miércoles, 30 de diciembre de 2015

Brújula

La mayoría del tiempo no sé.
Me despierto sabiéndome ignorante.
Como si los días fueran un constante limpiarse lagañas,  
buscando entender porqué el horizonte está casi siempre en otra parte.

Y no lo digo con pesar,
no lamento en lo más mínimo 
no tener la certeza de a donde me estoy dirigiendo,
esto de andar la vida con la brújula rota. 

Aunque haya veces,
muchas veces,
que tirado en la cama con dolor de espalda,
me pregunto porqué carajo esa decisión,
esta manía de vivir buscando
respuestas a las preguntas equivocadas,
esta impresión de ser extranjero
mío todo el tiempo.

Como si cierta incertidumbre me escindiera
y procurára hundirme en el olvido 
de las historias que construyeron mi historia,
como si eso que algunos llaman presente,
fuera consecuencia de causas que yo ignoro. 

Entonces otro año termina
de desnudarse,
y los inútiles balances intentan
repetir sus argumentos,
detenerse en el puñado de logros
 en la proliferación de faltas,
con esa capacidad neurótica de tenerme lastima
y sentirme victima porque no corrí con mejor suerte.

Y cuando me encuentro en ese ejercicio,
en el de revolcarme en mis desgracias,
acudo al espejo que son los otros,
y ese espejo retrovisor abunda en rostros profundos, 
en miradas cómplices,
en gestos cotidianos para combatir la indiferencia,
en la camaradería de aquellos a quienes nos duele
la estupidez del mundo,
en sonrisas sencillas,
en vasos llenos de vino,
en abrazos que son respuestas.

Entonces uno entiende, 
las historias que son mi historia
bombean mi sangre, 
una profunda gratitud me abriga,
como si en ese instante la vida
fuera un grito lleno de sosiego.

Y la espalda ya no duele tanto,
la brújula encuentra el norte, 
la alegría es horizonte,
y balbuceo todas estas efímeras palabras 
para significar de algún modo
esta constante necesidad de darles las gracias,
por los dolores bien merecidos,
por los errores compartidos,
por multiplicar caminos,
por la inmensa generosidad
de equivocarse conmigo.

Salud Amigxs!











,

Tal vez

Yo sé que vos tal vez esperabas otra cosa.
Que te gustaría la luna, 
que te hable del amor infinito,
y que le ponga tu nombre a una estrella
mientras miramos el cielo.

Yo sé que tal vez te gustaría escuchar más certezas 
de mi boca,
que describa una pasión arrolladora,
y te haga promesas de amor eterno.

Pero nada de eso hoy me nace.
Es que ya intenté bajar muchas lunas,
ya dilapidé estrellas mal bautizadas,
ya prometí infinitos con la pedante juventud
de creer saberlo todo. 

Pero hoy no puedo, 
hoy no quiero.
Y como no puedo regalarte nada de eso,
como algo de mí aprendió que el amor
merece más gestos y menos juramentos,
te ofrezco este amor sin pretensiones.

Porque aunque no te pueda bajar la luna,
puedo apoyarte mi mano en la panza 
mientras esperamos que el dolor se vaya.
Aunque ya no pueda prometer el infinito,
puedo preparar el mate cuando andás cansada,
y llenarte de besos la cara cuando me contás 
como te entristece el sufrimiento ajeno.

Ya no puedo asumir la prepotencia de
amar para siempre, 
No puedo exigir que vengas a completar mi mundo, 
pues quizás el pasado nos enseñó a ambos
que el amor es más sano
cuando se asume incompleto.

Yo sé que tal vez esperabas otra cosa, 
una pasión que desborde,
un futuro concreto
y que probablemente no sea el hombre de tus sueños,
pero ya no sé prometer lo que no tengo, 
entonces te ofrezco este calor sincero,
un abrazo buscapina cuando te haga falta,
una mirada atónita cuando sonreís en silencio.
te regalo este amor modesto,
y estas ganas profundas
de querer verte reír todo el tiempo.





















lunes, 30 de noviembre de 2015

Sueño

Freud decía que el
sueño era el guardián del deseo,
la forma que el inconsciente encuentra
para cuidar nuestro dormir.

Y son de esas frases que 
uno nunca termina de entender del todo,
y entonces voy y te sueño.

Estamos ahí en un sillón viejo, 
acurrucados charla que te charla, 
cómplices otra vez,
deseándonos desde palabras
que eran también caricias,
 vos afirmando
que el amor era cultural, 
yo contradiciéndote,
defendiendo ideas que no creo
sólo para para cruzar una pierna
entre la tuya
hasta hacernos un nudo.
Y que vos te rías
besándome la nariz,
y yo te devuelva
otro en el cuello
para quedarnos abrazados
con ese calor que solo
los cuerpos hablan. 

Y después esos saltos
que a los sueños tanto le gustan.
Vamos caminando de la mano por el barrio de mi infancia,
como una imagen cliché de esas que siempre evitamos,
creyéndonos originales,
 sin saber que el amor es acaso
 la más genuina de las vulgaridades.

Vos me contas de tus ganas de irte al extranjero,
y yo siento miedo,
y nos abrazamos fuerte
como tantas otras veces,
y un amigo cuyo rostro ignoro nos saca una foto,
acaso resumiéndolo todo.

