El deseo está siempre
en otra parte,
dijiste.
Es necesario
equivocarse mucho
para acertar muy poco,
seguiste y te tomaste
un trago.
Yo te miré cómo
en la infancia.
Pensé en mi obstinada
manera de equivocarme,
en mi ansiedad constante,
y la frustración que
me invade por sentir
que no voy hacía ninguna parte.
Levantaste tu copa
mirando al cielo,
y me sonreíste.
Pusiste en silencio a mi angustia.
Me perdoné un instante,
hice la paz con mis errores,
recordé que el deseo se roza,
no se alcanza,
y que el secreto no es a dónde,
sino junto a con quién.
No hay comentarios:
Publicar un comentario