Yo no sé cuánto mundo necesito
quiero decir cuánto espacio ocupa una existencia.
También
ignoro cuanto tiempo me corresponde,
cuanto derecho cronológico puedo
llenar de errores.
Por
lo general esas preguntas me son insoportables
y mis necesidades ortodoxas
sufren de insomnio,
así
que, equivocarme todo el tiempo es mi decreto pasajero.
Cierto
es que no me pertenezco
y que he tomado prestada una lengua que hablan los
otros.
Pero toda omnipotencia
pretende lamer una boca
y la mía no es la excepción.
Por ensayo y error,
por intuición y certeza,
desde
adentro y desde afuera.
Y
aunque a veces lastime el desencuentro,
este monolingüismo no perecedero,
ya no
fastidia esta inquilina soledad,
esta triste sombra de mí
mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario