que le hablás a las gatas,
o cómo se te nubla la vista cuando recordás a una tía.
Tampoco es tu forma de burlar mis obsesiones,
tu sutileza para sacarme de mis dudas,
la paciencia de soportar mis contradicciones,
la precisión de tus silencios,
cuando fuerzo ese ejercicio de pensarnos
como si el tiempo fuera un álbum de fotos,
me doy cuenta de un gesto que se repite.
Un gesto ingenuo, lo sé.
Podría ser cualquier otro.
La perplejidad con la que mirás el mar,
la forma en que le hablás a las gatas,
o cómo se te nubla la vista cuando recordás a una tía.
Tampoco es tu forma de burlar mis obsesiones,
tu sutileza para sacarme de mis dudas,
la paciencia de soportar mis contradicciones,
la precisión de tus silencios,
ni el reflejo idiota que me brota cuando te veo.
Si tuviera que elegir uno,
si la vida fuera ese barco que se hunde
Si tuviera que elegir uno,
si la vida fuera ese barco que se hunde
y sólo pudiera elegir un gesto,
tan sólo uno,
no sería tan difícil.
Yo me quedo con la forma
en que reímos juntos.
El gesto que lo resume todo.
La dicha de saber que,
en la intemperie de los días,
la tristeza es menos triste juntos
tan sólo uno,
no sería tan difícil.
Yo me quedo con la forma
en que reímos juntos.
El gesto que lo resume todo.
La dicha de saber que,
en la intemperie de los días,
la tristeza es menos triste juntos
y la risa,
la risa es el combustible
amoroso más hondo.
La forma que encontró
el amor para hacernos los días leves.
la risa es el combustible
amoroso más hondo.
La forma que encontró
el amor para hacernos los días leves.
jueves, 12 de diciembre de 2019
piel
Los cuerpos enferman cuando nadie los toca, dijiste.
Ser viejo es la ausencia de los otros en uno, continuaste.
Yo te miré las manos arrugadas.
Recordé la crema contra las quemaduras, la curita en la rodilla,
el Rayito de Sol con olor a zanahoria, la palma en la frente tomándome la fiebre,
cada una de tus caricias cuando el mundo me dolía.
Pensé en la piel como un lenguaje y en el cuerpo como el primer abecedario.
Sí, la piel como la conversación primera.
Una lengua hecha de rozamientos, cuidados, escalofríos y tensiones.
Entonces imaginé un día sin otras voces, ni una mano que me roce,
ni una mirada que me aloje, imaginé ese destino mudo.
Busqué una de tus cremas, la ungí en tus manos y tus brazos,
te abracé. Sonriendo me dijiste que no sea pesado y cambiaste de tema.
Pusiste la novela, me senté al lado tuyo, puse mi mano sobre la tuya.
Hicimos silencio. Estábamos conversando.
Ser viejo es la ausencia de los otros en uno, continuaste.
Yo te miré las manos arrugadas.
Recordé la crema contra las quemaduras, la curita en la rodilla,
el Rayito de Sol con olor a zanahoria, la palma en la frente tomándome la fiebre,
cada una de tus caricias cuando el mundo me dolía.
Pensé en la piel como un lenguaje y en el cuerpo como el primer abecedario.
Sí, la piel como la conversación primera.
Una lengua hecha de rozamientos, cuidados, escalofríos y tensiones.
Entonces imaginé un día sin otras voces, ni una mano que me roce,
ni una mirada que me aloje, imaginé ese destino mudo.
Busqué una de tus cremas, la ungí en tus manos y tus brazos,
te abracé. Sonriendo me dijiste que no sea pesado y cambiaste de tema.
Pusiste la novela, me senté al lado tuyo, puse mi mano sobre la tuya.
Hicimos silencio. Estábamos conversando.
jueves, 5 de diciembre de 2019
No puedo solo.
Nunca pude,
y nunca podré.
Y me gustaría decir que no me importa.
Mirarme al espejo y repetirme una y otra vez:
tú puedes,
tú puedes,
tú puedes.
Ser como dicen las publicidades:
Único,
original,
distinto.
Y aunque a veces lo finja,
lea manuales de autoayuda,
y me diga que de mi solo depende,
no puedo.
¿Y cómo podría?
Si no había forma de despertarme
hasta que mamá no me ponía las medias
en las mañana heladas de mi pueblo.
Si esperaba con ansiedad que mi vecino
golpeara la puerta para ir andar en bicicleta
a la hora de la siesta,
o me hacía el que no entendía una cuenta
para hacer la tarea junto mis hermanos.
Cómo voy a decir que no me importa
lo que digan,
si cada vez que hacía un gol
buscaba la mirada de papá
y cuando escribí mi primer poema
-con la misma torpeza de ahora-
pase la noche entera sin dormir,
esperando la respuesta de la chica
de sonrisa perfecta.
Cómo voy a ser original,
si cuando la adolescencia fue un infierno
la amistad fue una barricada repleta
de idiotez, amor y vino berreta
Cómo voy a poder solo,
si mi fragilidad siempre estuvo
en manos de los otros.
No,
no puedo,
nunca pude,
y nunca podré.
Porque nada en mi
me pertenece.
Soy cada gesto que me habita,
cada mirada,
cada palabra,
cada piel.
Por eso,
en tiempos del ego,
y mandato de lo uno,
yo defiendo lo otro.
Porque soy una precaria imitación
de lo que me dieron,
la continuación de lo
que otros empezaron.
Quiero decir que soy cualquiera:
una comunidad entera
en lo profundo de mi rostro.
Nunca pude,
y nunca podré.
Y me gustaría decir que no me importa.
Mirarme al espejo y repetirme una y otra vez:
tú puedes,
tú puedes,
tú puedes.
Ser como dicen las publicidades:
Único,
original,
distinto.
Y aunque a veces lo finja,
lea manuales de autoayuda,
y me diga que de mi solo depende,
no puedo.
¿Y cómo podría?
Si no había forma de despertarme
hasta que mamá no me ponía las medias
en las mañana heladas de mi pueblo.
Si esperaba con ansiedad que mi vecino
golpeara la puerta para ir andar en bicicleta
a la hora de la siesta,
o me hacía el que no entendía una cuenta
para hacer la tarea junto mis hermanos.
Cómo voy a decir que no me importa
lo que digan,
si cada vez que hacía un gol
buscaba la mirada de papá
y cuando escribí mi primer poema
-con la misma torpeza de ahora-
pase la noche entera sin dormir,
esperando la respuesta de la chica
de sonrisa perfecta.
Cómo voy a ser original,
si cuando la adolescencia fue un infierno
la amistad fue una barricada repleta
de idiotez, amor y vino berreta
Cómo voy a poder solo,
si mi fragilidad siempre estuvo
en manos de los otros.
No,
no puedo,
nunca pude,
y nunca podré.
Porque nada en mi
me pertenece.
Soy cada gesto que me habita,
cada mirada,
cada palabra,
cada piel.
Por eso,
en tiempos del ego,
y mandato de lo uno,
yo defiendo lo otro.
Porque soy una precaria imitación
de lo que me dieron,
la continuación de lo
que otros empezaron.
Quiero decir que soy cualquiera:
una comunidad entera
en lo profundo de mi rostro.
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