"Siempre acabamos llegando a donde nos estaban esperando" José Saramago.
Me recuerdo en ese pasillo antes de rendir el
concurso.
Al lado una cordobeza aún sin nombre,
dos anónimos psicólogos sin saber bien que hacían
ni a donde iban.
Recuerdo a una jefa de cátedra a la que siempre le
falto lo primero,
pero abundo en lo segundo.
Recuerdo mi ambición pequeño burguesa,
mi grafo librito de Lacan bajo el brazo,
mis delirios de grandeza,
algunas pequeñas ideas panópticas
y mis miedos sin barba.
Recuerdo un azar que nos favoreció,
un camino que empezamos a transitar de a tres
hacia un horizonte poco claro,
y sobretodo recuerdo una asombrosa complicidad
primera.
Recuerdo prácticos en el piso por la escasez de
aulas,
y recuerdo un estúpido intento por impresionar a
los que me escuchaban.
Recuerdo que de pronto el camino se fue haciendo
solo,
que las dudas fueron minando mis certezas
psicologisistas,
mi normalidad a diagnósticos,
que Skliar me entraba como una basurita en el
ojo,
y que no sabía cómo ponerle los guiones al
cara-a-cara.
Recuerdo largas discusiones que nos acronopiaron
y también recuerdo algunas caídas que no dolieron
tanto.
Recuerdo que la ignorancia me fue llenando,
que las certezas ahora solo me servían para sonarme
los mocos,
que mis miedos tuvieron su primera barba,
y recuerdo a los compañeros Artepidoles enseñándome
que la ética es antes que todo,
un acto.
Recuerdo que el horizonte se fue aclarando,
que nos fuimos mimetizando,
recuerdo un rostro que nunca se supo jefe
dándome libertad a cantaros,
dejándome aprender a enseñar,
confiando en mí,
llenándome de gestos que nunca explicarán estas
palabras.
Recuerdo la amorosidad constante de mis
compañeras,
de mi "jefa" Nadia, de mi
"Superyoica" Carla,
perdonándome mi eternas retraídas solipsistas.
Recuerdo a Liniers charlando con Marx,
a Quino con Foucault,
a Kant con Cortázar,
y los tres buscando enseñar a carcajadas.
Y hoy, cuando miro para atrás y miro el camino
recorrido,
cuando escucho las voz del otro que hoy nos
agradece,
la voz que habla de equipo,
hoy que siento la piel de gallina,
recuerdo aquel día primero con gratitud,
ayer convencido de soberbios saberes,
hoy celebrando ignorancias,
orgulloso del camino construido,
de los amigos conocidos.
Y sobre todo agradezco a mis compañeras de viaje,
ayer dos otredades azarosas,
hoy dos alteridades necesarias,
agradezco profundamente ser parte de
esta cátedra,
en la que poco he enseñado,
y de la que tanto he aprendido.
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