lunes, 19 de diciembre de 2016

Soledad es

¿Te acordás Mauro como nos reíamos aquellos días en que nos gustaba contarnos de nuestra miseria amorosa?. Y tomábamos unos whiskys mientras nos revolcábamos en nuestro dolor, y poníamos las canciones más tristes, (a vos te gustaba mucho una de Aristimuño, una de esas bien bajón, como para autoflagelarse), en una suerte de competencia tacita para ver quien había sufrido más.
¿Te acordás después Mauro lo bien que estaba solo? Como te contaba que la soledad podía ser una causa y no una consecuencia. Que después de mucho tiempo había entendido que la idea de la media naranja era idiota, y que pretender que otra persona te complete es absurdo. Un mandato estéril que nos obliga a pensar que no estar en pareja es una falta.
¿Te acordás como me enojaba con mi vieja cuando me decía que le preocupaba que yo terminara solo? Y yo le decía que estar soltero no significa estar solo, y que incluso yo estaba menos solo que muchos que están en pareja hace mucho tiempo. Que la soledad es una experiencia interna, y que uno puede sentirse solo aunque este rodeado de gente.  
¿Te acordás Mauro que mi casa estaba llena de gente todo el tiempo, y el fuego estaba siempre prendido, y Anibal decía que yo no me iba a enamorar nunca más? Y que cuando te dije que me quería ir a vivir a Buenos Aires, porque necesitaba tomar un poco de distancia de tanto afecto, y quería ver que pasaba con esto de la literatura, que por ahí necesitaba pasar tiempo solo para escribir más, y me dijiste: "Andate hermano, esto recién empieza, y acá te vamos a estar esperando siempre con el fuego prendido".
Bueno Mauro, te cuento que extraño bastante nuestras charlas, pero aunque suene contradictorio acá aprendí a estar solo pero con alguien, que Anibal estaba equivocado y que mi vieja ahora anda más tranquila, porque desde hace un año más o menos, soy un hombre enamorado. Y si bien sigo pensando casi las mismas cosas que pensaba por entonces, este año aprendí que uno puede estar enamorado sin la pretensión de sentirse completo, que el amor no tiene que venir a salvarte de nada, y que cuando estoy con ella, los dos estamos solos pero nos estamos acompañando.
Que quizás sea cierta esa frase pochoclera que dice que para estar bien con alguien primero hay que saber estar bien solo, o quizás sea que estábamos equivocados y que el amor no es sinónimo de sufrimiento ni todo lo soporta ni todo lo puede. 
Y te lo digo porque el amor con ella me está enseñando muchas cosas Mauro. Y ahora tengo la sospecha de que el lazo amoroso genuino se trata de hacer los días más leves, y no cargarle nuestras miserias al otro. Que ya abandoné la idea de abarcarlo todo, porque entre otras cosas ella me está enseñando que no se necesitan grandes pruebas de amor, si no más bien, pequeños cuidados cotidianos. Que ya no confundo necesidad con deseo, que no somos la propiedad privada del otro, y que de libertad a libertad nos fuimos encontrando.
Y te juro que cuando la veo sonreír Mauro, pienso que todos esos poemas que escribí sin rostro, esos que a vos te gustaban tanto y terminaron siendo un libro, quizás solo fueran el camino para llegar a ella. Y te quería decir antes de despedirme, porque ella se esta por despertar y le quiero cebar unos mates, que no me arrepiento para nada de aquellas palabras, que sigo sintiendo que estar solo no es ninguna falta Mauro, que no estamos obligados a vivir la vida a pares, pero no sabés lo lindo que es estar solo pero con alguien. 
Digo, hace un año que estoy con ella, y como leí alguna vez por ahí, todos los días descubro que es la persona con la que realmente quiero estar cuando realmente quiero estar solo.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Clepsidra

He sido un equívoco bárbaro
de la poesía. 
He sido intruso por azar a un
territorio que no me pertenece
y según dicen los tecnos,
no merezco.

Y peor aun, 
bajo esta piel del cordero algunos
 me han llamado poeta,
me han leído,
 y me han brindado
sus genuinas alegrías.

Y el lobo que habita en mi
lo sabe y se cuestiona.
Pues su aullido muchas veces 
se ha sentido prostituido. 

Por eso mi vergüenza ante
la mirada de aquellos que no dudan en llamarse poetas,
he hinchan el pecho dándose palmadas en su espalda,
mientras de reojo me espían sabiéndome extranjero,
y me apuro a esconder mis escritos torpes
que casi nunca arriman un buen verso. 

Por eso nunca acierto en el uso
de los verbos que ellos beatifican,
y mido el tiempo en relojes
y googleo que es la clepsidra,
y me cuesta hablar de ósculos bajo febo,
cuando solo se trata de andar
bajo el sol a los besos.

Por eso estas disculpas a los policías de
la poesía,
es que yo escribo como silbando
y nunca fui bueno con la disciplina.

Acá les dejo estas palabras muertas,
que ni siquiera tienen rima,
yo renuncio al club de egos.
Afuera el día esta muy lindo,
yo me voy con Maria Laura
a llenarla de ósculos bajo febo.








,




martes, 8 de noviembre de 2016

Payaso

            Mirá que yo soy un defensor de la tristeza eh, mirá que me la paso diciendo que en esta época llena de prospectos para ser feliz, en esta época del goce constante, la tristeza es una emoción necesaria, un mecanismo de defensa contra la estupidez del mundo. Que todos tenemos el derecho de andar tristes de vez en cuando sin tener que dar tantas explicaciones. Pero con vos esos argumentos no me sirven para nada. Con vos me pasa todo lo contrario, con vos no puedo. 
           Es que cuando estás así, cuando andás como mirándote para adentro, con la mirada nublada, con esa tristeza sin nombre, yo me pongo a dar vueltas cerca tuyo sin saber qué hacer, como un perro con la cola entre las patas. Y entonces hago chistes estúpidos, preparo mate en el mate de lata que a vos te gusta, te compro aceitunas rellenas y te pregunto sesenta y siete veces si necesitás algo mientras recurro a mi baúl de trucos bobos para ver si te saco una sonrisa, si te hago reír un poco. Y a veces vos me devolvés una sonrisa tibia, con tus ojos repletos de domingo, dándome a entender que la cosa no es conmigo, que te deje tranquila con tu tristeza llena de tiempo. Y yo te miro sintiéndome un payaso inútil, un bufón desorientado.
         Y te dejo un rato sola, convenciéndome de que está bien así, que a todos nos pasa, que todos tenemos nuestros días, que a mi tampoco me gusta que me jodan cuanto estoy triste. Y vuelvo por un segundo a mis argumentos berretas, a repetirme que la tristeza es un derecho, a mis convicciones de horóscopo mojado. Pero eso me dura muy poco, dando vueltas por la casa con un nudo en la panza porque no aguanto verte así, con la mirada apagada. Y entonces lo intento otra vez, vuelvo con algún chiste idiota, algún refrán de esos que me enseñó mi viejo, vuelvo torpemente a intentar barrer tu tristeza, como haciendo caso omiso a tus ganas.
          Pero tenés que saber que esta insistencia es culpa tuya, que sos vos la que me mal acostumbró. Vos y tu compulsión a sonreír de esa manera. Vos y esa sonrisa imperfecta. Sí, la culpa es tuya. En el fondo sé que es eso. Sé que es mi egoísmo miserable el que no soporta tus días tristes. Es mi deseo cachorro el que busca tu sonrisa todo el tiempo. Yo y mi narcisismo infante que se sostiene de tus gestos. Yo con la cola entre las patas el que hoy se contradice. Porque claro que sé que la tristeza es un derecho. Pero me vas a tener que disculpar, con vos no puedo. No soporto verte así, odio esos días. Esos, que me convierten en este payaso inútil, en este bufón desorientado que te escribe haciendo malabares para regalarse tu sonrisa. 

jueves, 3 de noviembre de 2016

El Hijo del Gallego (segunda parte)

"Vos tenes que estudiar, no seas un boludo como yo" , me repetía siempre mi viejo. Supongo que ese consejo era una mezcla de frustración personal con el deseo de todo padre de que su hijo estudie en la universidad. Y supongo que ese consejo no era solo suyo, era la voz propia de toda una generación. Esa que queriendo estudiar no pudo, o pudiendo no quiso, esa generación, la de mis viejos, que veía en el estudio universitario una promesa de futuro, de una vida mejor.
Será por eso que yo pude estudiar y recibirme. Un poco por eso, y otro poco porque tuve la posibilidad. Pero no hubo en ese tránsito universitario, ni lo hay hoy en mi oficio, nada parecido a una vida mejor. Quiero decir, sí probablemente he tenido mejores posibilidades, puedo vivir de lo que estudié, y si no pasa nada extraordinario, moriré viviendo de ello. Pero haber tenido mejores posibilidades, no me convierte de ningún modo, en mejor tipo que mi viejo.
Porque hace rato entendí que mi viejo tiene un talento que escapa a las universidades y los academicismos. Y aunque crean que es una exageración, una mirada de hijo que ve gigante a su padre, los que lo conocen, saben que hablo en serio. Mi papá tiene soluciones para todo, mi papá es una máquina de hacer favores, quiero decir mi viejo es millonario en gestos. 
Cada vez que he tenido un problema, cada vez que necesité ver un médico de urgencia, o necesitaba laburo, cada vez que se me quedó el auto, me quedaba sin luz en casa, o un amigo necesitaba una mano, mi viejo me daba un teléfono, y me decía: "Llámalo de parte mía, decile que sos el hijo del gallego".
Y con un poco de timidez, pero sobre todo con urgencia, yo llamaba a el "Bocha", o el "Turco", a "Puchi", a el "Dado", a "Pelé", o al "Richi", y al rato tenía mi problema resuelto. Y como si eso fuera poco, cuando llegaba el momento de pagar, siempre recibí la misma respuesta: "No se te ocurra darme nada. Vos no sabes los favores que yo le debo tu viejo".
Y dicho así, suena como si mi viejo fuera político, o un capo de la mafia, un tipo al que le tienen miedo y por eso todos les responden.  Pero nada de eso, no soy el hijo de un Intendente, ni soy hijo de Don Corleone, ni soy el hijo de....yo soy el hijo de "El Gallego", un tipo que sin universidad de por medio, tiene una maestría en resolver problemas ajenos.
Por eso cuando lo veo atender el teléfono a toda hora y salir corriendo como loco a conseguir una garrafa, una cama y un colchón nuevo para esas familia que se les quemó el rancho o cargar el baúl del auto con leche y alimentos para una escuela, o llamar a la radio pidiendo una heladera para un comedor, yo lo miro sabiéndome ignorante.
Por eso cuando todos lo saludan en el pueblo, y él responde con un chiste, diciéndome "no tengo idea quien es este", mis estudios universitarios se vuelven obsoletos.
Porque hay tanto doctor en lamer botas, tanto licenciado en ignorar dolores, tanto ingeniero en mirar para otro lado, tanto moralista del discurso, que yo te miro ahora y me dan ganas de decirte que siempre estuviste equivocado viejo, que vos no sos ningún boludo, que a mí me llena de orgullo el papá que tengo, que la universidad no garantiza nada, a lo sumo y con suerte, un poco de plata, pero que la solidaridad no se aprende en los manuales, y que si algo aprendí de vos es que habitar el dolor del otro es una cosa ética y no técnica, y que en eso, sos es el mejor de los maestros.
Y decirte, sobre todo decirte, que ojala llegue a ser un poquito como vos, millonario en gestos, licenciado en buena gente, y que el día de mañana cuando mis hijos necesiten un favor, sientan su corazón hincharse como yo siento el mío, cada vez que tengo que escuchar: "No se te ocurra darme nada. Vos no sabes los favores que yo le debo a tu viejo".

