sábado, 27 de abril de 2013

Locura



Que locura levantar muros.
medicar infancias,
 
 y viven a doce cuotas.

Estos, los portadores tácitos
de la verdadera locura,
estos que sienten con los bolsillos.
 que insensibilizan a sus hombres,
que cosifican lazos,
y se duermen a rivotril,
son los que reprimen
 afuera y adentro de una normalidad
que ellos mismos inventaron.

Y esta locura, 
la que no se encierra, 
pero todo lo encierra,
detesta los rostros desdentados,
los cuerpos mutilados,
el roce con aquellos
que denuncian su hipócrita
moral burguesa
y entonces vomita manuales, 
multiplica miedos, 
prioriza estéticas,
aísla sufrimientos, 
silencias voces,
teme,
excluye
 y elimina alteridades. 

Si, la locura nunca habitará los manicomios,
 la locura nunca fue ni será lo que dicen los diagnósticos.
Locura es quizás, 
la cobarde palabra que eligen los miserables de turno.  
Locura es el nombre que le da la normalidad a todo lo que no entiende. 






jueves, 25 de abril de 2013

Tostadas

"Para cambiar este mundo todos tendrían
que besarte lento, ahora y ya" 
Todos con vosBer Chese

A veces te miro en la cama y me invade una culpa inmensa.
Te miro y pienso que no está bien tenerte sola para mí,
que esta calma nuestra debería pertenecerle al mundo.

Quiero decir, si fueras del mundo, 
si este egoísmo crónico me permitiera compartirte,
si esta belleza pudiera socializarse,
tu espalda seria el mapa de regreso
para aquellos que perdieron la razón.

Si todos pudieran conocer tus labios,
ahogarse en tu saliva,
morirían las falsas explicaciones,
 los gritos insolentes,
la violencia de los discursos.

Tengo la profunda certeza de que los días dolerían menos, 
mucho menos,
si fueran cuidado por tus manos,
si fueran mirado por tus ojos.

No sé por qué insistís en estar conmigo,
en dormir en mi cama,
en regalarme tu universo. 
Y ese cotidiano gesto me parece oneroso,
demasiado premio para estas viejas manos,
entonces un pequeño sentido altruista insiste
en abandonarte,
en pensarte como medicina para el dolor del mundo,
para que otros puedan ser sanados,
para que a otros le tiemblen las piernas,
para que otros te vean dormir abrazada a la almohada,
para que otros tengan esta paz.

Pero entonces abrís los ojos,
despertándote de a poco,
y me bostezas sonriendo,
mientras me acaricias el pelo.
Entonces me olvido del dolor del mundo,
desaparece toda culpa,
ignoro el altruismo,
y te preparo unas tostadas 
con manteca y miel. 


Matias de Rioja.



domingo, 21 de abril de 2013

Tetris


Como un Tetris constante,
las piezas de tu rostro caen a cualquier hora del día,
y yo casi sin esfuerzo las acomodo entre legajos,
las cebo entre mate y mate,
las veo sonreír como fondo de pantalla.

Los días siguen.
Vos ya no estas,
pero los días siguen.
Como un cuadro torcido.
Como una basurita en el ojo.
Como una resaca constante.
Sin grandes histrionismos,
sin escenas dramáticas,
sin reproches recíprocos.

Quiero decir que los días siguen,
que Cronos no se detiene,
que un perro aúlla creyéndose lobo,
que la plata sigue faltando,
que el diario solo nombra a la muerte
y que el sol  bosteza siempre a la misma ahora.

Con su ingenua persistencia los días siguen,
y yo comienzo a entender
que ellos no tienen la culpa.
 Porque tal vez, 
en el fondo de mis horas,
de mis diagnósticos precoces,
de mis lágrimas maquilladas,
de mis silencios inéditos,
de mi explicaciones polimorfas,
de mis gestos educados,
en el fondo de todo eso que ya casi no duele,
descansa la tibia sensación de que tu ausencia
es causa y no consecuencia,
es acaso posibilidad y no condena.

Porque el Tetris algún día terminará,
como termina todo juego,
Y se acabara este tango perpetuo,
este reloj sin pilas,
este chocolate rancio
Prescindiré de tu sonrisa capciosa,
de tus excusas moribundas,
de tus gestos condicionales,
de tus tal vez, quizás.

Y llegará un nuevo rostro,
asomarán otros gestos,
me turbarán otros ojos,
me llenaré de preguntas,
abrigaré cierta esperanza.

Quiero decir que los días siguen,
que yo sigo sin vos en ellos,
y que tal vez esté bien así,
que los días sigan viniendo,
que yo habite en ellos,
y que vos duelas,
cada día un poco menos.


Emedeerre. 















domingo, 14 de abril de 2013

Bordes

Todo borde supone dos lados.
Y en esta suposición habita el límite entre
todo lo que vive, y todo lo que muere.

Así una mano que camina por una espalda evita
llegar al límite de su curvatura para no morir.
Así, una mirada que se sostiene sabe que un rostro sonrojado
es el borde de una soledad que mañana no existirá.
Así, quienes cierran sus puertas de espalda al sol,
son cómplices ingenuos
de una muerte de la que creen esconderse.

