sábado, 1 de junio de 2013

Ernesto

No fueron mas de cuatro o cinco cuadras.
Te pregunté cómo llegar al Mejunje y te ofreciste a acompañarme
con esa hospitalidad que transpira todo Cuba.
Mientras caminábamos, me preguntaste por mi país, por el gobierno, y
me empezaste a contar de lo difícil que era a veces,
no tener comida para tus hijos.
Te hice las estúpidas preguntas,
 esa prepotencia de extranjero que busca
entender,
 y al final conmovido por tu relato cometí el obsceno
acto de ofrecerte unos pesos.

Me miraste contrariado, y vi mi reflejo en tus ojos.
Me preguntaste mi nombre, y me dijiste que te llamabas Ernesto.
Me agarraste la mano y mientras te golpeabas con ella el pecho,
me decías que ojala la vida pudiera permitirte algún día,
devolverme el gesto.
Me ofrecías una sonrisa entre lagrimas,
y por un instante sentí habitándome en una mirada.
Nos despedimos con un abrazo.

No fueron mas de cuatro o cinco cuadras y recién ahora
  empiezo a comprender que jamas podre devolverte esa mirada,
que seré yo el que nunca podre devolverte el gesto.

Emedeerre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario