miércoles, 26 de junio de 2013

Cátedra

"Siempre acabamos llegando a donde nos estaban esperando" José Saramago. 

Me recuerdo en ese pasillo antes de rendir el concurso.
Al lado una cordobeza aún sin nombre, 
dos anónimos psicólogos sin saber bien que hacían ni a donde iban.
Recuerdo a una jefa de cátedra a la que siempre le falto lo primero,
pero abundo en lo segundo. 
Recuerdo mi ambición pequeño burguesa,
mi grafo librito de Lacan bajo el brazo,
mis delirios de grandeza, 
algunas pequeñas ideas panópticas 
y mis miedos sin barba. 
Recuerdo un azar que nos favoreció, 
un camino que empezamos a transitar de a tres
 hacia un horizonte poco claro, 
y sobretodo recuerdo una asombrosa complicidad primera. 

Recuerdo prácticos en el piso por la escasez de aulas, 
y recuerdo un estúpido intento por impresionar a los que me escuchaban.
Recuerdo que de pronto el camino se fue haciendo solo, 
que las dudas fueron minando mis certezas psicologisistas, 
mi normalidad a diagnósticos,
que Skliar me entraba como una basurita en el ojo, 
y que no sabía cómo ponerle los guiones al cara-a-cara.
Recuerdo largas discusiones que nos acronopiaron
y también recuerdo algunas caídas que no dolieron tanto. 

Recuerdo que la ignorancia me fue llenando,
que las certezas ahora solo me servían para sonarme los mocos,
que mis miedos tuvieron su primera barba,
y recuerdo a los compañeros Artepidoles enseñándome
que la ética es antes que todo, 
un acto.

Recuerdo que el horizonte se fue aclarando,
que nos fuimos mimetizando, 
recuerdo un rostro que nunca se supo jefe
dándome libertad a cantaros, 
dejándome aprender a enseñar, 
confiando en mí,
llenándome de gestos que nunca explicarán estas palabras.

Recuerdo la amorosidad  constante de mis compañeras,
de mi "jefa" Nadia, de mi "Superyoica" Carla,
perdonándome mi eternas retraídas solipsistas.
Recuerdo a Liniers charlando con  Marx,
a Quino con Foucault,
a Kant con Cortázar, 
y los tres buscando enseñar a carcajadas.

Y hoy, cuando miro para atrás y miro el camino recorrido,
cuando escucho las voz del otro que hoy nos agradece,
la voz que habla de equipo, 
hoy que siento la piel de gallina, 
recuerdo aquel día primero con gratitud, 
ayer convencido de soberbios saberes, 
hoy celebrando ignorancias,
orgulloso del camino construido, 
de los amigos conocidos.   

Y sobre todo agradezco a mis compañeras de viaje,
ayer dos otredades azarosas,
 hoy dos alteridades necesarias,
agradezco profundamente ser parte de esta cátedra, 
en la que poco he enseñado,
y de la que tanto he aprendido. 












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