Me despierto con ese calorcito en el aire,
con la sensación de que quizás Freud tenía razón,
y que el sueño cuida aquello que tan bien nos hizo,
que el inconsciente también tiene su manera de defenderse,
de llevarnos otra vez a brazos que quisimos mucho,
y entonces me apuro a cerrar los ojos de nuevo,
antes que el calorcito se vaya,
con ganas,
mucha ganas,
de que me des otro beso en la nariz. 




  














lunes, 23 de noviembre de 2015

Lo Político

Hoy amanecí triste, sabes.
Pero es una tristeza rara,
una tristeza nueva,
una tristeza extranjera.

Y me siento a buscar su génesis,
a ponerle palabra a esta nudo antiguo
que hoy tiene otra forma, y 
quizás alcanzo a comprender. 

Porque de todas las tristezas
que he explorado, nunca
en todos estos años había
conocido la tristeza política.

Déjenme ser más claro, 
no es que sea tan joven pero 
es la primera vez que
mi deseo es no correspondido,
porque para ser más exacto
era la primera vez que tenia
un deseo político.

Y absténganse los psicoanalistas
y los amigos militantes, 
de acusarme con el dedo.
Porque les guste o no les guste,
lo político se ha hecho carne
y palabra en muchos de nosotros,
que hemos crecido creyendo
que la política estaba siempre en otra parte. 

Entonces veo a mi sobrina 
preocupada por la masacre en Siria,
y veo a la juventud levantando sus banderas,
y veo a mucho de nosotros defendiendo derechos
conquistados, 
y veo también a muchos de nosotros, 
pidiendo un cambio
y veo a muchos de nosotros eligiendo el blanco.

Y digo nosotros, porque no creo
en eso de que los malos sean los otros,
siempre pero siempre se trata de nosotros,
y aunque me aterren los globos sin sentido
aunque me de miedo el amarillo 
vació de contenido, 
y sienta que hablan de democracia
 con el odio en los bolsillos,
no te diré facho, gorila, ni cipayo.
No usare ningún adjetivo que
te encierre ni te excluya de tomar un mate conmigo,
pues sinceramente creo que el enemigo
sigue siendo el capitalismo. 

Pero si defenderé el derecho a esta tristeza,
esta paradójica tristeza que enuncia una alegría,
la del deseo no correspondido,
la de por primera vez
sentir el desamor político.

Y esa metamorfosis como pueblo
esgrime otro sentido,
pues no podrán ya privatizar la esperanza,
no podrán ponerle rejas a la poesía
ni podrán exportar la militancia.

Esto no es el fin de nada.
Quizás sea apenas el reinició
 de un recorrido,
ese que hace varios años 
las botas quisieron ver extinguido. 

Nos han devuelto a muchos
 el amor a lo político,
ese fue el cambio con contenido,
y el más amoroso de los caminos.















martes, 10 de noviembre de 2015

Gol

Así como andás ahora en las canchas
de fútbol, 
proyectándote y apareciendo 
por el lateral,
apareciste en mi vida. 

Es decir, apareciste por el costado,
cuando ya no te esperaba,
porque yo era el menor de los hijos
y con mis dieciocho años
nada indicaba que iba a tener un hermano menor.

Pero sí, viene papá y me dice que voy a tener
un hermano, y un reflejo egoísta me invadió,
una absurda sensación de incertidumbre ante 
ese nuevo horizonte que se me habría.

Y en el aprendizaje constante de los días
entendí el mensaje vital que había en todo esto, 
porque la vida me ofrecía la oportunidad de hacer
lo que otros hicieron conmigo, 
de ser hermano mayor y cuidar de vos,
como mis hermanos lo hicieron conmigo.

Y entonces llegaste hermoso y sereno,
como hasta ahora, 
siempre con una sonrisa,
un gesto educado,
en silencio, 
intentando quizás hacer el menor ruido posible.

Y fuimos construyendo nuestro lazo,
pese a las circunstancias que nos mantuvieron
en distintas casas,
intentando estar presente todo lo posible, 
mientras vos crecías y me enseñabas
a tener un hermano menor. 

Y ahora que han pasado dieciséis años ya,
dieciséis años desde que papá nos dió la noticia,
y mi estómago se hizo un nudo egoísta,
agradezco profundamente tu existencia,
la curiosa manera que la vida encuentra
para mostrarnos siempre cuán ignorantes somos,
agradezco tus preguntas que me hacen sentir importante,
aunque no tenga casi ninguna de las respuestas, 
la confianza que depositas en mí para contarme de tus alegrías
y tus tristezas,
y sobretodo agradezco cada abrazo cómplice que nos damos,
con la boca llena de gol,
la excusa perfecta para seguir eligiéndonos. 













domingo, 25 de octubre de 2015

Adiós (segunda parte)


Me gustaría decirte que sí,
que yo también.
De verdad me gustaría
darte el abrazo que me pedís,
abrazarte con tanta fuerza
y no soltarte más.

Y lo intento,
 hace tiempo que lo intento,
hago fuerza para que mis brazos
te sostengan como ansiás,
para envolverte con la precisa
manera que tu cuerpo merece. 

Pero no puedo, 
por más que mi voluntad
quiera satisfacer tus ganas,
por más que cierta gratitud 
me obligue a querer date el abrazo justo,
mis brazos se resisten.

Y en silencio lo sabemos,
aunque tu espalda insista en
acurrucarse junto a mí,
buscando acaso mi abrazo perpetuo,
vos y yo sabemos que es inútil,
que el amor prescinde de voluntades,
y que es imposible forzar el deseo. 

Entonces quizás solo quede
 asumir que mis brazos fatigados
ya no pueden abrazarte,
y regalarte un último gesto amoroso,
 la libertad necesaria
para que encuentres ese abrazo suficiente,
ese que ya no quiera soltarte. 
















domingo, 4 de octubre de 2015

Algoritmo

Si pudiera decirte algo, 
si no me quedara mudo 
cuando tu cara es un algoritmo,
si supieras que mi silencio 
es la infantil manera que encuentro
para decirte tanto.

Pero siempre me encuentro con
ese conjunto ordenado
y finito de gestos, 
primero la sonrisa inmensa que te rosa las orejas,
para luego entrecerrar los ojos,
mientras amanece el sol en tu cara,
generando un nudo en mi panza,
y un deseo afónico
que me camina todo el cuerpo. 

Si pudiera contarte de mis imágenes,
y de mis dudas,  
enumerarte mis ignorancias 
y mis pesares,
si no me miraras así,  
obligándome a mirar para abajo
todo el tiempo. 

 Entonces disimulo mis cachetes colorados
mirando el piso,
y no me salen las ideas,
y se me lengua la traba,
y la piel es todo escalofrió. 
 y tengo de nuevo siete años,
y me muero de vergüenza.

Es que cuando sonreís así,
como si le dieras cuerda al reloj del mundo,
no puedo contarte de mis inútiles poesías,
que detesto los números pares,  
que colecciono broches rotos, 
y que nos vamos a casar algún día.

Si pudiera decirte algo, 
si supieras todo lo que pasa de este lado,
si tu sonrisa no diera inicio a ese algoritmo irresoluble,
sabrías que mi silencio no es cobardía,
y solo es la espontanea respuesta
 de este niño  
al que vives sonrojando.  








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viernes, 4 de septiembre de 2015

Mil palabras

No todos somos Aylan,
Aunque nos rasguemos las vestiduras,
aunque nos indignemos frente a la computadora,
aunque incluso la tristeza nos pertenezca un momento,
No todos somos Aylan.

Porque sospecho que esa generalización,
es una forma de banalización.
La forma moderna y mediática
de sentirnos víctimas,
de limpiar nuestras conciencia,
y no sentirnos jamás responsables.

La foto es la de un niño ahogado.
La imagen dice más que mil palabras.
Y aunque usemos todos los adjetivos,
busquemos todas las explicaciones,
y echemos todas las culpas,
los niños seguirán muriendo.

Un niño ha muerto,
cinco niños han muerto,
miles de niños seguirán muriendo.
pero sus rostros no tendrán fotografía,
y los fotógrafos del mundo
no alcanzarán nunca para
retratar a los autores de esas muertes.

Y cuando pase el estupor,
la maquinaria de la muerte seguirá su proceso,
y volveremos la mirada otra vez hacia nuestro ombligo lleno.
Porque lo estamos logrando,
estamos asesinando los últimos rastros de humanidad,  
nos hemos organizado política y económicamente para ello,
para mercantilizarlo todo,
para vivir anestesiados,
para hacer de la muerte un show,
para hacer de la hostilidad una patria,
para destilar odio desde la comodidad de un sillón,
para buscar siempre culpas extranjeras,
y tranquilizar nuestra conciencia creyendo
que los políticos son los otros.

No todos somos Aylan,
pero quizás sí,
todos lo hayamos dejado morir de algún modo.
Pues hemos puesto precio a la vida,
hemos tasado razas,
priorizado existencias,
y hemos hipotecado lo humano
en busca de plusvalía.

Y cuando termine de escribir estas inútiles palabras,
y de sentir nausea y vergüenza por mi especie,
buscaré comida en mi heladera,
prenderé el televisor,
y mirare las fotos de otro niño muerto
desde mi iPhone.











jueves, 27 de agosto de 2015

Ignorancia (segunda parte)

Puedo explicar casi a la perfección 
cómo funciona el psiquismo según Freud,
exponer algunas ideas sobre el materialismo dialéctico según Marx,
y hasta me atrevo a describir la sociedad disciplinar según Foucault,
pero lo que no me atrevo,
lo que no puedo de ningún modo,
es explicar qué es lo que me pasa cuando te veo.

He acumulado explicaciones,
he aprendido cientos de abstractas ideas,
he memorizado teorías,
pero sigo sin encontrar respuesta alguna cuando
me mirás con tus ojos de pájaro carpintero. 

Soy rápido para hacer cuentas,
mis amigos a veces me piden consejos,
y suelo citar pasajes enteros de mis autores favoritos.
Lo que no puedo,
lo que aún no entiendo es el mutismo que
me invade cuando tu mano se aprieta sobre la mía.

Es que burlás mis explicaciones,
volvés estúpidos mis argumentos,
 mi ego se llena de agujeros
y mi soledad muere de miedo,
cuando solo me susurras un beso.

Entonces no me sirve Freud,
prescindo de Marx y
tengo amnesia de Foucault.
Es que no hay teorema posible,
no hay palabra suficiente, 
para explicar tu sonrisa caricia
ni tu silencio que abriga. 

Y te agradezco esta infancia nueva,
este genocidio de respuestas,
la imposibilidad de significarte de algún modo,
para recordarme en cada abrazo,
que el amor es una perpetua ignorancia,
y que hoy estamos juntos,
para aprender todo de nuevo. 














jueves, 20 de agosto de 2015

trelew

"La revolución es un sueño eterno"
Andres Rivera

A veces pienso que no,
que ya no.
Que nos han vencido,
que la maquinaria del mal
tiene soldados invencibles,
y los defensores de la muerte
hacen metástasis a diario.

A veces pienso que ya no.
Que nos han reducido a sus miserables
ambiciones,
que han colonizado nuestros sueños,
que nos han empujado al silencio.

Es que me duele la ausencia de gestos,
la mirada puesta en el norte,
me desanima la anestesia cotidiana,
me frustra el televisor que nos vuelve mercancía
y aniquila deseos.

Y cuando me siento así,
cuando pienso que ya no,
pienso en los que han caído
en busca del sueño eterno.

Cuando me siento así,
cuando siento que ya no,
pienso en un puñado de pañuelos
que vencieron el terror
y hoy nos empujan a llenar plazas.

Pienso en diecinueve rostros temblando
ante un puñado de miserables apuntando con un fusil,
pienso en el vientre de Ana María que recibió las balas
frías y secas de la muerte en Trelew.

Y siento que los treinta mil gritos silenciados 
se han multiplicado de algún modo,
que ningún cobarde fusilamiento,
detendrá jamas la prepotencia de la vida
cuya semilla nos sigue germinando.

Que han cambiado los rostros,
que son otros lo nombres,
pero que no han detenido la marcha,
que la batalla entre los militantes del sueño
y los profetas del miedo está apenas en su infancia.

Y entonces digo sí,
todavía sí,
que la lucha no ha cesado,
que la utopía continua,
que su sangre no fue en vano,
y sus sueños escaparon
a los vuelos.

Pues no podrán desaparecer
su deseo,
porque de esas abuelas nos sentimos
todos nietos,
y hoy caminamos con ellas
porque la memoria nunca más
será silencio,











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miércoles, 5 de agosto de 2015

Raíz

En estos días de ramificación y flores nuevas,
en estos días que el futuro no está sólo adelante
si no por todos mis costados,
siento mis raíces ensanchar la tierra.

Porque ninguna flor,
ninguna hoja,
ninguna vida,
puede multiplicarse
sin aquellos que la sostienen.

Y entonces una gratitud
me envuelve,
una certidumbre me hospeda,
y aparecen los rostros
de aquellos que abonaron mis días.

Y aparece el abrazo infinito de mamá,
la solidaridad ansiosa de papá,
la palabra siempre a tiempo de mi hermana,
la protección constante de mi hermano,
 la persistencia de todos los que me sembraron.

En estos días de horizonte incandescente,
de destino abierto,
y de incertidumbre estomacal,
me empapan los recuerdos
 de aquellos que irrigaron mis días
 acompañando mis estúpidas pretensiones,
 mis miedos anacrónicos,
mi puñado de certezas,
 mis amores intermitentes.

Y me detengo en la complicidad de las bestias,
en los bares,
y los whiskys,
en las dudas,
 el dolor
y la ternura,
de los que me vieron marchitarme tantas veces,
y hoy celebran con dulce nostalgia,
este nuevo fuego que asoma.

En estos días de nuevas geografías,
agradezco el gesto de ir siendo conmigo,
y les digo con estas temerosas palabras,
que yo no me voy a ningún lado,
pues soy el árbol que han sembrado,
 soy la madera que han tallado
y les debo cada una de mis flores,
que hoy buscan otros cielos.

Gracias por tanto amor fértil,
por esta vida que han sanado tantas veces,
por ser tierra que me nutre
 y luna que me guía,
los llevo a donde vaya
en lo más profundo de mi raíz.




sábado, 16 de mayo de 2015

Carta para las vueltas al sol

Chincho Poroto, hoy estamos acá festejando tus quince años. Según la ciencia, un año es lo que tarda la tierra en girar alrededor del sol, por lo que podemos decir, que estamos hoy acá celebrando tu décima quinta vuelta alrededor del sol. 
Entonces cuando eso pasa, se suelen hacer fiestas como estas, y también se suele decir que ahora dejas atrás las niñez para empezar a convertirte en mujer, que ahora abrirás tus alas, que empezarás un nuevo camino, y bla bla bla bla. 
Bueno, no estoy de acuerdo con esto último. Es decir, esta nueva vuelta al sol, la número quince, no es ni más ni menos importante que las que pasaron, ni tampoco es ni más ni menos importante de las que vendrán. Porque creo que quizás lo importante no es el número de vueltas que uno de, si es la número 15, la 10 o la.47, lo que realmente importa acaso, no es cuantas vueltas demos, si no con quien las demos, quienes nos acompañan en estas vueltas alrededor del sol. 
Y debes saber, que el mundo es un lugar jodido a veces, que las cosas no siempre salen como uno quiere, y muchas veces ni siquiera uno sabe lo quiere, pero si sé que la única forma de aprender es junto a otros, siempre junto a los otros, y si algo me has demostrado en este tiempo es tu inmensa capacidad para hacer lazos con los otros. 
Así que, aunque no me guste dar consejos, te daré este solo, equivocate todo lo que necesites, tropeza mil veces con la misma piedra, pero siempre, siempre, construí puentes con los otros, siempre siempre, multiplícate en afectos como hasta ahora.

Pero para, antes de seguir con estos consejos de viejo gaga, me voy a detener para hablar de mi.
Se que es tu cumple, pero necesito este momento egoísta para hablar de mi, y contarte lo que fueron mis ultimas quince, es decir lo que fueron mis días a partir de que vos fuiste parte de ellos.

Hace quince años atrás, yo sabia como era ser hijo, sabia lo que era ser hermano, sabia lo que era ser nieto, amigo y novio. Lo que no sabia, en lo que era totalmente ignorante era en como era ser Tío hasta que llegaste vos. Si, porque cuando vos llegaste, me diste una de las posibilidades más hermosas de la vida, la del Tiismo. Pero eso no es todo, no solo fuiste mi primer sobrina, también lo fuiste para Santi y Coco, para el Facu que tenia pañales por entonces,  también fuiste la primera hija de Mari y Cristian, fuiste la primera nieta de Marta y Juan, de la Abu Susy y el abuelo gallego, fuiste la primer ahijada de Santi y Calu....
...¿poca presión no?. Llegar al mundo y hacernos debutar a todos en tantos oficios!!!
Bueno debo decirte que nos has hecho la tarea muy sencilla a todos, asombrosamente sencilla.

Eduardo Galeno decía que hay personas que son como "Fueguitos", personas que arden la vida con tantas ganas que no se puede dejar de mirarlos sin parpadear, y quien se acerca a ellas, se enciende.
Tengo la certeza que eso has sido para todos nosotros, para tu mamá y papá, para tus abuelos, para tus padrinos, para tus tíos, para tu montón de amigas y amigos con los que te multiplicas a diario, y bueno, mal que me pese, ahora también para tu novio.... un fueguito, una llama...
que con tu sola presencia llenas nuestro universo de luz.

Si, yo aprendí a ser tío al lado tuyo, y con algunas virtudes, y muchos defectos, ese ha sido uno de los ejercicios mas intensos, más profundos y mas felices que la vida me regaló.
Como ya te dije alguna vez, hay una leyenda China que dice que un hilo rojo une a dos personas que están destinadas a conocerse, y que ese hilo es imposible de cortar, mas allá de donde este cada persona. 
Bueno cuando vos pusiste tu manito en la mía, yo sentí ese hilo rojo atarse a mi muñeca y a la tuya, y hace quince vueltas al sol atrás, mi mundo se hizo más grande, mi corazón empezó a latir con más fuerza, y mis días se llenaron de tu sonrisa con hoyuelos.

Así que solo queda decirte gracias, gracias por estas quince vueltas maravillosas, gracias por tu sonrisa medicina, gracias por tu madurez que no deja de asombrarme, gracias por tu pasión a la danza que contagia y conmueve, gracias por tu chispa llena de vida y gracias sobretodo por enseñarme a ser tu tío,
Como ya sabes, contá conmigo siempre Chincho Poroto, que ahí estaré, a donde haga falta, con el hilo rojo en mi muñeca, acompañándote como sea, y desde donde sea, en todas las vueltas al sol que todavía están por venir. 

Feliz Cumple, Te amo!

Tu tío, Matias. 






lunes, 4 de mayo de 2015

Ignorancia (primera parte)

"Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo" 
J.L. Borges

Yo no sé por qué,
pero tengo unas ganas de estar con vos todo el tiempo.
Y sé que quizás no está bien,
sé que quizás esta constante bruma por verte,
esta incesante necesidad del hoy,
sea una trampa para el mañana.

Pero de todos modos
organizo mi agenda,
acomodo horarios,
altero rutinas,
para ajustar mis días
a cada uno de tus gestos.

Será por eso que nunca serví para las especulaciones,
que nunca supe de ahorros,
que nunca entendí de dilaciones,
y siempre sufrí de sostenida ansiedad ante las postergaciones.

Yo no sé por qué.
pero no puedo evitar este apremio por verte,
esta premura de mirarte,
esta emergencia de rozarte,
esta urgencia de vos en todo el cuerpo.

Y sé que el mundo no se detendrá,
que el almanaque seguirá adelgazando,
que el cartero olvidará mi rostro
y el otoño no evitará su caída
si no te veo. 

Pero cuando vos decís que sí,
cuando decís yo también,
un ejercito de gorriones revuela en mi panza,
las Gardenias se me enredan en las patas, 
mi casa se llena de confianza,
y una estúpida sonrisa se instala en mis mañanas.

Yo no sé por qué,
lo ignoro completamente, 
pero tengo unas ganas de estar con vos todo el tiempo,
que dejo de escribir estas palabras impacientes,
y miro por la ventana,
con la intensa esperanza de verte llegar,
y sentir que hoy otra vez,
tus ganas coincidieron exactamente con mis ganas.















jueves, 23 de abril de 2015

Adiós

"El tiempo dirá si al final nos valió lo dolido"
Jorge Drexler

Supongo que hay muchas maneras de decir adiós.
Y también supongo que ninguna alcanza.
Es decir, 
aunque pongas tus ojos de búho que no comprenden,
aunque mis manos atinen a acariciarte,
aunque busque evitar culpas,
dolerá de todos modos.

Y hoy me toca a mí decir que no,
que ya no,
y ningún argumento evitará estas lágrimas,
ninguna explicación será suficiente,
pues todas las razones
me darán la espalda,
todos los motivos morirán de pena.

Entonces busco la palabra suave,
la palabra anestesia,
la palabra alivio,
la palabra quizás,
con la estúpida sensación de saber
que es un intento cobarde.

Que dolerá de todos modos,
porque nadie se despide de un amor así
sin arrancarse un pedazo de piel,
sin dejar algo de cuerpo en ese cuerpo
que tanto se quiso, y hoy apenas se reconoce.

Entonces esta amargura dulce,
esta paradoja absurda
de encontrarnos al separarnos,
con la mirada completamente desnuda
en el preciso momento de despedirnos.

Quizás ahora que el adiós es inevitable,
quizás ahora que se agotaron todas las excusas,
ahora que nos encontramos con la guardia baja
sabiendo que nuestros caminos se bifurcan,
sea el instante más noble de todos,
el gesto amoroso más hondo,
el de saber decir adiós,
con el mismo amor primero,
con tus mismos ojos de búho,
con estas mismas caricias de ayer,
que hoy se disculpan por ya no amarte.

Supongo que hay muchas maneras de decir adiós.
Y también supongo que ninguna alcanza.








sábado, 11 de abril de 2015

Balbucear

Nunca sabré bien explicarme,
nunca sabré porque eso sí,
ni porque eso no,
nunca sabré bien porque elijo lo que elijo.
Es que tal vez sea un profundo ignorante
de mí mismo.

Y bien sé que debo acotar el goce
y encausar el deseo,
 bien sé que en un mundo que fagocita
explicaciones,
dudar puede ser un castigo,
una insolencia sinsentido.

Pero cuando me piden explicaciones,
cuando me preguntan el porqué,
solo atino a balbucear torpes razones,
acomodar débiles palabras
para satisfacer la mirada que interroga,
como un niño inseguro
esperando el gesto confirmador.

Pues la mayoría de mis elecciones,
casi todas mis decisiones vitales,
obedecen más bien a intuiciones latentes,
a deseos intraducibles,
a necesidades innombrables,
que a certeras razones,
a verdades explicables.

Por eso quizás la mirada decepcionada cuando
digo lo que digo,
por eso quizás nunca bastaran mis argumentos,
por eso quizás nunca sabré explicarme
en un mundo hambriento de sentido.

Y cuando miro para atrás,
cuando miro el camino recorrido,
celebro esta ausencia de sentido,
este temblor de juicio,
esta existencia siempre frágil,
esta vida con tantas vidas,
este guion improvisado,
esta profunda ignorancia de mí mismo.






miércoles, 11 de marzo de 2015

Box

Otra vez peleándome conmigo,
enojándome en este boxeo perpetuo,
otra vez esta necesidad absurda
de pegarme donde más me duele.

Otra vez mirarme al espejo y no reconocerme,
esa esquizoide sensación de haberme dejado de lado hace tiempo.
Autoflajelándome como si de verdad la vida me debiera algo,
como si no fuera yo el que estoy en deuda,
el que se esconde una y otra vez en los sueños estériles
para poder tirar la toalla cotidianamente,
para poder echar culpas afuera. 

Y el espejo me devuelve un rostro agotado,
una barba ingenua,
 y unos ojos cansados de buscarse
y buscarte. 
Porque en el fondo sé que es eso, 
sé que cuando me miro al espejo todavía espero tu reflejo,
tu caricia que sedaba miserias,
 tu respiración empañando el vidrio.

Pero el espejo ahora me pega duro,
y tu recuerdo es un cross de derecha
que me hace temblar las piernas,
y la imagen vuelve tambaleando,
borracha otra vez,
mientras fumo otro cigarro inútil
dibujándote entre el humo,
masticando frustración.

Y bien sé que ahora me estarías retando,
burlándote de mí cuando sentía lástima de mi mismo,
y vendrías a abrazarme con una sonrisa aspirina,
inflando tus chachetes para hacerme reír,
tropezándonos hasta la cama,
para hacernos el amor piadosamente,
la misma cama que ahora está incompleta,
como la casa,
como los días, 
como el espejo,
como yo. 


















miércoles, 18 de febrero de 2015

Pulpos

"Que importa el porqué,
si acá ya estamos"
Luciérnagas de otros mundos
Javier Andrada


Nunca me gustaron los consejos.
Nunca entendí esa prepotencia
de decir lo que hay que hacer, 
ese dedo que sugiere, 
 esa inflección en la voz para
explicar la vida ajena.

Porque tal vez el lazo genuino,
la palabra justa,
debe acercarse más a la duda 
que a la certeza,
pues creo que en el fondo
la amistad no sea más que eso,
poder dudar junto a otros.

Es decir, 
alejarse todo lo que se pueda
de las explicaciones,
de la certidumbre,
del dos más dos,
de lo que haría en tus pantuflas.

No sé a donde tenes que viajar,
no sé qué haría en tu lugar,
ni con tu pareja,
ni con tus hijos,
no sé si el amor sí,
o el amor no,
no sé el porqué,
y mucho menos el para qué.

Pero aquí me detengo
acaso a contradecirme,
y me permito esta pequeña prepotencia
esta moraleja con algunas canas,
y escupo esta suerte de consejo,
quizás hay que ser un pulpo.

Es decir,
multiplicar los brazos, 
estirar los tentáculos, 
germinar lazos,
quebrar rutinas,
permitirse otros cuerpos, 
otros recorridos,
otros territorios, 
decir sí, 
siempre sí,
siendo hospitales, 
hoteles, 
y restaurantes,
defender el silencio como gesto,
preguntar menos,
sentir más.
evitar el miedo que se impone,
tener siempre la pava en el fuego,
ser el mate que se ofrece
y empezar a reconocer nuestro rostro,
en el rostro de los otros. 
.











jueves, 12 de febrero de 2015

Veinte

"Sentir que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada.."
Carlos Gardel

A mi nadie me lo contó,
porque yo estuve ahí.
A veces de testigo,
a veces cómplice,
a veces un mero observador
pero yo estuve ahí.

Estuve cuando a sus dieciocho años
 él gustaba de ella,
que solo tenia quince,
y yo con mis doce años apenas sabía lo que
era gustar de alguien,
sin saber, 
porque era imposible saberlo, 
que veinte años después él
seguiría gustando de ella.

Estuve ahí cuando se pusieron de novios,
en un lago del sur,
y la familia de ella lo miraba pesadamente
sin poder entender cómo ella,
justo ella,
podía salir un chico que ya tenía
más de siete pelos de barba.

No estuve ahí todas las veces que supe
irme de nuestra habitación de la calle los Pinos,
por qué ellos querían estar solos
y yo obediente me marchaba,
sin entender bien porque no podía estar ahí.
Unos años más tarde lo entendí. 

Estuve ahí cuando por esos guiños del destino, 
nos mudamos justo enfrente de la casa de ella,
en la calle Los Nogales,
y él se iba todos los días a trabajar en
la bicicleta blanca de ella,
que lo esperaba cotidianamente en la vereda a al regresar,
en esos gestos amorosos que hoy me siguen conmoviendo.

Estuve ahí cuando se fueron por primera vez solos
a Necochea,  y cuando él sentó a
mamá para contarle,
entre el miedo y la alegría,
que se iba a vivir con ella. 

También estuve ahí cuando ella
entro hermosa de blanco,
con su padre del brazo,
y él temblando del otro lado,
sellando religiosamente,
con un beso lleno de lagrimas,
un amor que hacia rato ya habían confirmado.

Estuve ahí, 
y esta vez sí que estuve ahí,
cuando nos tomamos los tres un café en Buenos Aires,
porque el bebé no llegaba,
porque los estudios daban mal,
y aún recuerdo su silencio,
cuando como un psicólogo nobel, 
pregunte por qué querían ser papas.

Estuve del otro lado del teléfono, 
cuando él con un llanto gutural
me decía que sí,
que sí,
que sí,
que el evatest dió positivo,
y nueve meses después el universo se hacia más grande
cuando Joaquin llegó a sus vidas.
Y a las nuestras. 

Estuve ahí cuando él
se llenó de miedos obsesivos,
y ningún psicólogo pudo más
que el amor de ella, 
una vez más, 
siendo enfermera,
esposa, madre, 
y amiga. 

Estuve ahí cuando la cosa fue al revés,
cuando Chiquin enfermó,
y la muerte miserable se hizo presente,
haciendo el sufrimiento demasiado para ella. 
Entonces le toco a él,
ser enfermero,
 esposo, padre
y amigo. 

También estuve ahí cuando las cosas se pusieron difíciles.
Porque la experiencia amorosa también está hecha de miserias,
y entonces el desencuentro,
la distancia,
 dos casas, 
contradicciones y dolores.
Pero también estuve ahí meses después,
cuando el tiempo acomodó las cosas,
cuando el amor los siguió eligiendo,
y los dos, 
volvieron a ser uno. 

Y estuve cuando llegó Juanita,
la niña Bolchevique, 
la confirmación de que la vida siempre
se multiplica,
llenándonos de alegría
con su vitalidad cotidiana.

Y hoy todavía sigo ahí,
veinte años después,
celebrando en tiempos de desamor crónico,
este amor escuela.

Porque uno es también la historia de los suyos,
y porque él es mi hermano,
y ella mi cuñada,
y porque ellos 
me han inspirado desde mis doce años,
un profunda admiración,
 porque uno no puede dejar de aprender de
esa obstinada necesidad de elegirse y sostenerse,
uno no puede no conmoverse cuando ve su
complicidad muda,
sus gestos recíprocos,
uno no puede permanecer indiferente
ante su asombrosa manera de mirarse,
y cuidarse,
uno no puede dejar de desear una historia así
para si mismo.

Y yo agradezco humildemente
haber sido testigo,
ser un pedacito de este amor que
también me alimenta,
haber crecido con su historia ante mis ojos,
 llenándome de una genuina felicidad
y una mayor gratitud 
por el amor que se tienen.

Y celebro con estas pequeñas palabras
 su paciencia inoxidable,
sus mil tropiezos en el medio,
 sus hijos color sol,
su seguirse eligiendo,
y que yo siga ahí,
aprendiendo de ellos.
de su amor inmenso y constante,
de su amor escuela,
de su amor todavía horizonte
veinte años después. . 
















































lunes, 2 de febrero de 2015

Mundos

De este lado del mundo
los parpados a veces pesan demasiado,
y la memoria insiste en evocar
siempre las mismas fotos. 

