¿Qué otra cosa podía hacer
que no fuera intentar
resucitarlo?
No podía hacer otra cosa.
Aunque vos dijeras
de que no,
aunque me mostraras cada hueso,
casa astilla,
cada despojo del cadáver,
yo solo podía insistir.
Empujar desesperado
una y otra vez el pecho
de lo que fuimos
esperando el milagro,
que tu boca se abriera
y dijera las palabras
que alguna vez fueron
aire fresco.
Cómo no seguir intentando,
insistiendo con una gramática
que ya no tocaba tu piel,
tus manos, ni tu sexo.
Aunque dijeras que no,
que ya no,
que era suficiente,
aunque me rogaras
que cuidáramos los restos
del ayer.
Solo me quedaba insistir,
negar el olor putrefacto
de lo que ya no late,
hacer caso omiso de las
palabras de alivio,
desoír las inútiles condolencias.
¿O acaso hay otra forma
de admitir una muerte
que negándola?
Por eso grité como
un idiota frente al espejo,
por eso me lastimé las
manos con ignorada
juventud,
por eso empujé una
y otra vez de nuestros
recuerdos
hasta quedar exhausto.
Hasta que el tiempo hizo lo suyo,
y dejé de buscarnos
en las cenizas,
y recuperé el aire,
y entendí que al amor
nadie lo mata,
el amor sólo se muere.
viernes, 27 de diciembre de 2019
jueves, 26 de diciembre de 2019
secreto
El deseo está siempre
en otra parte,
dijiste.
Es necesario
equivocarse mucho
para acertar muy poco,
seguiste y te tomaste
un trago.
Yo te miré cómo
en la infancia.
Pensé en mi obstinada
manera de equivocarme,
en mi ansiedad constante,
y la frustración que
me invade por sentir
que no voy hacía ninguna parte.
Levantaste tu copa
mirando al cielo,
y me sonreíste.
Pusiste en silencio a mi angustia.
Me perdoné un instante,
hice la paz con mis errores,
recordé que el deseo se roza,
no se alcanza,
y que el secreto no es a dónde,
sino junto a con quién.
en otra parte,
dijiste.
Es necesario
equivocarse mucho
para acertar muy poco,
seguiste y te tomaste
un trago.
Yo te miré cómo
en la infancia.
Pensé en mi obstinada
manera de equivocarme,
en mi ansiedad constante,
y la frustración que
me invade por sentir
que no voy hacía ninguna parte.
Levantaste tu copa
mirando al cielo,
y me sonreíste.
Pusiste en silencio a mi angustia.
Me perdoné un instante,
hice la paz con mis errores,
recordé que el deseo se roza,
no se alcanza,
y que el secreto no es a dónde,
sino junto a con quién.
Días leves
Cuando buceo en nuestra historia,
cuando fuerzo ese ejercicio de pensarnos
como si el tiempo fuera un álbum de fotos,
me doy cuenta de un gesto que se repite.
Un gesto ingenuo, lo sé.
Podría ser cualquier otro.
La perplejidad con la que mirás el mar,
la forma en que le hablás a las gatas,
o cómo se te nubla la vista cuando recordás a una tía.
Tampoco es tu forma de burlar mis obsesiones,
tu sutileza para sacarme de mis dudas,
la paciencia de soportar mis contradicciones,
la precisión de tus silencios,
cuando fuerzo ese ejercicio de pensarnos
como si el tiempo fuera un álbum de fotos,
me doy cuenta de un gesto que se repite.
Un gesto ingenuo, lo sé.
Podría ser cualquier otro.
La perplejidad con la que mirás el mar,
la forma en que le hablás a las gatas,
o cómo se te nubla la vista cuando recordás a una tía.
Tampoco es tu forma de burlar mis obsesiones,
tu sutileza para sacarme de mis dudas,
la paciencia de soportar mis contradicciones,
la precisión de tus silencios,
ni el reflejo idiota que me brota cuando te veo.
Si tuviera que elegir uno,
si la vida fuera ese barco que se hunde
Si tuviera que elegir uno,
si la vida fuera ese barco que se hunde
y sólo pudiera elegir un gesto,
tan sólo uno,
no sería tan difícil.
Yo me quedo con la forma
en que reímos juntos.
El gesto que lo resume todo.
La dicha de saber que,
en la intemperie de los días,
la tristeza es menos triste juntos
tan sólo uno,
no sería tan difícil.
Yo me quedo con la forma
en que reímos juntos.
El gesto que lo resume todo.
La dicha de saber que,
en la intemperie de los días,
la tristeza es menos triste juntos
y la risa,
la risa es el combustible
amoroso más hondo.
La forma que encontró
el amor para hacernos los días leves.
la risa es el combustible
amoroso más hondo.
La forma que encontró
el amor para hacernos los días leves.
jueves, 12 de diciembre de 2019
piel
Los cuerpos enferman cuando nadie los toca, dijiste.
Ser viejo es la ausencia de los otros en uno, continuaste.
Yo te miré las manos arrugadas.
Recordé la crema contra las quemaduras, la curita en la rodilla,
el Rayito de Sol con olor a zanahoria, la palma en la frente tomándome la fiebre,
cada una de tus caricias cuando el mundo me dolía.
Pensé en la piel como un lenguaje y en el cuerpo como el primer abecedario.
Sí, la piel como la conversación primera.
Una lengua hecha de rozamientos, cuidados, escalofríos y tensiones.
Entonces imaginé un día sin otras voces, ni una mano que me roce,
ni una mirada que me aloje, imaginé ese destino mudo.
Busqué una de tus cremas, la ungí en tus manos y tus brazos,
te abracé. Sonriendo me dijiste que no sea pesado y cambiaste de tema.
Pusiste la novela, me senté al lado tuyo, puse mi mano sobre la tuya.
Hicimos silencio. Estábamos conversando.
Ser viejo es la ausencia de los otros en uno, continuaste.
Yo te miré las manos arrugadas.
Recordé la crema contra las quemaduras, la curita en la rodilla,
el Rayito de Sol con olor a zanahoria, la palma en la frente tomándome la fiebre,
cada una de tus caricias cuando el mundo me dolía.
Pensé en la piel como un lenguaje y en el cuerpo como el primer abecedario.
Sí, la piel como la conversación primera.
Una lengua hecha de rozamientos, cuidados, escalofríos y tensiones.
Entonces imaginé un día sin otras voces, ni una mano que me roce,
ni una mirada que me aloje, imaginé ese destino mudo.
Busqué una de tus cremas, la ungí en tus manos y tus brazos,
te abracé. Sonriendo me dijiste que no sea pesado y cambiaste de tema.
Pusiste la novela, me senté al lado tuyo, puse mi mano sobre la tuya.
Hicimos silencio. Estábamos conversando.
jueves, 5 de diciembre de 2019
No puedo solo.
Nunca pude,
y nunca podré.
Y me gustaría decir que no me importa.
Mirarme al espejo y repetirme una y otra vez:
tú puedes,
tú puedes,
tú puedes.
Ser como dicen las publicidades:
Único,
original,
distinto.
Y aunque a veces lo finja,
lea manuales de autoayuda,
y me diga que de mi solo depende,
no puedo.
¿Y cómo podría?
Si no había forma de despertarme
hasta que mamá no me ponía las medias
en las mañana heladas de mi pueblo.
Si esperaba con ansiedad que mi vecino
golpeara la puerta para ir andar en bicicleta
a la hora de la siesta,
o me hacía el que no entendía una cuenta
para hacer la tarea junto mis hermanos.
Cómo voy a decir que no me importa
lo que digan,
si cada vez que hacía un gol
buscaba la mirada de papá
y cuando escribí mi primer poema
-con la misma torpeza de ahora-
pase la noche entera sin dormir,
esperando la respuesta de la chica
de sonrisa perfecta.
Cómo voy a ser original,
si cuando la adolescencia fue un infierno
la amistad fue una barricada repleta
de idiotez, amor y vino berreta
Cómo voy a poder solo,
si mi fragilidad siempre estuvo
en manos de los otros.
No,
no puedo,
nunca pude,
y nunca podré.
Porque nada en mi
me pertenece.
Soy cada gesto que me habita,
cada mirada,
cada palabra,
cada piel.
Por eso,
en tiempos del ego,
y mandato de lo uno,
yo defiendo lo otro.
Porque soy una precaria imitación
de lo que me dieron,
la continuación de lo
que otros empezaron.
Quiero decir que soy cualquiera:
una comunidad entera
en lo profundo de mi rostro.
Nunca pude,
y nunca podré.
Y me gustaría decir que no me importa.
Mirarme al espejo y repetirme una y otra vez:
tú puedes,
tú puedes,
tú puedes.
Ser como dicen las publicidades:
Único,
original,
distinto.
Y aunque a veces lo finja,
lea manuales de autoayuda,
y me diga que de mi solo depende,
no puedo.
¿Y cómo podría?
Si no había forma de despertarme
hasta que mamá no me ponía las medias
en las mañana heladas de mi pueblo.
Si esperaba con ansiedad que mi vecino
golpeara la puerta para ir andar en bicicleta
a la hora de la siesta,
o me hacía el que no entendía una cuenta
para hacer la tarea junto mis hermanos.
Cómo voy a decir que no me importa
lo que digan,
si cada vez que hacía un gol
buscaba la mirada de papá
y cuando escribí mi primer poema
-con la misma torpeza de ahora-
pase la noche entera sin dormir,
esperando la respuesta de la chica
de sonrisa perfecta.
Cómo voy a ser original,
si cuando la adolescencia fue un infierno
la amistad fue una barricada repleta
de idiotez, amor y vino berreta
Cómo voy a poder solo,
si mi fragilidad siempre estuvo
en manos de los otros.
No,
no puedo,
nunca pude,
y nunca podré.
Porque nada en mi
me pertenece.
Soy cada gesto que me habita,
cada mirada,
cada palabra,
cada piel.
Por eso,
en tiempos del ego,
y mandato de lo uno,
yo defiendo lo otro.
Porque soy una precaria imitación
de lo que me dieron,
la continuación de lo
que otros empezaron.
Quiero decir que soy cualquiera:
una comunidad entera
en lo profundo de mi rostro.
lunes, 18 de noviembre de 2019
Yo no era yo
El error fue creer
que tenía que dejar de ser yo
para que hubiera un nosotros.
No fueron tus ciclotimias,
ni tus ambigüedades,
ni tus gestos precarios,
fue mi esfuerzo estéril por ser
aquello que no era.
No fueron tus contradicciones,
ni tus dudas permanentes,
ni tus silencios recurrentes.
Es que me había
vuelto un extranjero de
mi mismo con el afán
de entusiasmarte.
Quiero decir,
aunque me lo advirtieran,
aunque me dijera que el amor todo lo puede,
aunque frente al espejo no me reconociera,
el problema fue mi obstinación en sacrificar
mi deseo para ajustarlo al tuyo.
Porque no es cierto
que el amor todo lo sufre,
todo lo espera,
todo lo soporta.
Ese es un romanticismo idiota
y peligroso.
Y ahora que miro para atrás,
ahora que ya no duele,
entiendo que el amor
es sinónimo de libertad
y no de sacrificio.
Acaso el amor sea
la potencia de ser uno junto a otro.
La intensidad que nos vuelve
mejores que cada uno
de nosotros dos.
que tenía que dejar de ser yo
para que hubiera un nosotros.
No fueron tus ciclotimias,
ni tus ambigüedades,
ni tus gestos precarios,
fue mi esfuerzo estéril por ser
aquello que no era.
No fueron tus contradicciones,
ni tus dudas permanentes,
ni tus silencios recurrentes.
Es que me había
vuelto un extranjero de
mi mismo con el afán
de entusiasmarte.
Quiero decir,
aunque me lo advirtieran,
aunque me dijera que el amor todo lo puede,
aunque frente al espejo no me reconociera,
el problema fue mi obstinación en sacrificar
mi deseo para ajustarlo al tuyo.
Porque no es cierto
que el amor todo lo sufre,
todo lo espera,
todo lo soporta.
Ese es un romanticismo idiota
y peligroso.
Y ahora que miro para atrás,
ahora que ya no duele,
entiendo que el amor
es sinónimo de libertad
y no de sacrificio.
Acaso el amor sea
la potencia de ser uno junto a otro.
La intensidad que nos vuelve
mejores que cada uno
de nosotros dos.
viernes, 15 de noviembre de 2019
Ni uno
No es el domingo lluvioso,
la foto insoportable,
la mirada que no
vuelve,
es una tristeza alojada
entre todo lo que soy
y todo lo que me falta.
No es el rostro que resiste
el olvido,
la casa que habitamos,
el futuro taciturno,
la puerta que no abre,
ni la llave abandonada.
No es el apetito
de estar vivo,
la ausencia de sentido,
la piel desgarrada,
ni el dolor de no encontrarte.
Ni siquiera es el mañana
que no llega,
o la soledad que
abraza.
Es que ayer éramos dos,
y ahora no soy ni uno.
la foto insoportable,
la mirada que no
vuelve,
es una tristeza alojada
entre todo lo que soy
y todo lo que me falta.
No es el rostro que resiste
el olvido,
la casa que habitamos,
el futuro taciturno,
la puerta que no abre,
ni la llave abandonada.
No es el apetito
de estar vivo,
la ausencia de sentido,
la piel desgarrada,
ni el dolor de no encontrarte.
Ni siquiera es el mañana
que no llega,
o la soledad que
abraza.
Es que ayer éramos dos,
y ahora no soy ni uno.
lunes, 11 de noviembre de 2019
Evo
Evo,
nombre de mujer,
pero con o.
Evo,
hombre,
pero negro,
no como Adán.
Evo,
hijo de campesinos
Aymarás,
adoradores de la pacha,
herejes del Señor.
Evo,
cocacolero del Altiplano,
no de la Coca Cola
company.
Evo,
presidente de las
cholas y los cholos,
pero nunca de la
blanca Bolivia.
Evo,
la síntesis de toda
periferia:
demasiado negro,
demasiado indio,
demasiado pueblo.
Evo,
expulsado
por el Macho
y sus armas
en nombre de Dios.
Evo,
nombre de mujer
pero con o.
La hoguera
sigue prendida
para los enemigos de la corona
y la santa inquisición.
nombre de mujer,
pero con o.
Evo,
hombre,
pero negro,
no como Adán.
Evo,
hijo de campesinos
Aymarás,
adoradores de la pacha,
herejes del Señor.
Evo,
cocacolero del Altiplano,
no de la Coca Cola
company.
Evo,
presidente de las
cholas y los cholos,
pero nunca de la
blanca Bolivia.
Evo,
la síntesis de toda
periferia:
demasiado negro,
demasiado indio,
demasiado pueblo.
Evo,
expulsado
por el Macho
y sus armas
en nombre de Dios.
Evo,
nombre de mujer
pero con o.
La hoguera
sigue prendida
para los enemigos de la corona
y la santa inquisición.
lunes, 4 de noviembre de 2019
Claroscuro
¿No estaremos abusando
-yo mismo lo hago en este momento-
de lecciones sobre
cómo vivir,
cómo pensar,
cómo desear?
Quiero decir,
quizás nos habiten
demasiadas certezas,
exceso de consejos vomitados
como ordenes,
el modo indicativo disfrazado
de sugerencia.
¿Y si nada sabemos?
Si todo no es más que una
torpe improvisación,
una búsqueda desesperada
de faros que no existen
Si dudar fuera
el camino,
e ignorar el horizonte.
¿No seríamos,
aunque más precarios,
más honestos?
Tal vez seamos
esa contradicción que
nos agobia,
el orgullo herido,
la luz que dan los huesos,
el claroscuro de los ojos.
Todo eso
y su vez,
nada de eso.
Por mi parte cada día
buceo en lo que de mí niego,
en eso que ignoro que aún ignoro,
en frágiles convicciones,
en un puñado de silencios,
en la certeza abrumadora
de todo lo que dudo.
-yo mismo lo hago en este momento-
de lecciones sobre
cómo vivir,
cómo pensar,
cómo desear?
Quiero decir,
quizás nos habiten
demasiadas certezas,
exceso de consejos vomitados
como ordenes,
el modo indicativo disfrazado
de sugerencia.
¿Y si nada sabemos?
Si todo no es más que una
torpe improvisación,
una búsqueda desesperada
de faros que no existen
Si dudar fuera
el camino,
e ignorar el horizonte.
¿No seríamos,
aunque más precarios,
más honestos?
Tal vez seamos
esa contradicción que
nos agobia,
el orgullo herido,
la luz que dan los huesos,
el claroscuro de los ojos.
Todo eso
y su vez,
nada de eso.
Por mi parte cada día
buceo en lo que de mí niego,
en eso que ignoro que aún ignoro,
en frágiles convicciones,
en un puñado de silencios,
en la certeza abrumadora
de todo lo que dudo.
miércoles, 30 de octubre de 2019
insignificante
A veces me traiciona cierto reflejo del ego.
Un mecanismo pedante para
mostrarme mejor de lo que soy
y entonces me descubro
defendiendo una idea con dureza,
con la violencia de quién
tiene algo importante para decir.
Y cuando caigo en esto,
cuando me tomo demasiado en serio,
me invade la vergüenza.
Porque no es cierto que sean tan valiosos
mis pensamientos,
no hay tal profundidad en mis
reflexiones,
no son tan originales mis ideas.
Justo yo,
que apenas soy un débil eco
de otras voces.
Acaso entonces haya que
asumirse insignificantes,
sabernos prescindibles,
reconocer que no hay verdad que nos soporte
y que nuestra voz se diluye como cualquiera.
Quiero decir,
tal vez imponer nuestras verdades
con prepotencia,
sea una de las formas del miedo.
Y asumir que quizás
nunca se trata de lo que
tenemos para decir,
sino de todo
lo que sabemos escuchar.
Un mecanismo pedante para
mostrarme mejor de lo que soy
y entonces me descubro
defendiendo una idea con dureza,
con la violencia de quién
tiene algo importante para decir.
Y cuando caigo en esto,
cuando me tomo demasiado en serio,
me invade la vergüenza.
Porque no es cierto que sean tan valiosos
mis pensamientos,
no hay tal profundidad en mis
reflexiones,
no son tan originales mis ideas.
Justo yo,
que apenas soy un débil eco
de otras voces.
Acaso entonces haya que
asumirse insignificantes,
sabernos prescindibles,
reconocer que no hay verdad que nos soporte
y que nuestra voz se diluye como cualquiera.
Quiero decir,
tal vez imponer nuestras verdades
con prepotencia,
sea una de las formas del miedo.
Y asumir que quizás
nunca se trata de lo que
tenemos para decir,
sino de todo
lo que sabemos escuchar.
martes, 22 de octubre de 2019
escuchar
Me contaste de cómo todavía te dolía,
Que no podías escuchar su nombre
porque te daban ganas de llorar,
y que los domingos se te hacían insoportables.
Yo te agarré las manos.
Después me dijiste que te preocupaba
la salud de tu mamá,
me mostraste fotos de tu sobrino,
y me dijiste que no sabias si algún día
ibas a querer tener un hijo.
Yo te cebé otro mate.
Más animada me contaste de las dudas
con tu oficio,
de la posibilidad de estudiar otra cosa,
de un libro que te partió la cabeza,
y me preguntaste si conocía al autor .
Yo negué con la cabeza.
Al final dijiste que a veces sentías
que tu rutina era una cárcel,
que quizás era hora de hacerte cargo de tu deseo,
y de tus ganas de viajar.
Yo te ofrecí la última galletita.
Antes de irte me recomendaste una serie,
me robaste un libro,
y sonriendo me dijiste:
"Me hace muy bien hablar con vos".
Nos dimos un abrazo.
Cuando te fuiste sentí
un pequeño orgullo .
Me di cuenta que estoy aprendiendo
a escuchar mejor.
Que no podías escuchar su nombre
porque te daban ganas de llorar,
y que los domingos se te hacían insoportables.
Yo te agarré las manos.
Después me dijiste que te preocupaba
la salud de tu mamá,
me mostraste fotos de tu sobrino,
y me dijiste que no sabias si algún día
ibas a querer tener un hijo.
Yo te cebé otro mate.
Más animada me contaste de las dudas
con tu oficio,
de la posibilidad de estudiar otra cosa,
de un libro que te partió la cabeza,
y me preguntaste si conocía al autor .
Yo negué con la cabeza.
Al final dijiste que a veces sentías
que tu rutina era una cárcel,
que quizás era hora de hacerte cargo de tu deseo,
y de tus ganas de viajar.
Yo te ofrecí la última galletita.
Antes de irte me recomendaste una serie,
me robaste un libro,
y sonriendo me dijiste:
"Me hace muy bien hablar con vos".
Nos dimos un abrazo.
Cuando te fuiste sentí
un pequeño orgullo .
Me di cuenta que estoy aprendiendo
a escuchar mejor.
EL retorno de lo reprimido
Lo reprimido retorna. Eso lo sabe cualquiera que leyó un poco de psicoanálisis. Por más que a la conciencia no le guste, esos contenidos que fueron expulsados de la conciencia, insisten una y otra vez en volver. Tienden a reaparecer.
Mi atrevo a trazar un paralelismo (precario) entre este mecanismo y lo que lo que está pasando en Chile hoy.
En 1973 la dictadura de Pinochet derrocó (y asesinó) al presidente Salvador Allende e impuso un modelo político y económico basado en la represión policial, el terror y la concentración de riquezas por parte de unos pocos y las postergación (expulsión) de la mayoría. Pero ese sueño de un país más justo que proponía el socialismo de Allende y que fue reprimido hace más de cuarenta años, siguió latiendo en el inconsciente del pueblo chileno hasta hacerse manifiesto por estos días. (como un síntoma)
Quiero decir, la forma de defensa que utilizó la derecha Chilena para garantizar su statu quo todo este tiempo está fallando. Piñera, (representante actual de un modo de represión que instaló Pinochet), deberá negociar con los jóvenes, las organizaciones, los sindicatos y todos aquellos representantes de lo reprimido, de otro modo. Parece que ya no alcanza con los militares, el terror, los asesinatos y las violaciones. Eso ya no alcanza para contener a esa pulsión vital y popular que busca hacerse consciente después de más de cuarenta años de opresión.
Quizás la renuncia de Piñera sea una manera de empezar a sanear una democracia chilena que a naturalizado la represión más perversa -por ende sin culpa- como forma de gobierno.
Darle así, de una vez por todas, la posibilidad al pueblo Chileno de reorganizarse de un modo más equitativo, más amoroso, más sano y por ende, más justo.
martes, 8 de octubre de 2019
amor
Vos no sabés qué es el amor,
dijiste y te fuiste esquiva.
Te vi irte y me temblaron
las palabras.
Pensé que yo no sabía muchas cosas:
Ignoro si el sol sale por el Este o el Oeste,
sigo confundiendo el transformador con el compás,
desconozco el símbolo del Rutenio,
y cómo se cambia la pila de un reloj .
Del amor apenas sé lo que me pasa:
la cabeza se vuelve una nube,
el tiempo no me pertenece,
suspiro buscando oxígeno,
el corazón hace el ruido de un motor,
y la ansiedad es una roca en el medio
de mi panza.
Por eso,
cuando recuerdo
que usaste el desdén
para decirme adiós,
pienso que quizás
tenías razón.
Del amor yo no sé nada.
Solo esa potencia extraña
que me habita
y me devuelve a la infancia.
A ese niño vacilante
que espía entre los juncos,
con la esperanza urgente
de volverla a ver.
dijiste y te fuiste esquiva.
Te vi irte y me temblaron
las palabras.
Pensé que yo no sabía muchas cosas:
Ignoro si el sol sale por el Este o el Oeste,
sigo confundiendo el transformador con el compás,
desconozco el símbolo del Rutenio,
y cómo se cambia la pila de un reloj .
Del amor apenas sé lo que me pasa:
la cabeza se vuelve una nube,
el tiempo no me pertenece,
suspiro buscando oxígeno,
el corazón hace el ruido de un motor,
y la ansiedad es una roca en el medio
de mi panza.
Por eso,
cuando recuerdo
que usaste el desdén
para decirme adiós,
pienso que quizás
tenías razón.
Del amor yo no sé nada.
Solo esa potencia extraña
que me habita
y me devuelve a la infancia.
A ese niño vacilante
que espía entre los juncos,
con la esperanza urgente
de volverla a ver.
lunes, 7 de octubre de 2019
Mc donalds
Salgo del trabajo con hambre. Camino por Corrientes hasta el obelisco y en el camino me topo con una fila de casi una cuadra. Pienso que esperaban a algún famoso, pero no. Una chica me dice que buscan cajero en una farmacia, que hacen cola desde la seis de la mañana. Me meto en el Mc donalds de 9 de Julio y Corrientes. Antes de entrar esquivo a una mamá con dos chicos pidiendo monedas. Pido el combo del día: una Big Mac. Me siento contra una ventana mirando hacia afuera. Una columna de gente con carteles de Barrios de Pie viene caminando por 9 de Julio y amenaza con cortar la calle. La Policía hace una barrera para evitarlo. Pienso que tendré que apurarme o no voy a poder tomar el colectivo. Chequeo Instagram un rato y me llegan unas ofertas de Despegar para ir a Rio de Janeiro. El pasaje sale el triple que lo que pagué hace dos años. Un señor de traje que come lo que supongo es una McNifica, mira fijo para fuera a la gente que a esta altura ya corta el metrobus. Me mira y dice: "Negros de mierda". Me quedo callado mientras termino mis papas. Un nene vendiendo medias me pide si le puedo comprar algo de comer. El seguridad se acerca y lo saca del local apresuradamente. Reviso mi billetera. Me quedaban cien pesos y tengo que cargar la Sube. La tengo en menos cuarenta pesos. Salgo del local y cruzo entre el medio de manifestación. Me llama la atención una señora amamantando a dos nenes a la vez. Cargo cincuenta pesos en la Sube y voy hasta la parada del 17. La cola es larga y no sabemos si el colectivo podrá pasar. Una chica delante mío se saca una selfie con el obelisco y la gente detrás. Después manda un audio: "Acá con los grone de fondo". Miró mi celular; poca batería. Un señor se acerca y tímidamente me pide diez pesos para cargar la sube. Busco unas monedas en mi bolsillo, no llego a los cinco pesos. Saco el billete de cincuenta y se lo doy. Me agradece con una sonrisa; yo siento vergüenza. Saco el libro de la mochila justo cuando llega el colectivo.
