jueves, 12 de diciembre de 2019

piel

Los cuerpos enferman cuando nadie los toca, dijiste.
Ser viejo es la ausencia de los otros en uno, continuaste.
Yo te miré las manos arrugadas.
Recordé la crema contra las quemaduras, la curita en la rodilla,
el Rayito de Sol con olor a zanahoria, la palma en la frente tomándome la fiebre,
cada una de tus caricias cuando el mundo me dolía.
Pensé en la piel como un lenguaje y en el cuerpo como el primer abecedario.
Sí, la piel como la conversación primera.
Una lengua hecha de rozamientos, cuidados, escalofríos y tensiones.
Entonces imaginé un día sin otras voces, ni una mano que me roce,
ni una mirada que me aloje, imaginé ese destino mudo.
Busqué una de tus cremas, la ungí en tus manos y tus brazos,
te abracé. Sonriendo me dijiste que no sea pesado y cambiaste de tema.
Pusiste la novela, me senté al lado tuyo, puse mi mano sobre la tuya.
Hicimos silencio. Estábamos conversando.

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