De este lado del mundo
hay preguntas que me habitan
desde niño,
y aún permanecen tibias de respuestas.

De este lado del mundo
me multiplico en ignorancias,
hay muertos que todavía siento,
y gestos que me llenan
de pequeñas alegrías.

De este lado del mundo
me emociona la belleza infante,
me fastidio ante las explicaciones,
asumo mi responsabilidad ante la indiferencia,
y me duele toda idea de normalidad.

De este lado del mundo,
mis amigos son medicamentos,
mi familia tiene mil brazos,
las anécdotas son triunfos
y mi casa son los otros.

De este lado del mundo
a veces tiemblo por un nombre,
veo su rostro en
casi todos los rostros
y hay recuerdos que todavía
me susurran.

De este lado del mundo
los días son un big bang,
 los abrazos certezas,
la tristeza un derecho,
y los desconocidos
posibilidades.

De este lado del mundo
las mañanas siguen siendo prólogos,
la soledad es ya una palabra extinta,
la muerte una postergación cotidiana,
y el amor será siempre
 el horizonte necesario.














jueves, 22 de enero de 2015

Espejo

Yo se que desde hace un tiempo
a vos el espejo te dice otra cosa.
Que te cuesta mirarte,
y que andas todos los días
espiando de reojo en busca
de la sonrisa simétrica.

Pero tenes que saber madre mía,
que esos espejos te engañan.

Y bien se que estas cansada
del kinesiólogo,
de tanto electrodo,
acupuntura,
y yuyo raro.

Pero debes saber madre mía,
que esos espejos te engañan.

Porque si miras bien,
si prestas atención mas allá
de esos trozos de vidrio retráctiles,
veraz que los otros espejos,
los de carne y hueso,
intentamos devolverte 
la luz en la que que siempre
nos vimos reflejados.

Si miras bien,
si te fijas por ejemplo en la
alegría de tus nietos al verte,
en el sosiego de tus hijos
cuando el mundo nos duele
y llegas con el abrazo puntual,
o en la gratitud de tus amigos
cuando disparas el consejo justo,
veraz que ningún pedazo de tu alma
se ha paralizado.

Es decir, 
se que quizás a veces no alcance,
se que que la paciencia se agota cuando
la foto sale torcida,
pero debes saber madre mía,
que nosotros jamás te veremos así,
debes saber que para nosotros
eres el lugar al que miramos
cuando queremos encontrarnos,
eres calma y amparo que vuelve al mirarte,
pues debes saber madre mía,
que tu sonrisa nunca se ha detenido
y seguirás siendo siempre
luz profunda
y nuestro mejor espejo.
















jueves, 15 de enero de 2015

Inútil

Es inútil, 
agoto excusas,
multiplico estrategias,
invento coartadas,
niego momentos,
pero es inútil.

Me escindo,
me despedazo,
alejo mis manos para no escribirte,
mastico mi lengua para no llamarte,
ayuno mi mente de recuerdos,
arranco jirones de esta cosa que late en mi pecho,
pero es inútil.

Como si todos los pedazos de mí,
insistieran en convocarte,
como si extrañarte compulsivamente
fuera la manera que mi cuerpo elige para soportarse,
volviendo estéril todo esfuerzo por olvidarte.

Y este agotamiento,
esta batalla perdida de antemano
sea acaso otra forma de seguirte encontrando,
no para postergar,
no para evitar,
no para negar,
simplemente un gesto de amor huérfano,
una manera inofensiva de quererte.

Es decir, 
hoy en el silencio de tu ausencia,
te regalo esta necesidad insoportable,
esta caricia sin cuerpo,
 esta cotidiana tarea de extrañarte tanto.
Tanto.























miércoles, 7 de enero de 2015

Luciérnagas

Dicen que las luciérnagas,
prenden y apagan su luz,
según tengan ganas de comunicarse,
o esconderse.

Dicen que cuando su luz es muy fuerte,
están buscando enamorarse,
y cuando la apagan completamente,
pasar desapercibidas.

Y no puedo dejar de pensar en vos
cuando las veo.
Porque a veces tu luz es tan fuerte,
a veces tu sonrisa brilla de tal modo,
que no puedo evitar conmoverme bobamente.

Pero entonces después te apagás,
como si algo de todo esto que
no sabemos que somos,
te asustara, 
te amenazara,
y entonces te escondes en vos misma.

Y esta discontinua incandescencia
me llena de alegría.
Me gustan estos días en que voy aprendiendo
a entender tu luminosidad y tu sombra,
me gusta cuando me regalás trazos de tu luz,
y ya no me asusta cuando oscureces de a ratos. 

Porque en ese ejercicio de intermitencias,
busco como un niño entre los juncos
que vuelvas a encenderte.
Multiplicándome en cotidianos gestos
para encontrarte bicho de luz.

Y cuando eso no pasa,
cuando te escondes y sos noche,
cuando la oscuridad se hace larga,
escribo estas ingenuas palabras,
palabras fósforo,
palabras linterna,
palabras caricia,
para arrancarte una sonrisa luciérnaga,
y vuelvas a llenar de tu luz
esta intensa esperanza.