Matias de Rioja
04 de Noviembre de 2016

martes, 18 de octubre de 2016

Machitos Patriarcales

¿Qué parte de mí y de mi hombría puede ofenderse porque las mujeres no quieren que vaya a su marcha?
¿Qué parte de mí, y de mi cuerpo heterosexual, político y patriarcal tiene derecho a indignarse cuando algunas de las mujeres que cosificamos, abusamos, secuestramos, violamos, empalamos y matamos, exigen que no haya hombres en sus plazas?
¿Qué parte de este cuerpo macho que no estuvo obligado a conocer ginecólogos en su infancia, ni a tomar anticonceptivos, ni va a ir preso por un aborto, puede sentirse excluido de una lucha que apenas entiende?
¿Qué parte de este cuerpo que no es empujado a depilarse, maquillarse, operarse, ni hacer dieta para ser deseado?
¿Qué parte de este niño que no tuvo que lavar platos, encerar pisos, cocinar o tener hijos para ser hombre, tiene el tupe de incomodarse cuando le piden que por una vez no sea centro y aprenda a ser periferia?
¿Qué parte de esta alma que nunca tuvo que cruzar la calle asustada si una mujer le caminaba detrás,  ni recibir denigrantes adjetivos de trabajadores en andamios y onanistas en autos caros?
¿Qué parte de este cuerpo que ignora lo que es ser manoseado en un colectivo, y nunca temió por su vida tomándose un taxi de noche (o de día),  ni fue acosado sexualmente por una jefa, o una compañera de trabajo,  puede pretender ser víctima cuando todavía es victimario?
¿Qué parte de mi conciencia que pese a todos sus esfuerzos de creerse crítica, todavía se divierte enviando y recibiendo vídeos y fotos de mujeres desnudas por whatsapp, se incomoda si su sobrina se pone una pollera corta o le pide a su compañera manejar para sentirse seguro, que detiene su zapping cuando un par de tetas aparecen en la tele, se cree con la altura moral de acompañar a esas conciencias hace siglos oprimidas?
Ningún derecho. Ni mi cuerpo, ni mi alma, ni mi infancia, ni mi precaria conciencia (que siempre estuvieron del lado del opresor) tienen derecho alguno de ofenderse por no ser parte de esta lucha. Porque lamentablemente aún habitan en mí muchos de los gestos patriarcales que, cultura mediante, desde la cuna he mamado, y porque esta lucha les pertenece por entera a esos cuerpos cansados de ser masacrados, no me asiste derecho alguno de acompañarlas.
Hasta que nuestras fálicas mentes dejen de naturalizar su muerte, hasta que podamos mirarlas sin vergüenza a los ojos, y hasta que ellas nos convoquen a caminar a su lado, tendremos que ser nosotros, los machitos patriarcales, los que debamos quedarnos en nuestras casas viendo como un nuevo orden ético avanza.

domingo, 16 de octubre de 2016

Mi mamá no es la mejor mamá del mundo.

Mi mamá no es la mejor mamá del mundo. Incluso sé que ese titulo, el de "mejor mamá del mundo" la incomodaría. Además supongo que decir que uno tiene la mejor mamá del mundo, es un poco narcisista, quiero decir creer que como es "Mi Mamá" eso la convierte en la mejor me suena un poco egocéntrico, y ello supondría implicitamente que si ella es la mejor mamá del mundo, yo soy el mejor hijo del mundo. Pues no. Ni ella es la mejor mamá del mundo, ni yo ni mis hermanos somos los mejores hijos del mundo.
Aunque para mi haga las mejores milanesas del universo, aunque sus ñoquis no tengan parangón,y sus sanguchitos de jamón y queso sean adictivos para sus hijos y sus nietos, mi mamá no es la mejor mamá del mundo. Ni quiere serlo.
Mi mamá es de esas mujeres que rechaza los reconocimientos y se dedica a devolver con un sonrisa gentil cada uno de los elogios. Nunca le gustaron esos títulos, ni de mejor mamá, ni mejor cocinera, ni mejor abuela, ni mejor laburante, ni mejor hermana, ni mejor nada. A mi mamá no le gusta la competencia.
Como todas las personas mi mamá tiene un puñado de virtudes y tantos otros de defectos, se enoja un poco cuando hacemos algo que nos pone en riesgo, (pese a que ella nos advirtió), frunce el entrecejo y su sonrisa desaparece si usamos el celular en su casa, se molesta si insistimos en preocupamos mucho por su salud, y tiene el defecto de nunca pedir nada, aunque yo sepa muy bien cuanto se alegra con una llamada o una visita a tomar unos mates. Y si bien a veces me gustaría que se revele contra las injusticias que como mujer ha sufrido, y le digo unas palabras creyendo tener razón, ella me mira en silencio mientras me ceba otro mate, y en esa mirada entiendo una sabiduría que mi soberbia todavía no comprende.
Si como decía Ulloa, la vida oscila siempre en transitar entre espacios de la crueldad y espacios de la ternura, mi mamá se ha dedicado, en un ejercicio permanente, a llenar nuestros días de ternura. Y si como también dicen por ahí, ser madre no es solo una palabra sino sobretodo una función, mi mamá ha cumplido amorosamente esa tarea, y le ha dado a esa palabra el más genuino de los significados.
He visto a mi mamá cansada, la he visto llorar, la he visto frustrada, la he visto equivocarse, la he visto gritar, la he visto triste y la he visto enojada.  Pero nunca la vi habitar la crueldad, ni regocijarse en el dolor ajeno, ni usar la palabra para lastimar a alguien. Y aunque la vi pasar por todos esos estados, ahora que estoy lejos, (porque ella también empujo para que siga siempre mi deseo, aunque este me alejara de ella),  cuando la imagen de mi mamá acude a mi mente, está acude siempre sonriente.
Si, mi mamá no es, ni  quiere ser, la mejor mamá del mundo. A lo sumo ha querido ser la mejor mamá posible para mi y mis hermanos, dedicándose cotidianamente a ser una fuente de cuidados, libertad y ternura.
Pero como yo también peco de narcisista, y como estamos en este día, (en que nos impusieron celebrar su día), voy a tener que contradecirme, y espero nadie se me ofenda, pero si bien, como ya dije, mi mamá no es la mejor mamá del mundo, hay algo que tengo que confesar, una cosa en la que mi mamá si es la mejor mamá de todas: No hay nadie, ninguna, ningunita, en ningún lado que abrace como abraza mi mamá.
Si, y como diría Oliverio,  - en esto soy irreductible -,  mi mamá es sin dudas la dueña del mejor abrazo del mundo.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Manuales

Te juro que cada vez que me mirás así, me dan ganas de prender fuego todos los manuales.
Y últimamente eso me pasa más seguido, cada vez que voy a visitarte salgo del hospital contrariado, preguntándome que carajo hago ahí adentro, a que voy día por medio creyendo que mi visita puede hacerte bien, con todas mis teorías en la cabeza, esas que me enseñaron hace unos años en la facultad, esas mismas que incluso ahora yo enseño, y que se vuelven inútiles en el mismo momento que me miras con esos ojos. 
Porque antes, en las primeras visitas, cuando todavía me hablabas me sentía útil, y salía con la tibia sensación de que quizás mi presencia servía para algo, algo más que para justificar un sueldo. 
Pero ahora ya casi no hablas, supongo que andas cansado de tanto médico que entra y sale, con tu mamá mirándote preocupada cada vez tenes quimioterapia, viendo cómo te cambian el suero y la sonda a ver sin engordas un poco, porque si no engordas "no va a aguantar el tratamiento" dicen los doctores.
Entonces llego yo con un cubo mágico, o alguna historieta que me pareció que podía gustarte, haciéndote algún chiste futbolero, y vos me clavas esa mirada llena de significado, esbozando una sonrisa por pura cortesía.
Y tu mamá nos deja solos, creyendo que quizás a mí me decís algo, que por ahí me contas porque no tenes ganas de comer, y andas ofuscado todo el tiempo, pero nada de eso ocurre últimamente. 
Vos solo me miras en silencio, y ese silencio me incomoda, el aire se vuelve espeso y entonces yo empiezo a decir lo que dicen los manuales, tiro frases hechas, hablo de que esto es largo, que es un proceso, que tenes que aguantar, que esto es paso a paso, que de a poco vas a estar mejor, y por dentro mío me siento un idiota, porque la verdad es que no se si eso va a ser así, porque esta es una enfermedad de mierda, de esas que nadie merece, y menos un pibe de tu edad Juan. Pero para eso estudie, para trabajar con la palabra, para levantar ánimos, para aliviar angustia. Y mientras digo estas palabras inútiles me seguís mirando, y pienso en la transferencia, en el deseo, en la pulsión de vida versus la pulsión de muerte y me siento cada vez más idiota ante tus ojos grandes y redondos, que me confirman que los manuales no sirven para nada, y pienso que haría Mabel en este momento, ella que me enseño tanto.
Y a veces me susurras una palabra, un sí o un no, porque siempre fuiste respetuoso, sospecho que esperando que me vaya rápido, que te deje tranquilo porque al final soy uno más del montón que entra y te dice lo que tenes que hacer, y vos en la cama con tus catorce años, cada vez más flaco, lleno de cables y con ganas de dormir otro rato.
Y antes de irme te miro una vez más, cruzando nuestras miradas un instante, y yo veo tanto brillo en tus ojos, Juan, ese brillo intraducible que tiene la esperanza, y recuerdo otra vez una frase de Cortázar, y como siempre Julio me es más util que Freud y Lacan, (aunque mis colegas se molesten), y sin decirte nada te miro fijo, y te quiero decir eso que de otro modo no puedo, eso que solo el encuentro cara-a-cara ofrece, como dice Nadia, ese donde tu misterio y mi misterio ya no tienen rótulos Juan, y yo no soy psicólogo ni vos sos mi paciente, y solo somos dos personas mirándose, Vos y yo Juan, y decirte con mis ojos que todavía falta mucho, que tenes catorce años, que todavía te falta un montón, que todavía te falta enamorarte Juan, ir en bicicleta con el corazón en la boca yendo a ver a  la chica que te gusta, que todavía te falta llorar cuando esa misma chica te rompa el corazón, que todavía te falta emborracharte con tus amigos, y equivocarte mil veces Juan, y que por eso voy a seguir viniendo, que eso haría Mabel también, que yo voy a seguir viniendo a verte, y que voy a quemar todos los manuales antes de entrar al hospital, que voy a seguir viniendo aunque nos quedemos en silencio, hasta que todo esto pase, y vos te vuelvas a tu pueblo con tu gente, y te alcance este texto para que leas, y vos me regales esa sonrisa amable una vez más, porque si Juan, porque si le vas a ganar a esta enfermedad de mierda, porque tus ojos son un discurso, porque están llenos de esperanza, y como dice Julio, la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. 



viernes, 16 de septiembre de 2016

Justo Ahora

"Otra vez uno de esos dolores. Si de esos medios hipocondríacos, esos que me agarran seguido y que ni vos ni yo terminamos de creer. Pero este duele de verdad, de esos fuertes, una puntada en la cabeza, en el lado costado de la frente, y duro todo el día, eso que ya tome dos Ibuprofeno y el dolor no se pasa, y me da miedo, ya sabes, porque vos sos media parecida (también en eso), me da miedo tener una hemorragia adentro de la cabeza, un acv, o alguna de esas cosas de las que hoy se muere la gente. Y se que puede sonar exagerado, pero entro en esos soliloquios internos pensando que me puedo morir, justo ahora, porque cuando uno piensa que se va a morir, piensa "justo ahora", lo que pone de manifiesto que por más que nos quejemos todo el tiempo y andemos insatisfechos deseando siempre otra cosa, vivir nos gusta, porque siempre hay un "justo ahora" por lo que está bueno vivir, y entonces pienso que no quiero morirme justo ahora que estoy con vos. Si, aunque suene medio cursi, que se yo, pero no quiero morirme justo hora que estamos juntos. 
Iba a decir justo ahora que te encontré, por esa famosa frase de Julio, esa de encontrarse sin buscarse, esa de Rayuela que tanto me gustaba a los vientitanto, pero decírtela ahora me sonaba a chamuyo, porque no se si te encontré sin buscarte, porque en el fondo, aunque lo negara todo el tiempo, y le dijera a mis amigos que la soledad era mi horizonte (y de verdad creía que lo era), en el fondo uno siempre anda con ganas de encontrarse con alguien, uno siempre anda buscando el amor, aunque a veces no lo encuentre, o se equivoque, o tropiece toda búsqueda es siempre búsqueda de amor, toda búsqueda es amorosa y entonces te decía, (perdona este desorden, pero sabes que hace mucho no escribo y ando como desafinado), no quiero morirme por esta puntada que tengo hace varias horas en la cabeza, y medio que te escribo sin creer que me va a pasar, sospechando que es otra conversión neurótica, pero recién cuando me servia otro vaso de cerveza pensé que quizás me podía morir en serio, y que si era un acv o algo de eso, y yo me iba a a morir justo ahora que estoy con vos, justo ahora que los días son mas livianos, que ya no me entretengo creyendo que la vida es un drama ni me creo Romeo perdiendo a Julieta todo el tiempo, o condenado como Oliveira a buscar siempre a la Maga.
Justo ahora que las cosas son mas sencillas, ahora que los días son más leves, y pienso en plural todo el tiempo, ahora que tomarnos unos mates es nada más que tomarnos unos mates, y prendemos un fuego dos por tres, y planificamos vacaciones, y me atrevo a hablar de futuro y pensar en un para siempre ya no me asusta, pese a ese poema mio, ese que se llamaba "Mientras" que tuvo algunos me gusta en facebook, justo ahora que pienso en un para siempre y no en un mientras, aunque sea un cosa pava, una cosa lúdica, formas de decir lo que no nunca se podrá decir bien, y que ya se dijo de todas las formas posibles, me agarra esta puntada en la cabeza y tengo miedo de morirme.
Justo ahora que nos reímos por cualquier cosa, que festejas mis chistes idiotas, y yo me siento feliz cuando lo haces, porque me encanta ver como sonreís con toda la cara, y me gusta contar las veces que lo haces, las veces que te reís, y hoy lo hiciste trece veces por lo menos, y lo haces cotidianamente sin saber que a mi me duele la panza cada vez que lo haces y me siento medio estúpido, enamorado las trece veces, como cuando te reíste hoy mirando un vídeo de tu sobrino, o de como me quedaba el boxer o escuchando el audio de tus amigas, incluso cuando te reíste de mi miedo a morirme por este dolor de cabeza, si, incluso cuando te reís de mis fantasmas me siento bien con vos, tan bien, tan contento, que no quiero morirme justo ahora que me regalas tu sonrisa todos los días, justo ahora que te escribo estas palabras y te espió de reojo para ver si sonreís catorce veces. "

martes, 12 de julio de 2016

Llegada

"El amor no es un punto de partida,
es un punto de llegada" 
Fabio Lacolla


Hace días busco las palabras justas, 
las palabras necesarias,
hace días busco regalarte
un verso digno, 
salir de esta parálisis que 
no me deja escribir ni escribirte.

Hace días me esquivan los
verbos,
 ningún adjetivo me parece suficiente,
y cierta frustración me
embarga por no poder devolverte
un verso que se corresponda 
con la alegría de compartir tus días conmigo.   

Es que quiero escribirte algo decente,
algo de aquello que alguna vez te llevó a leerme,
dedicarte un párrafo apropiado,
una metáfora inteligente,
 pero comienzo a sospechar 
que es una tarea inútil.

Porque es cierto que alguna vez
escribí un libro,
 que este llego por azar a tus manos,
y que tal vez sin él nunca te hubiera conocido.
Pero empiezo a comprender
que ese libro quizás solo fue
una excusa,
una suerte de mapa que me
trajo a Buenos Aires,
sin más sentido
que el de cruzar tu camino con el mio.

Y si esto fuera así,
si todo lo escrito fue una
coartada para encontrarte,
si todo lo que
alguna vez fue literatura
hoy lo llena la literalidad de tu rostro,
y ya no me son necesarias las metáforas,
ni las poesías,
y el oficio de escribir
ha huido de mi para siempre,
no dudaría un instante en
celebrarlo.

Porque desde hace un tiempo,
desde la noche de las cervezas, risas y
buscapina,
tus gestos fueron llegando
siempre antes que mis palabras.
 insistiendo en cuidarme,
en hacerme los días leves,
ahuyentando fantasmas,
desatando todos los nudos que me habitan
con tan solo pasar tu mano por mi cabeza.

Y por eso cuando te veo venir corriendo con frió,
metiéndote de un salto en la cama,
comprendo que quizás
el amor era un cuerpo y no una palabra,
quiero decir,
 las palabras eran el punto de partida,
y tu amor el punto de llegada.



viernes, 15 de abril de 2016

Eufemismo

Es difícil ser directo en estos tiempos.
La tarea de vomitar decires francos
cuando la cosa dolió tanto. 

Por eso uno anda con eufemismos,
como si todo el dolor pasado
nos obligara a hacer rodeos,
a darle vueltas a los verbos
para no tener tanto miedo. 

Quizás sea la experiencia,
 eso que llaman madurar,
 una adultez cobarde  
que nos empuja a tomar distancia,
ignorando acaso,
que el amor es siempre 
una nueva infancia. 

Por eso cuando te digo lo que te digo,
me miras sabiendo que es otra cosa,
y pones tu cara indulgente,
llenando de paciencia 
 mis palabras urgentes. 

Y cuando te mando un emoticón,
un estúpido corazón que late, 
o escribo te quiero de atrás para adelante,
solo estoy dilatando esta certeza 
que me habita desde que tus días
se confundieron con los míos.