Todo borde supone dos lados.
Así, quien renuncia a la potencia de un
gesto, habitara al lado de la muerte.
Así, quien siembra terror en una niñez
por siempre incompleta,
será también,
un triste soldado de lo siniestro.

Todo borde supone dos lados.
La comisura de un labio es el borde suficiente
de quien desea en silencio.
Un cuerpo que tiembla de fiebre,
detendrá su temblor ante la presencia de una madre
al borde de la cama.
El amor a punto de declararse vivirá o morirá,
después de su suicida pronunciación.

Todo borde supone dos lados.
Hay quienes seguros de si mismos y de su verdad,
comprarán enormes parcelas al borde de la muerte.
Y hay quienes conscientes de sus faltas,
de su búsqueda continua, 
de su frágil existencia, 
estarán siempre,
arrojándose al borde de la vida.













jueves, 11 de abril de 2013

Verdades

"Creo y con eso basta" Rodolfo Paez.

El precipicio cotidiano dilata las pupilas
quebrando los parpados,
el monstruo de la duda observa el abismo
y da un paso hacia adelante,
y uno siente la falta de verdades absolutas,
como absoluta verdad. 

¿La realidad?
Una ironía maciza,
una trompada en el hocico,
una boca llena de sangre
unos labios partidos,
un rostro necesario.

Sintiéndonos dueños de un pasado
irreversible y absurdo,
caminamos sobre la arena movediza del tiempo
y Cronos viejo y cansado, 
nos interpela:

¿Para qué?
¿Con quién?
¿Hacia dónde?
¿Hasta cuándo?

Unos esbozan respuestas tibias,
manoteando la certeza que tienen más a mano.
Los explicadores de turno vomitan las recetas de siempre,
esas que nunca sienten.
Otros levantan sus hombros
 indiferentes.
Y unos pocos,
sabios en su ignorancia,
 todavía miran a los ojos
y defienden silencio. 

¿La verdad?
una bolsa de cemento,
un plato lleno,
una sonrisa que vuelve, 
un abrazo a tiempo,
un poema por si acaso. 

















sábado, 6 de abril de 2013

Lluvia

"Hay miradas que borran, que manchan, miradas que asesinan" C. Skliar. 


Tal vez no se trate de esperar a grandes
explosiones de solidaridad.
Porque el efecto de una explosión dura, 
lo que dura su onda expansiva. 
Y entonces la mirada vuelve a desviarse.

Y cuando la mirada se desvía,
vuelven los titiriteros del miedo,
los que multiplican cerraduras,
los que caminan de espaldas,
los que compran balas.

Acaso sea mejor
una potencia menos estridente,
un efecto menos mediático,
un abrazo antes del agua al cuello,
una alteridad todavía posible. 

Porque cada gesto que se reprime,
cada voz que se silencia,
cada puerta que no se abre,
cada exclusión que no se denuncia,
es otra forma de inundarnos de muerte.

Y no está mal regalar el colchón en el que no se duerme,
el alimento que nos sobra,
el agua que no beberemos.
Pero antes, mucho antes,
estuvo el rostro que se negó,
el silencio cómplice que no se hizo grito, 
el brazo que no quiso estirarse,
el dolor que quiso ignorarse. 

Porque la  muerte es mucho más cotidiana que la hoz y la noche,
porque el gesto que se niega muere,
porque la palabra no dicha, muere
porque  la caricia que se reprime, muere
y porque la mirada que se esquiva,
es también otro signo de la muerte.

Tal ves se trate entonces,
de una lluvia de pequeños gestos cotidianos.
Una sonrisa que se devuelve,
un puente de palabras,
un mate que se ofrece al nombre que aún se ignora,
un colchón que se comparte y no se regala, 
una puerta siempre abierta.

Pequeños gestos cotidianos
para ganarle de a poco a la muerte. 
Antes, mucho antes, 
de que su agua nos lleve. 


miércoles, 3 de abril de 2013

Pequeñas Palabras


Debés saber disculpar esta soberbia necesidad de explicarte,
esta ciega y torpe necesidad de definirte.
Que manía esta estúpido impulso de pronunciarte,
de atar tu rostro a un nudo de significantes.

Como si unas pequeñas palabras pudieran decir algo de
la desnudez de una espalda.
Como si  unos inocuos versos pudieran acaso
explicar la inflexión de tu silencio.
Como si algo de todo lo dicho pudiera siquiera arañarte
 o
como si de verdad esta nausea de verbos tuviera
algo que ver con la serenidad de tu mirada.

Que humillación esta de no poder alcanzarte,
de intentar acariciarte con estériles vocablos,
un lenguaje que no conoce tu lengua.
Que despotismo de estas manos trémulas que escriben
por no poder todavía rozarte.

Pero debés disculparme ciruela,
perdón por este coagulo de palabras perennes,
por esta impotencia de tacto, 
por estas pequeñas palabras, 
por esta maldita ansiedad 
de tu sonrisa en mi cama.





Emedeerre.