Alguna vez fui solido.
Todo lo que sabía era cierto.
Las certezas caían de mi boca,
y tomaba decisiones,
y no dudaba,
y la verdad tenia mis argumentos,
mi geometría,
mis deseos,
mi fe.
Después todo empezó a disolverse.
Perdí solidez.
Me fui dejando arrastrar por otras voces,
me volví un río deseos de otras bocas.
Aburrido de querer tener razón,
dejé de gritar,
y comencé a fluir por todo
lo que me conmoviera.
Ahora quizás solo quede evaporarse.
Flotar entre los otros sin pretensiones.
Sin la mirada hostil,
ni la palabra pedante.
Ser una presencia invisible,
un viento que roza y no arrasa.
Un aire imperceptible
para aquellos que quieran respirarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario