Nunca supe muy bien que de que me hablabas
y aunque te enoje saberlo ahora,
nunca
me interesaron mucho tus palabras.
Es que estas llegaban tarde, porque
antes,
mucho antes me abrumaba tu llegada.
Honestamente no me interesaba si
eras de Tauro
con ascendiente en Escorpio,
o eras rata de metal.
Tampoco podía concentrarme
en tus problemas de trabajo
y en lo mal que te llevabas
con tu hermana.
Quiero decir cuando me contabas
estas cosas,
yo ya estaba en otro lado.
Sabía que algo decías,
pero me
era ininteligible,
yo solo pensaba en mirarte sin ponerme colorado.
Cuando me hablaba de lo mucho que
te gustaban las plantas
y de tus poemas favoritos,
yo imaginaba como seria besarte en una
plaza.
Cuando de pronto me interrogabas, y
esperabas mi respuesta
me salía un tibio monosílabo y
vos me mirabas desconcertada.
Corría el riesgo de que mi
estupidez te asuste,
pero supongo que eras indulgente
con mi inocua cara de nada.
Es que mi panza era un panal de
abejas,
y masticando dudas pensaba
como tejer una
bufanda de manos para tu espalda.
Cuando me pedías
un consejo,
era como una puñalada
tenía que hacer un
esfuerzo horrible,
volver a este lado del mundo,
tirar una frase inteligente,
darte una palabra decente.
Ajam,
si,
claro,
y tenes razón
eran mis respuestas más elaboradas
Es que tu presencia me disociaba
y hasta
me dolían tus pestañas.
Puede ser que este amor no tuviera
gollete
que
vos necesitabas vomitar palabras
y yo te servía de palangana
Pero a mí todo eso me sobraba,
ya tenia tu sonrisa verde agua
ya tenia tu sonrisa verde agua
y mi esperanza siempre intacta.
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