La foto cursi se resume con la imagen de Laura
corriendo hacia Martín, tirándose contra su pecho, esperando refugiarse en sus
brazos largos, en esa protección efímera, unos segundos más de juego antes que
el ocaso los vuelva a encontrar.
Desde que se habían separado él había decidido dejar
de salir, de frecuentar los lugares donde podían cruzarse, por eso cada vez que
los muchachos lo venían a buscar les inventaba alguna excusa, que tenia que
terminar un laburo, o que se iba a lo de su vieja que andada otra vez con
problemas de presión. Sus amigos sabían que por lo general nada de eso era
cierto, pero nadie le reprochaba nada, con esa complicidad muda que suele
habitar en la amistad. Claro que no por esto dejaban de murmura entre ellos todo
tipo de insultos para con Laura cuando Martín no estaba, sobre todo Santiago
que nunca la había soportado, “Todo esto por la yegua de Laura…y este boludo
que no se la puede sacar de la cabeza”, cosas así, por enumerar una de las mas
livianas.
Por eso cuando el Negro lo vino a buscar para ir a
tomar una cerveza con la excusa de que tenia que contarle unos problemas de
laburo dudo en aceptar, pero no podía negarse a acompañar al Negro que tan bien
se había portado cuando a él lo habían echado de la imprenta. Cuando llegaron
al bar miro disimuladamente pero no sin temor a ver si andaba ella por ahí, o
alguna de sus amigas, pero se tranquilizo inmediatamente al ver que no había Lauras
en la costa.
Como siempre una cerveza nunca era una cerveza, y de
los problemas de trabajo del Negro pasaron al futbol, a lo mal que esta jugando
el Albinegro, de lo buena que esta la hermana del cabezón, y de la guita que
nunca alcanza, y claro entonces Martín que no puede evitarlo y empieza a
escupir su veneno, y otra vez Laura en el centro de la mesa, invocándola desde
el dolor, y el Negro cagandolo a pedo con dulzura, que se deje de joder con esa
mina, le dice, y él asiente, acompañando las palabras de su amigo, convencido
de que tiene razón, que ya esta, que basta con esa mina que esta mas loca que
una cabra.
Y cuando se quiso dar cuenta el bar estaba lleno de
gente, y él con varios whiskys encima dirigiéndose miradas coquetas con la moza
que nunca había visto. Y no sabe bien en que momento fue que todo se fue al
carajo de nuevo, él bailando borracho en la pista con sus pasos ridículos,
sintiéndose libre por primer vez en mucho tiempo, y entonces una mano que le
toca la espalda y él sabiendo sin darse vuelta que era de ella, Laura tocándole
la espalda, y Martín queriendo morirse en el mismo momento que se da vuelta y
ella le sonríe, se abrazan espontáneamente, como si nunca se hubieran dejado de
buscar, se dicen palabras superfluas mientras el estomago se solidifica, la
garganta se cierra, sin saber como disimular los nervios que les muerden la
sangre, entonces Laura que lo mira desde abajo, su inmensa sonrisa llenándolo
todo, Martín cegándose, dejándose llevar por una fuerza que los trasciende, olvídanse
de las palabras del Negro que hace una rato nomás le parecían palabra santa, tomando
su cara entre las manos, esas manos de viejo de las que ella tanto se reía,
besándola como si fuera la primera vez, desesperado, bebiendo de eso labios que
esta seguro le pertenecen …..
Martín y Laura yéndose del bar, juntos otra vez, ante
la mirada del Negro que no lo comprende pero tampoco lo juzga, caminando sin
saber como seguir, sonriendo y llorando simultáneamente, borrachos de ellos
mismos, buscando el contenido para un continente cada vez mas lejano, y otras
ves las bocas buscándose, permitiéndose unas vacaciones tras tanto tiempo sin
encontrarse, y las palabras que no alcanzan, porque dos mas dos sigue dando
cinco, ¿Por que? ¿Por que no podemos encontrar la forma de estar juntos? ¿Por
que? Pregunta Laura, y Martín no sabe que decir, aferrándose a una esperanza
que esta de luto, repetir viejos axiomas ante viejos problemas, y en el fondo
la necesidad de permitirse equivocarse otra vez, vomitándose todo su amor
nuevamente, sin saber ni como ni cuanto ni para que, sabiendo que el cuando se termine
este oasis quedara otra vez el desierto, el estupido, infinito y solitario
desierto. Asumiendo que después de este pequeño recreo deberán volver a su
refugio hipócrita, a esa coartada que llaman realidad, con sus tiempos sus
distancias y su verdad de enciclopedia inglesa…
y Martín que no
puede dejar de sumergirse en la sonrisa eterna de Laura, esa que ahora esta
llena de lagrimas y rimel corrido, y otra vez abrazarse hasta que duelan los recuerdos,
buscarse las bocas con violencia para que las lenguas lleguen hasta lo mas
profundo de sus miserias, la necesidad de fundirse y de morir en ese oasis
inocuo, detener la cucaracha del tiempo que de todas formas los ignora, y
entonces la paloma que los caga, que los devuelve a la mierda cotidiana, forma
lúdica de terminar con el recreo, llenar de mierda la cabeza de Martín para
reírse de todo esto una vez mas, la Paloma
Mensajera dejando su mensaje.
Laura y Martín aceptando el final desarmados, sin
fuerzas ya, con los rostros empapados de lágrimas, de mocos, de rimel, de
mierda, de amor, y otra vez tener que separarse, el gusto a poco en los labios,
volver a besarse ingenuamente, pidiéndose perdón sin saber bien porque,
jurándose un amor que no les pertenece, dilatar todo lo que se pueda este
momento, ya esta todo lleno de arena nuevamente, ya están nuevamente en el
desierto, sintiendo la herida que los obliga a separarse, la sangre que tiñe la
arena, y tras unos pasos de distancias y unos te amo afónicos, Laura que vuelve
corriendo y se tira en el pecho de Martín, la foto que lo resume todo, la
verdad de la verdad, el pequeño sentido
del gran sinsentido, y Laura que se va, y Martín gritándole su amor desgarrado,
para que los testigos vean la foto, la cabeza de Martín llena de mierda, la
sonrisa de Laura llena de lagrimas, el ovillo que vuelve a deshilvanarse, la
sed nuevamente partiéndole los labios, la arena por todos lados, y solo queda
caminar sin saber a donde se esta yendo, suplicando por encontrar la respuesta
a la pregunta que se ignora, y entonces
el Negro que le estaciona al lado con su auto, que no le pregunta nada, que lo
lleva hasta su casa, Martín que quiere esconder las lagrimas para que el Negro
no lo rete, pero le negro sabe que la miseria amorosa es inevitable, por eso lo lleva hasta su casa en silencio,
disimulando ver sus lagrimas, y lo ayuda a sacarse las zapatillas, lo acuesta
en la cama, mientras Martín murmurando se jura que es la última vez que sale a
tomar una cerveza .
Emedeerre