No recuerdo honestamente esas siestas.
Solo alguna foto pretérita y lo que vos siempre contas.
Pero mientras tu esfuerzo en mi niñez fue ayudarme a dormir,
un poco mas tarde,
fue ayudarme a despertar.
fue ayudarme a despertar.
Quiero decir, la vida es un bicho difícil,
un rompecabezas al que siempre le faltan piezas.
Y vos, con tu optimismo patológico,
me fuiste ayudando siempre
para que puedan encastrar.
para que puedan encastrar.
Si yo decía tengo miedo de...
vos decías, no seas boludo, si no ahora, cuando?
Si yo decía, a lo mejor si las fichas se acomodan
vos me decías, las fichas las tenes que acomodar vos.
Nunca entendí muy bien como te recibiste de psicóloga sin ir a la universidad
Pero me has dado mas respuesta que los 24 tomos de Freud.
Tampoco se como haces para regalar una sonrisa,
por más profundo que sea el pozo.
Tampoco se como haces para regalar una sonrisa,
por más profundo que sea el pozo.
Me da pena no poder recordar como me hacías dormir.
Pero me brota una sonrisa en el pecho ante cada uno de tus consejos.
Claro que tus 40 años son la coartada perfecta para hacer literatura
una complicidad de hermana mayor a hermano menor que trasciende la sangre.
Quiero decir, no podíamos evitar los consanguinidad,
pero podríamos haber sido esos hermanos
cuya sangre cursan ríos distintos.
Pero vos te ocupaste de no dejarme nadar solo,
siempre con tu salvavidas a mano
cuando mis dudas me ahogaban.
Por eso detesto los manuales,
por eso la vida no tiene protocolos,
por eso cuando la vida me queda demasiado grande,
y vos sabes que eso me pasa seguido,
te digo flaca pone la pava,
que ahí paso por unos mates.
No hay comentarios:
Publicar un comentario