domingo, 21 de abril de 2013

Tetris


Como un Tetris constante,
las piezas de tu rostro caen a cualquier hora del día,
y yo casi sin esfuerzo las acomodo entre legajos,
las cebo entre mate y mate,
las veo sonreír como fondo de pantalla.

Los días siguen.
Vos ya no estas,
pero los días siguen.
Como un cuadro torcido.
Como una basurita en el ojo.
Como una resaca constante.
Sin grandes histrionismos,
sin escenas dramáticas,
sin reproches recíprocos.

Quiero decir que los días siguen,
que Cronos no se detiene,
que un perro aúlla creyéndose lobo,
que la plata sigue faltando,
que el diario solo nombra a la muerte
y que el sol  bosteza siempre a la misma ahora.

Con su ingenua persistencia los días siguen,
y yo comienzo a entender
que ellos no tienen la culpa.
 Porque tal vez, 
en el fondo de mis horas,
de mis diagnósticos precoces,
de mis lágrimas maquilladas,
de mis silencios inéditos,
de mi explicaciones polimorfas,
de mis gestos educados,
en el fondo de todo eso que ya casi no duele,
descansa la tibia sensación de que tu ausencia
es causa y no consecuencia,
es acaso posibilidad y no condena.

Porque el Tetris algún día terminará,
como termina todo juego,
Y se acabara este tango perpetuo,
este reloj sin pilas,
este chocolate rancio
Prescindiré de tu sonrisa capciosa,
de tus excusas moribundas,
de tus gestos condicionales,
de tus tal vez, quizás.

Y llegará un nuevo rostro,
asomarán otros gestos,
me turbarán otros ojos,
me llenaré de preguntas,
abrigaré cierta esperanza.

Quiero decir que los días siguen,
que yo sigo sin vos en ellos,
y que tal vez esté bien así,
que los días sigan viniendo,
que yo habite en ellos,
y que vos duelas,
cada día un poco menos.


Emedeerre. 















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