martes, 4 de junio de 2013

Cuatro Letras

Quien puede tomarse en serio que son solo cuatro letras.
En qué cabeza cabe la absurda pretensión de encerrar
esta bocanada de aire fresco en una palabra tan pequeña.

Pero sí, desde tiempos inmemoriales así lo han hecho.
Como guarda cárceles de sensaciones,
como imperialistas del sentido,
insisten en decirle amor, 
en escribirlo como amor, 
en castigar su inmensa libertad en esa celda de cuatro letras.

Como si la a, tuviera algo que ver con estos cocodrilos en la panza,
como si la m pudiera traducir algo de esta sonrisa compulsiva,
como si la o rozara de cerca esta sensación de manos en el cielo,
o como si la r final, 
fuera tan poderosa para terminar de sujetar lo insujetable.

Y claro que yo también soy culpable, 
que yo también soy cómplice de este absurdo, 
a veces por ociosidad, otra veces por costumbre
y la mayoría por desesperación,
 también acudo a estas estúpidas cuatro
letras para intentar explicarte lo que siento, ciruela. 

Bien sé que podríamos decirle zapatilla, tentempié, chosmalal,
o sacarina y de todas formas no alcanzaría.
Aunque le dijésemos reflujo, hipotenusa, sambayón o 
formulario seguiríamos muy lejos.
Hasta incluso si buscáramos palabras más grandes, 
si por ejemplo le dijésemos 
trinitrotolueno,
alcantarilla, 
cuchipandorcito 
o
telgopor, 
no se acercaría ni un poquito a esta arritmia cuando te veo,
a esta ansiedad espantosa cuando estás lejos. 

Sea lo que sea me seguiré resistiendo,
seguiré protestando,
lo seguiré intentando, 
porque no puedo aceptarlo ciruela,
no puedo tolerarlo ya ni una gramo,
no puedo seguir llamándole sólo amor 
a esta tonelada de vapor,
a esta cucaracha en la garganta,
a esta genuina e insoportable
necesidad de vos. 









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