jueves, 14 de febrero de 2013

Arena


Van cayendo ahí, simples e ignorados
van cayendo ahí, en un suicidio cotidiano
van cayendo pedacitos de desierto,
van cayendo esclavos del tiempo.

 Y mientras los miro fingiendo indiferencia,
viéndolos caer torpemente en su celda de cristal,
algo mío va cayendo de este lado. 

Y entonces cae 
una sonrisa que alguna vez fue mi universo,
caen las lágrimas de un amigo de la infancia,
cae el dedo de mi sobrina en el medio de mi mano,
cae un dolor que no supe gritarlo.

Como si cada grano de arena me fuera
desconstruyendo,
cae mamá preocupada por mis miedos,
cae una mirada insostenible,
cae una despedida que no lo fue tanto,
cae una boca pequeña,
cae una espalda con marcas.

Van cayendo ahí, 
pequeños hijos de cronos. 
Van cayendo inocuos y sin nombre
y con ellos van cayendo mis certezas,
van creciendo mis errores,
van faltándome respuestas,
van sobrándome silencios.

Ahí esta el viejo reloj de arena
con su panza llena de recuerdos,
abriendo su boca llena de tiempo,
masticando mi memoria
y entonces soy yo el que estoy dentro
soy yo el que está ahí cayendo,
soy yo inocuo y sin nombre,
soy yo que me voy 
desapareciendo. 












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