He decidido abandonar los relojes y los
calendarios.
Pues al parecer, mi tiempo es medido
por todo lo aun ignorado,
quiero decir, es la medida de lo desconocido
la que me inscribe en lo cotidiano.
Celebro esa puerta hermosa a la muerte
esa silueta virgen que aún no me ama,
que todavía se me escapa,
La medida de lo desconocido es el paso siguiente
al precipicio necesario.
Bendigo esa ignorancia me que hace eterno,
esa fuga de un pasado muerto e inmenso.
El segundo previo al mundo,
el instante oscuro al que toda libertad condena,
El grito que aun retengo,
la sangre que me hierve,
la espalda inexplorada,
el rostro todavía anónimo,
el sexo que aún no tengo,
la respiración entrecortada,
el dolor sin nombre.
El ebrio,
dificil,
e inevitable
destino de lo incierto.
Ese sea acaso,
todo mi calendario.
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