Para que pones esa cara, si ya sabes mi respuesta, ciruela.
Me miras sonriendo tibiamente, como si tu pregunta pudiera tener otro destino.
Sospecho que te burlas de mi bobina capacidad de entender, y te comprendo.
Claro que se que el otro es imposible, que el misterio es clave
y no todos los significados tienen su significante.
Pero es tan difícil para mi estar de este lado,
tener que soportar tu presencia que me hunde en la mas generosa de las certezas.
A veces, me gustaría que pudieras verte para entender,
ser un retráctil espejo para vos,
y entonces tu pregunta te parecería absurda.
Si tan solo una vez pudieras habitarte de este lado,
disociarte de vos, verte desde mi, arrancarme los ojos por un rato y
mirarte.
Entonces entenderías mi necesidad caníbal de pasarte un tramontina por la cara,
arrancarte los labios de un mordisco,
y pegar la piel de tu rostro en mi mesa de luz.
Por eso la impotencia de mi respuesta,
por eso tu pregunta inmensa y mi respuesta enana,
eso es solo una coartada, lo que sale de mi boca,
un intento estéril de traducirte lo que siento en un lenguaje ameno,
por eso decirte te amo no alcanza, ciruela,
no, hasta que no te robes mis ojos, no alcanza.
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