Si, es difícil ser directo en estos tiempos,
esto de permitirse el amor de nuevo,
por eso me lleno de eufemismos,
de circunloquios suaves,
de palíndromos y anagramas,
de cualquier excusa que la gramática
me regala.

Y no creas que es fácil,
ya sabes que vivo atolondrado, 
que más de una vez me muerdo la lengua
cuando me abrazas fuerte,
y me quedo en silencio
callando este aullido permanente. 

Entonces te escribo esta poesía torpe,
este rodeo innecesario,
para que te diga lo que yo todavía no puedo,
porque ya ningún emoticón alcanza,
 ni el oreiuq et en anagrama,
y aunque todo el miedo me invada 
yo te amo desde hace tiempo
y que esta poesía fue solo una excusa
para decirte esas palabras.
.



















martes, 8 de marzo de 2016

Ovarios

Pido disculpas pero nuevamente no me sale festejar este día. No entiendo que felicidad debería
esconderse un día como hoy,ni entiendo las flores, los bombones ni los dos por uno en los restoranes.
Y no quiero pecar de pedante, soberbio o amargado, simplemente que algo de todo
me llena de contradicciones.
Porqué ha de celebrarse la condición de mujer en el mismo momento en que se las viola, golpea, cosifica, y mata.
No hay nada festivo hoy, lo que si hay, es una una perpetua naturalización de su lugar de falta, y por ello mi urgente necesidad de reivindicar su lucha.
Las trabajadoras de Chicago por las que se celebra este día no solo eran mujeres,sino en su mayoría inmigrantes y pobres. Todas figuras de la alteridad negada.
Y no digo que este no sea un día necesario, lo que digo que no hay nada feliz en ello, si quizás la posibilidad de por un momento detener la maquina falocéntrica y cuestionar todos los significantes que se obstinan en construirlas incompletas.
Es decir quizás hoy se trate más de tomar conciencia de la cotidiana opresión ejercida
por el solo hecho de no ser "hombres", que de festejar su condición de género.
Seguimos creyendo que la normalidad es patriarcal, y eso nos da el derecho natural
de poseerlas y matarlas.
Hace poco tiempo entendí, que el sufrimiento no debe renunciar jamas a la lucha y la ternura, y eso se lo debo a todas las mujeres que han llenado de amor mis días pese a toda la violencia recibida.
No creo que a las mujeres les falten huevos, de lo que si estoy seguro es que a  los hombres nos hacen falta sus ovarios.




martes, 2 de febrero de 2016

Advertencia

Si iba a ser así, 
Si yo iba a andar con esta cara,
si te me ibas a meter todo el día en los ojos,
si iba a andar a los tropiezos.
me hubieses avisado antes.

Si iba a ser así,
si iba a andar falto de sueño,
si iba a mirar setenta y siete veces
por minuto el celular,
si iba a llegar tarde a todos lados,
me hubieses avisado antes. 

Si iba a ser así,
si iba andar como asfixiado,
contando las horas para verte,
preso de una ansiedad infantil,
casi sonámbulo
me hubieses avisado antes. 

Si iba a ser así,
si te ibas a volver una urgencia,
una compulsión por rascarme con tus manos,
una intensidad que desborda,
me hubieses avisado antes.

No pedía mucho,
un aviso,
un susurro, 
una sugerencia amable, 
un poco de honestidad,
una advertencia
de que serias demasiado.

Quiero decir,
tal vez deberías andar con un cartel de precaución a cuestas,
como una señal al costado del camino,
o un prospecto,
una letra chica,
cualquier información que advierta
los riesgos de enamorarse de vos.

 Porque ahora ya es tarde,
es inefable,
ahora ya estas debajo de mi piel,
y no hay advertencia posible,
ahora ya estoy moroso por tu lengua,
no hay forma de sacarte de adentro mio,
ahora estoy desnudo.

Entonces quizás podría
haber elegido,
creer que tenia decisión en todo esto,
que fue un voluntario acto,
y no sentir como ahora,
que fui arrasado por completo,
que soy una voluntad pendiente de la tuya,
que espera sin opción alguna
 todos  y cada uno de tus gestos.
















Los otros

Yo se que a vos no te importa,
que quizás hasta lo festejas.
Que para vos quinientos
puesto de laburo de un lado,
doscientos de otro,
y los ciento cincuenta mil que suman
en total son solo un número.
Que atrás de eso no ves rostros ni historias.

Sé que también pensas que
seguro no fueron treinta mil,
que eso fue un verso,
y que los derechos humanos son un curro.

Y sé que ahora es más fácil decir
que son todos lo mismo,
que al final son todos chorros,
y que soles confundir la política
con lo político.

Que vos sos un tipo hecho y derecho,
vos pagas tus impuestos
 que a vos nadie te regaló nada,
y que te ganaste todo solito.

Sé que te gusta decir ñoquis,
negros, vagos, o
choriplaneros.
Que escupís tu veneno,
todos los adjetivos aprendidos
 para anular al otro, 
ese que no tiene nada que ver con vos,
y te tiras a mirar la tele
para ver lo que no pasa.

Sé que vos queres un estado
eficiente y eficaz,
que elimine la grasa que le sobra,
un estado rubio y blanquito,
como cada vez que te miras en el espejo.

Sé que queres un país normal,
y que vuelva al mundo,
porque te han enseñado
que la normalidad es europea.

Y sé que cuando te toque a vos,
y te peguen en el bolsillo,
que es el único sentimiento que te duele,
repetirás "piquete y cacerola la lucha es una sola",
y cuando la cosa se te acomode,
los piqueteros serán otra vez "los negros"·

Y sabé también que tu odio
no es tuyo,
que sos lo que han hecho de vos,
y que cuando eso pasé,
y el enojo se te vuelva tristeza,
estaremos para abrazarte,
con la esperanza de que la próxima vez
entiendas que los otros,
siempre fuimos nosotros.  











viernes, 22 de enero de 2016

Razones para no ir al peluquero

Hace días que ando con ganas de cortarme el pelo.
Ya me cuesta peinarlo, los rulos andan desprolijos  
y siento que tengo un plumero en la cabeza. 

Y cada vez que lo digo, 
cada vez que te lo cuento, 
vos me decís que no. 
Que te encantan mis rulos,
 que estoy bien así, 
entonces dudo y finalmente lo postergo.  

Pero resulta que después voy a trabajar, 
o ando por la calle, 
me miro en algún espejo 
y otra vez me vuelve la idea 
de que tengo que cortarme el pelo. 

Desde hace días ando así. 
Esta burguesa sensación de que tengo un plumero 
que muere en el mismo instante que me decís que te gusta así, 
y me acaricias el pelo, 
y tus dedos se ponen a jugar en mi cabeza. 

Y recién,
mientras el espejo de un ascensor
 me devolvía otra vez a la certeza de que tengo el pelo hecho un caos, 
miré mi imagen desprolija,
y comprendí que era un idiota.
Que no sabía el error que acaso estaba por cometer 
por culpa de este narcisismo obsoleto. 

Porque no es cierto que quiera cortarme el pelo,
pues yo no necesito ninguna prolijidad que prescinda de tu mirada, 
lo que yo quiero, 
lo que yo realmente quiero, 
es ser visto por tus ojos todo el tiempo, 
esos cuya miopía me ven hermoso pese a mis faltas, 
y ser acariciado por tus manos, 
esas pequeñas manos 
que hace días eligen acariciarme el pelo
hasta que nos llega el sueño.

Milanesas

A Mamá
Yo sé que no puedo manifestar
deseo sin que intentes satisfacerlo,
y que siempre estas ahí pendiente,
incluso cuando aparentas no hacerlo.

Yo sé que te pido milanesas
y al otro día las tengo,
o digo al pasar como me gustan
tus berenjenas, y al rato nomas,
tengo un frasco lleno.

Sé de tu ejercicio permanente 
de llenar agujeros,
de zurcir con hilo y aguja
tus dolores para que no se noten,
y de tu mirada llena de indicaciones
cuando la comida es poca
y la visita es mucha.

Y sé que quizás cada vez que me voy,
mientras yo me despido de los amigos,
me armas el bolso a escondidas,
dejando tu tristeza afuera para que nada
demore mi vuelo.

Y también sé,
que cuando haces así con la mano desde la reja,
sonriendo como si mi partida no importara,
por dentro estas llena de temores,
de esos miedos bien maternos.

Por eso, cada vez que me voy de casa,
y dejo atrás el pueblo, 
con esta necesidad nómade de 
seguir buscando eso que no sé que quiero
(y que a vos te gustaría encontrar para mi,
si supieras que es lo que quiero),
yo me voy lleno.

Y me llevo milanesas,
y me llevo berenjenas,
y me llevo un nudo en el pecho
por cada uno de tus gestos,
por tu amor que tanto da en silencio, 
y me llevo,
sobre todo me llevo,
tu forma de regalarme
libertad todo el tiempo.



viernes, 15 de enero de 2016

Astronauta

Cuando ya me había acostumbrado a la tierra,
cuando andaba con los pies bien pegados al piso,
con los pasos seguros,
y la semana empezaba los lunes
y terminaba los domingos,
venís vos y me lanzas al espacio.

Cuando ya no me importaba la astronomía,
ni soñaba con pisar Marte, 
ni contaba días,
ni extrañaba la luna,
venís vos y me pones a gravitar.

 Quiero decir,
apareciste con tu sonrisa escafandra,
y me pusiste a flotar todo el día,
a saltar de estrella en estrella,
convirtiendo tu presencia en oxígeno,
y perdiendo toda noción de tiempo.

Y así ando,
 pisando nubes, 
mientras mis amigos me buscan en Saturno, 
y yo que te miro,
sonrío,
y floto,
levitando en una galaxia con tu nombre,
 entendiendo que me había acostumbrado a la tierra
como un niño frustrado
que creyó imposible llegar al cielo. 

Hasta que llegaste vos con tu abrazo propulsor,
con tu amor sideral,
y me convertiste para siempre
en astronauta. 
.