martes, 22 de enero de 2013

Narcolepsia

Esa manía que tenes de aparecerte por las noches.
Tal vez sea por tu irónica costumbre de sacudirme hasta el inconsciente. 

Como siempre al principio ofrecía ingenuas resistencias
y al final, como en todo, 
me terminas venciendo.
Entonces ya te dejo entrar sin rodeos, y confieso que ahora 
cierro los ojos con cierta ansiedad,
esperando el momento que aparezcas con tu mirada despeinada.

El problema es que el despertador suena cada vez más tarde
y en la oficina no sé cómo explicarle a mi jefa que 
estuvimos viajando en tren toda la noche, paseando en bicicleta o
haciendo un crucigrama. 
A mí sigue sin importarme un carajo, 
cinco minutos más pienso, 
cinco minutos más y ella aparece, 
y hacemos otras vez el amor en el baño de damas. 

Me pregunto si inundo tus sueños como haces con los míos.
Me gustaría pensar que si, que también me soñas todas las noches
pero en el fondo es en vano, 

ahora cuando tengo cinco minutos me duermo en cualquier lado 
es que tal vez prefieras venir hasta a casa, 
sonriendo como siempre, 
y mientras yo siento que un Rottweiler me muerde la panza, 
 te colgas de mi cuello, me mordes la oreja y
pedimos helado de limón.    


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