Subimos. Quedo apretado contra la puerta. El colectivero espero una orden de la policía y pasa lentamente por el medio de la marcha. Una mujer policía golpea con la cachiporra a una de las manifestantes. Un nene llora a su lado. Leo algunos de los carteles. Me detengo en uno que dice: "El hambre es violencia". Finalmente pasamos y la señora que estaba sentada en la primera fila dice al aire: "Vayan a trabajar vagos de mierda". Una piba a su lado le dice que es gente que tiene hambre y se arma una discusión. Yo quiero meterme, pero me quedo callado cobardemente. Intento abrir el libro pero el bondi está demasiado lleno. Espero hasta Constitución donde siempre baja mucha gente. Logro acomodarme en el medio del colectivo apoyado contra la barra para discapacitados y sacar el libro. Un señor mayor pide permiso al colectivero y comienza a relatar que PAMI ya no le cubre la medicación, si podemos ayudarlo con una moneda. Me escondo en el libro. Llegando a Avellaneda otro corte. Empleados de una fábrica cortando el acceso. Después me entero que eran de la fábrica de Heladeras Siam. Despidieron ochenta trabajadores. Logramos pasar a los veinte minutos. Llegando a casa recuerdo que no me queda alimento para las gatas. Entro al pet shop a la vuelta de casa. El alimento que compraba siempre volvió a aumentar asi que compro el más barato. Salgo y en la carnicería de la esquina hay cola. Me acerco. El kilo de milanesas está en oferta me dice una vecina. Entro a casa, y veo una factura de luz. La dejo sobre la mesa. Le doy de comer a las gatas y pongo el agua para el mate. Casi no queda yerba. Rescato un culito que me quedaba en una lata. Prendo el tele y abro la factura. Cinco mil pesos de luz. Pienso que voy a tener que postergar la compra de un par de libros. Saco la pava del fuego y me cebo un mate. En el noticioso dicen que hay cuatro millones de pobres nuevos. Pienso que Uruguay tiene tres millones y medio de habitantes. Cambio de canal: El presidente dice que si se puede.
Súbitamente siento un revuelto en la panza, corro hasta el baño y vomito la Big Mac. Vuelvo a sentarme con la pava y el mate. Una de las gatas se me sube a upa. Me largo a llorar.
miércoles, 2 de octubre de 2019
Tristeza
No estés triste dijiste
mientras mirabas el reloj.
Quizás más adelante,
con el correr de los días,
quién sabe... insistías.
Yo no, pensé.
Yo no sé,
yo no entiendo,
si ayer nomás vos decías
que...
pero cuando miré
ya estabas en otro lado.
¿Que no esté triste?
¿En serio?
¿Ni siquiera ese derecho me asiste?
Porque probablemente yo no quise
ver,
fui un necio,
y hacía un tiempo que...
¿Pero ni la tristeza me dejás?
¿Qué hago entonces con este dolor
cachorro mordiéndome la panza?
¿Con el peso insoportable en
los hombros?
¿Con mis manos buscándote
torpemente en la oscuridad?
Quiero decir,
la tristeza es un sentimiento
digno.
Acaso el único.
Por eso voy a repetir las estúpidas canciones,
los rituales bobos,
la ropa sucia,
tenerme lástima unos días,
claro que voy a ser un cliché.
No te vas a llevar eso también.
Porque valió la pena,
aunque sea una contradicción,
lo valimos
y no hay angustia que lo niegue todo.
Por eso voy a hundirme en mi tristeza
todo lo que necesite,
seré un moco espantoso,
voy a exprimir cada recuerdo
exageradamente
hasta que ya no duelas.
Será un homenaje justo.
Una tristeza a la altura del
amor que detuviste,
el amor que ya no es.
mientras mirabas el reloj.
Quizás más adelante,
con el correr de los días,
quién sabe... insistías.
Yo no, pensé.
Yo no sé,
yo no entiendo,
si ayer nomás vos decías
que...
pero cuando miré
ya estabas en otro lado.
¿Que no esté triste?
¿En serio?
¿Ni siquiera ese derecho me asiste?
Porque probablemente yo no quise
ver,
fui un necio,
y hacía un tiempo que...
¿Pero ni la tristeza me dejás?
¿Qué hago entonces con este dolor
cachorro mordiéndome la panza?
¿Con el peso insoportable en
los hombros?
¿Con mis manos buscándote
torpemente en la oscuridad?
Quiero decir,
la tristeza es un sentimiento
digno.
Acaso el único.
Por eso voy a repetir las estúpidas canciones,
los rituales bobos,
la ropa sucia,
tenerme lástima unos días,
claro que voy a ser un cliché.
No te vas a llevar eso también.
Porque valió la pena,
aunque sea una contradicción,
lo valimos
y no hay angustia que lo niegue todo.
Por eso voy a hundirme en mi tristeza
todo lo que necesite,
seré un moco espantoso,
voy a exprimir cada recuerdo
exageradamente
hasta que ya no duelas.
Será un homenaje justo.
Una tristeza a la altura del
amor que detuviste,
el amor que ya no es.
viernes, 20 de septiembre de 2019
contra todo lo que sé
Cuando me sé de memoria,
cuando soy de manual,
cuando tiro frases hechas
y me siento seguro,
me interrumpo y
abro un libro.
cuando soy de manual,
cuando tiro frases hechas
y me siento seguro,
me interrumpo y
abro un libro.
Cuando me pongo
a contar me gustas,
retoco la fotito de perfil,
me acaricio el ego
y postergo el nosotros
en nombre del yo,
me avergüenzo,
y me salvo con un libro.
a contar me gustas,
retoco la fotito de perfil,
me acaricio el ego
y postergo el nosotros
en nombre del yo,
me avergüenzo,
y me salvo con un libro.
Cuando miro con desdén
cruzo de vereda,
cierro con dos llaves,
y me vuelvo un
estúpido que cree que
de verdad algo es mío,
me doy cuenta que es
momento de volver a
abrir un libro.
cruzo de vereda,
cierro con dos llaves,
y me vuelvo un
estúpido que cree que
de verdad algo es mío,
me doy cuenta que es
momento de volver a
abrir un libro.
Contra todo lo que sé,
-Y me respondo-,
contra todo lo cierto.
lo finito,
lo resuelto,
y explicado,
me refugio en universos
que otros crearon.
-Y me respondo-,
contra todo lo cierto.
lo finito,
lo resuelto,
y explicado,
me refugio en universos
que otros crearon.
Pero cuando las dudas vuelven,
un temblor gana mi cuerpo,
y la fragilidad me habita,
me reconozco en lo que ignoro,
entonces me detengo,
y a veces,
escribo.
un temblor gana mi cuerpo,
y la fragilidad me habita,
me reconozco en lo que ignoro,
entonces me detengo,
y a veces,
escribo.
martes, 17 de septiembre de 2019
el camino de papa
Papá duerme. El médico dijo que salió todo bien, pero hay que esperar como despierta después de la anestesia. El post operatorio de este tipo de cirugías suele ser muy doloroso, nos advirtió.
Antes de entrar al quirófano papá me pidió que le guarde el celular y los lentes. Ahora siento que su celular no para de vibrar en mi bolsillo. Lo saco y lo pongo en modo vibrar para no despertarlo. Tiene más de ochenta mensajes de whatsapp. Sin darme cuenta empiezo a chusmearlo. Hay por lo menos veinte grupos distintos y algunos nombres que me suenan conocidos preguntado como está. Si, estoy stalkeando el celular de mi papá. Cuando me doy cuenta de esto, lo vuelvo a guardar en el bolsillo y me pongo a leer una nota a Fontanarrosa desde mi celular. Me queda una frase cuando le preguntan que deseaba para sus hijos: "Que los amigos sonrían cuando lo ven llegar".
Papá se despierta y me dice que tiene sed. Le alcanzo un vaso con agua y lo primero que pregunta es como salió Argentina al basquet. Le digo que ganamos, y se vuelve a dormir . Yo estoy sentado en una silla al lado de su cama e intento dormitar también. Me desperté a las cuatro de la mañana para tomar el avión de Buenos Aires a Neuquén y llegar justo a la operación. No logro dormir. El celular de papá sigue vibrando en mi bolsillo y me pregunto cuantos mensajes tendrá ya. Una enfermera entra haciendo ruido con una camilla y papá se vuelve a despertar. Se siente mejor, dice. Ya paso el efecto de la anestesia. Me pide los lentes y el celular. Lo ayudo a desbloquear el celular porque tiene la mano derecha inmovilizada -lo operaron del hombro y le cuesta maniobrar con la zurda. Empieza a revisar los mensajes. Se le escapan los audios en alta voz. Muchos amigos preguntándole cómo está. La mayoría le hace algún chiste, bromean sobre cómo hará para limpiarse el culo, si le operaron también los bolsillos, y varios chistes sobre enfermeras. Yo me río. Papá también. Me pide que lo ayude a seguir leyendo todos los mensajes. Son más de cien. Todos, llenos de preocupación, afecto y humor. La sintesis perfecta de papá.
Llega mi hermana para hacer el cambio de guardia y me voy a descansar un rato a lo de mi mamá, pero no logro dormir. Vuelvo a la clínica. Están mis hermanos y la novia de papá. Charlamos, papá hace chistes con la enfermera de cuando le traerán un bife de chorizo con un vaso de vino con soda. Las enfermeras se ríen. Después papá pregunta por quinta vez cuando vendrá el médico a darle el alta. Le responden que el doctor sigue operando. Le traen la cena: zapallo con queso, arroz con verduras y una sopa de cabellos de ángel que papá dice esta intomable. Está fastidioso. Se quiere ir. Con mi hermana y mis hermanos nos miramos rogando que el médico aparezca. Papá apenas come una galletita cuando el doctor aparece. Se puede ir a su casa siguiendo indicaciones de tratamiento y medicación. Papá hace otro chiste sobre el vino con soda. Lo dejamos en la casa de la novia para que haga reposo. Estoy muerto de sueño.
Antes de irme a dormir paso por el bar de Pepe a saludar. El bar está lleno de gente. Cuando me fui a vivir a Buenos Aires, el bar de Pepe era un restaurant. Ahora es el punto de encuentro de la mayoría de los amigos y amigas de Cipolletti. Bridnamos con Pepe por papá, por su bar que no para de crecer y porque yo firmé contrato con una editorial para publicar un par de libros. Van cayendo un par de amigos más. Pese al cansancio siempre acepto una cerveza más. Un abrazo más. A la una de la mañana me tomo un taxi a casa.
Antes de dormirme pienso en los mensajes y el amor que hoy recibió papá. Pienso en Pepe y en los amigos que hoy me saludaron en su bar. Me doy cuenta que una sonrisa se dibujaba en su rostro cuando me descubrían en su bar.
Pienso en la frase de Fontanarrosa y pienso en papá. Me dan ganas de llorar. Siento un pequeño orgullo por haber haber escuchado a tiempo los mensajes de papá.
Mabel
Cada vez que me dicen
feliz día,
pienso:
¡Que lástima que no conocieron
a Mabel!
Con sus pasitos cortos,
con su portafolio repleto de libros
y experiencias,
Mabel llegaba al aula y era
como ver la marea subir.
Sí, las clases de Mabel
nos volvían niños mirando el mar.
Mientras ella hablaba,
hacía un chiste,
y pedía un mate,
uno sentía que sus palabras
eran olas empapandonos
el rostro.
Y no importaba si era Freud,
salud pública,
o Dolto.
Mabel era contenido,
-detención-
y continente.
Con Mabel las clases no se daban,
las clases se construían.
Años más tarde,
por esas carambolas de la vida,
Mabel me ofreció sentarme a su lado,
compartirme un pedacito de su mar.
Y ese inmenso gesto,
significó mi destino docente.
Por eso, cuando hoy
me dicen feliz día,
o alguien comete el equívoco
de agradecerme una clase,
pienso en ella.
En la fortuna de haberme
bañado en el profundo océano
de ternura
llamado Mabel.
feliz día,
pienso:
¡Que lástima que no conocieron
a Mabel!
Con sus pasitos cortos,
con su portafolio repleto de libros
y experiencias,
Mabel llegaba al aula y era
como ver la marea subir.
Sí, las clases de Mabel
nos volvían niños mirando el mar.
Mientras ella hablaba,
hacía un chiste,
y pedía un mate,
uno sentía que sus palabras
eran olas empapandonos
el rostro.
Y no importaba si era Freud,
salud pública,
o Dolto.
Mabel era contenido,
-detención-
y continente.
Con Mabel las clases no se daban,
las clases se construían.
Años más tarde,
por esas carambolas de la vida,
Mabel me ofreció sentarme a su lado,
compartirme un pedacito de su mar.
Y ese inmenso gesto,
significó mi destino docente.
Por eso, cuando hoy
me dicen feliz día,
o alguien comete el equívoco
de agradecerme una clase,
pienso en ella.
En la fortuna de haberme
bañado en el profundo océano
de ternura
llamado Mabel.
Del otro lado
El lunes amanecimos con cuatro
pibas muertas.
Como si habláramos del clima,
de un índice de precios,
de una mala cosecha,
cuatro pibas muertas encontraron.
A Cielo la encontraron,
también a Navila,
a Maria Magdalena,
y recién leo que a Cecilia
tam - bién muerta la encontraron.
En la tele hablan
que andaban solas,
que usaban pollerita,
o el escote pronunciado.
¿Querrán decir que ellas se
la buscaron?
Es curiosa la forma de nombrar la muerte
cuando no es el cuerpo de un hombre,
el sutil modo en significar el espanto.
Ya sabemos,
lo aprendemos de chiquitos
y lo confirmamos a diario.
Su cuerpo,
su sexo,
sus sueños,
y sus miedos,
son territorio macho.
Será por eso que
todos los días las matamos,
y nos enojamos con las feministas
cuando hablan de patriarcado.
Mi sobrina dijo ayer
que tenía miedo de que
algun dia le pase algo.
Yo hice silencio
y sentí vergüenza.
No supe decirle que
era un miedo para mi
ignorado.
Tengo el privilegio
de estar del otro lado.
pibas muertas.
Como si habláramos del clima,
de un índice de precios,
de una mala cosecha,
cuatro pibas muertas encontraron.
A Cielo la encontraron,
también a Navila,
a Maria Magdalena,
y recién leo que a Cecilia
tam - bién muerta la encontraron.
En la tele hablan
que andaban solas,
que usaban pollerita,
o el escote pronunciado.
¿Querrán decir que ellas se
la buscaron?
Es curiosa la forma de nombrar la muerte
cuando no es el cuerpo de un hombre,
el sutil modo en significar el espanto.
Ya sabemos,
lo aprendemos de chiquitos
y lo confirmamos a diario.
Su cuerpo,
su sexo,
sus sueños,
y sus miedos,
son territorio macho.
Será por eso que
todos los días las matamos,
y nos enojamos con las feministas
cuando hablan de patriarcado.
Mi sobrina dijo ayer
que tenía miedo de que
algun dia le pase algo.
Yo hice silencio
y sentí vergüenza.
No supe decirle que
era un miedo para mi
ignorado.
Tengo el privilegio
de estar del otro lado.
jueves, 29 de agosto de 2019
Arte
La adultez llega cuando uno aprendió a fingir con precisión. Se trata de ir ocultando el niño que fuimos, ir matando de a poco nuestra infancia. Por eso empezamos a fumar, tosemos, nos pica la garganta y volvemos a intentar. Por eso dejamos la leche chocolatada, la gaseosa y nos pasamos a la cerveza, al vino o a la petaca de café al coñac y por eso también, dejamos de llorar en público. Tenemos que ser adultos, y la adolescencia es el medio para completar ese doloroso proceso de ficción. Se trata dejar atrás la frágil verdad que éramos para convertirnos en la sólida mentira que seremos hasta el final. El ejercicio normalizador de peyorizar las emociones en nombre de la razón.
Quizás el arte sea -en todas sus formas- un puente hacia esa infancia perdida. La forma que encontramos para resistir la adultocracia.
Por eso el poder le teme.
El arte es el arma más poderosa para no dejarnos domesticar.
Quizás el arte sea -en todas sus formas- un puente hacia esa infancia perdida. La forma que encontramos para resistir la adultocracia.
Por eso el poder le teme.
El arte es el arma más poderosa para no dejarnos domesticar.
miércoles, 28 de agosto de 2019
consejo
Yo, lo que haría en tu lugar...
me dijo.
Vi al mundo empalidecer
y a los pájaros huir
a tiempo.
Tenés que madurar
insistió,
y el mar hizo silencio
mientras mi boca gemía de sed.
La verdad es...
dijo después
y a esa altura,
el perro escondía su cola
y una sombra lo envolvía
todo.
¿Entendés lo que
te quiero decir?
finalizó
y yo pensé en una sábana
que me devolviera a mi infancia.
Un último consejo, agregó
y yo,
apunto de ser asfixiado,
empecé a correr.
me dijo.
Vi al mundo empalidecer
y a los pájaros huir
a tiempo.
Tenés que madurar
insistió,
y el mar hizo silencio
mientras mi boca gemía de sed.
La verdad es...
dijo después
y a esa altura,
el perro escondía su cola
y una sombra lo envolvía
todo.
¿Entendés lo que
te quiero decir?
finalizó
y yo pensé en una sábana
que me devolviera a mi infancia.
Un último consejo, agregó
y yo,
apunto de ser asfixiado,
empecé a correr.
viernes, 16 de agosto de 2019
Algoritmo
Quizás fue la mirada
obscenamente puesta
afuera,
y el olvido de mirar
para adentro.
Quizás fue su universo de
de significantes vacíos:
si se puede,
futuro,
mercado,
primer mundo,
yo,
y el imperdonable olvido
de palabras cómo:
infancia,
presente,
techo,
fragilidad,
nosotros.
Quizás se obstinaron en
hacer de lo privado una patria,
y de lo público un adversario.
Quizás se convencieron
de que la política es
un mérito individual,
y olvidaron que lo político
debería ser siempre
una experiencia plural.
O quizás sea que no fue olvido
sino voluntad,
y creyeron,
de verdad creyeron,
(y eso es acaso lo monstruoso),
que el otro es sólo un algoritmo
y no un rostro al cual alojar.
obscenamente puesta
afuera,
y el olvido de mirar
para adentro.
Quizás fue su universo de
de significantes vacíos:
si se puede,
futuro,
mercado,
primer mundo,
yo,
y el imperdonable olvido
de palabras cómo:
infancia,
presente,
techo,
fragilidad,
nosotros.
Quizás se obstinaron en
hacer de lo privado una patria,
y de lo público un adversario.
Quizás se convencieron
de que la política es
un mérito individual,
y olvidaron que lo político
debería ser siempre
una experiencia plural.
O quizás sea que no fue olvido
sino voluntad,
y creyeron,
de verdad creyeron,
(y eso es acaso lo monstruoso),
que el otro es sólo un algoritmo
y no un rostro al cual alojar.
viernes, 26 de julio de 2019
suicidas
A veces,
cada tanto,
el mundo es un boxeador furioso,
nuestras brazos se agotan,
las defensas ceden,
y tiramos la toalla.
A veces,
cada tanto,
como suicidas,
tomamos decisiones absolutas
para problemas relativos.
No es la voluntad perezosa,
ni el deseo huérfano,
ni el cuerpo débil,
simplemente no podemos.
Y esta bien esa pequeña muerte,
esa urgencia de hacer de la frazada
una piel,
nuestro derecho a la impotencia.
Es que abruma el mandato del tu puedes,
agota maquillar siempre la tristeza,
y es violencia la obligación de ser feliz,
a veces,
cada tanto,
es necesario decir que no.
Sin culpa,
sin autoflagelos,
sin explicaciones,
Simplemente no,
Hoy no.
cada tanto,
el mundo es un boxeador furioso,
nuestras brazos se agotan,
las defensas ceden,
y tiramos la toalla.
A veces,
cada tanto,
como suicidas,
tomamos decisiones absolutas
para problemas relativos.
No es la voluntad perezosa,
ni el deseo huérfano,
ni el cuerpo débil,
simplemente no podemos.
Y esta bien esa pequeña muerte,
esa urgencia de hacer de la frazada
una piel,
nuestro derecho a la impotencia.
Es que abruma el mandato del tu puedes,
agota maquillar siempre la tristeza,
y es violencia la obligación de ser feliz,
a veces,
cada tanto,
es necesario decir que no.
Sin culpa,
sin autoflagelos,
sin explicaciones,
Simplemente no,
Hoy no.
sábado, 20 de julio de 2019
Amigos
Lo diré así: Los amigos no se eligen.
Terminemos con este absurdo. Los amigos no son las fruta de un cajón, el vino de una góndola ni una carrera para estudiar. No hay elección en la amistad, por suerte.
Si de mi voluntad dependiera, si los amigos se eligieran, no tengo dudas de que los tendría peores, menos lúdicos, menos profundos, menos idiotas.
Quiero decir, los amigos irrumpen. Justo ahí, cuando no hay posibilidad de decisión, cuando la soledad se hace insoportable y un cuerpo extraño, ajeno, se ofrece.
Los amigos son acontecimientos.
Rupturas con nuestra forma de saber la vida. La oportunidad de ser distintos, de ampliar nuestra percepción del mundo. La amistad es tal vez un espacio nuevo que se ofrece para ser infinitos.
Yo no elegí la escuela, ni el barrio donde la amistad se construyó inmortal. Tampoco elegí que mi adolescencia coincidiera con esos rostros que me salvaron del infierno a base de estupideces, amor, desilusión y cervezas. No elegí al hermano de un amigo que emergió para hacer más leve nuestras soledades, ni al tipo que me cebo un mate en mi primer día de trabajo y se volvió trinchera, ni al primo de una novia que me alojó como una tierra.
No, la amistad no se elige y no será jamás un sustantivo. La amistad es, todo caso, un verbo.
Un otro que se hace carne y sólo después tenemos la posibilidad de elegir el tiempo que nos regalemos junto a ellos. La contingencia que nos empuja a salirnos de la propia quietud. La otredad que nos multiplica, nos ensancha y nos hace mejores de lo que somos.
Si, los amigos no se eligen. Los amigos acontecen.
Los amigos son acaso, la forma que encontró la vida para salvarnos de nosotros mismos.
Terminemos con este absurdo. Los amigos no son las fruta de un cajón, el vino de una góndola ni una carrera para estudiar. No hay elección en la amistad, por suerte.
Si de mi voluntad dependiera, si los amigos se eligieran, no tengo dudas de que los tendría peores, menos lúdicos, menos profundos, menos idiotas.
Quiero decir, los amigos irrumpen. Justo ahí, cuando no hay posibilidad de decisión, cuando la soledad se hace insoportable y un cuerpo extraño, ajeno, se ofrece.
Los amigos son acontecimientos.
Rupturas con nuestra forma de saber la vida. La oportunidad de ser distintos, de ampliar nuestra percepción del mundo. La amistad es tal vez un espacio nuevo que se ofrece para ser infinitos.
Yo no elegí la escuela, ni el barrio donde la amistad se construyó inmortal. Tampoco elegí que mi adolescencia coincidiera con esos rostros que me salvaron del infierno a base de estupideces, amor, desilusión y cervezas. No elegí al hermano de un amigo que emergió para hacer más leve nuestras soledades, ni al tipo que me cebo un mate en mi primer día de trabajo y se volvió trinchera, ni al primo de una novia que me alojó como una tierra.
No, la amistad no se elige y no será jamás un sustantivo. La amistad es, todo caso, un verbo.
Un otro que se hace carne y sólo después tenemos la posibilidad de elegir el tiempo que nos regalemos junto a ellos. La contingencia que nos empuja a salirnos de la propia quietud. La otredad que nos multiplica, nos ensancha y nos hace mejores de lo que somos.
Si, los amigos no se eligen. Los amigos acontecen.
Los amigos son acaso, la forma que encontró la vida para salvarnos de nosotros mismos.
lunes, 15 de julio de 2019
Rutina
A veces hago un ejercicio
en silencio.
Una suerte de juego bobo.
Te miro desde afuera
como si no te conociera.
Entonces extrañado,
me escindo y pienso:
Cómo me gustaría estar
con alguien como vos.
Me pasa seguido,
cuando jugás con las gatas,
fruncís el ceño preocupada,
Supongo que es mi modo
de defenderme de la
anestesia diaria,
un modo ingenuo de resistir
a la rutina cotidiana.
.
Y cuando me descubrís,
me mirás interrogativa,
entonces yo,
idiota,
sin pronunciar palabra
termino con mi juego.
Es que no sé cómo
traducir la bruma
en ese instante,
la calma que me invade
al saber que,
en lo irreversible del tiempo,
en lo pequeño de la vida,
vos te detengas a construir
tu mundo junto al mío.
en silencio.
Una suerte de juego bobo.
Te miro desde afuera
como si no te conociera.
Entonces extrañado,
me escindo y pienso:
Cómo me gustaría estar
con alguien como vos.
Me pasa seguido,
cuando jugás con las gatas,
fruncís el ceño preocupada,
lees un libro tirada en la cama,
o te cambias delante mío.Supongo que es mi modo
de defenderme de la
anestesia diaria,
un modo ingenuo de resistir
a la rutina cotidiana.
.
Y cuando me descubrís,
me mirás interrogativa,
entonces yo,
idiota,
sin pronunciar palabra
termino con mi juego.
Es que no sé cómo
traducir la bruma
en ese instante,
la calma que me invade
al saber que,
en lo irreversible del tiempo,
en lo pequeño de la vida,
vos te detengas a construir
tu mundo junto al mío.
domingo, 30 de junio de 2019
Universo
Me pediste un tiempo,
a mi se me cerró el pecho,
y agaché la cabeza
sin saber qué me pedías.
Claro, por entonces
yo no sabía que el tiempo
y el espacio eran una sola cosa,
y que lo que en verdad
necesitabas era una galaxia
sin mi nombre.
Me pediste un tiempo
e inaguraste una lista infinita
de esperas,
el ejercicio de contar las horas,
la arquitectura de lo que ya no será.
Me pediste un tiempo,
unos días para ver que te pasaba,
y asentí sin saber que
un dia eran ochenta y seis mil segundos,
y que cada uno de ellos
podía ser una insoportable eternidad.
Yo ignoraba la relatividad del cosmos,
lo perpetuo de ciertas tristezas,
lo fugaces que pueden ser las alegrías,
las intermitencias del deseo,
y lo vulnerable que nos vuelve amar.
Me pediste un tiempo,
a mi se me cerró el pecho,
agaché la cabeza,
pero entonces yo no sabía
que las estrellas también explotan
cuando se quedan sin aire,
que a la vía láctea la habitan mil soles,
y que somos polvo en infinita expansión.
Me pediste un tiempo,
y en ese momento desconocía,
que en el futuro de mi universo,
en lo efímero de mis días,
el tiempo nunca no se pide,
el tiempo siempre se da.
a mi se me cerró el pecho,
y agaché la cabeza
sin saber qué me pedías.
Claro, por entonces
yo no sabía que el tiempo
y el espacio eran una sola cosa,
y que lo que en verdad
necesitabas era una galaxia
sin mi nombre.
Me pediste un tiempo
e inaguraste una lista infinita
de esperas,
el ejercicio de contar las horas,
la arquitectura de lo que ya no será.
Me pediste un tiempo,
unos días para ver que te pasaba,
y asentí sin saber que
un dia eran ochenta y seis mil segundos,
y que cada uno de ellos
podía ser una insoportable eternidad.
Yo ignoraba la relatividad del cosmos,
lo perpetuo de ciertas tristezas,
lo fugaces que pueden ser las alegrías,
las intermitencias del deseo,
y lo vulnerable que nos vuelve amar.
Me pediste un tiempo,
a mi se me cerró el pecho,
agaché la cabeza,
pero entonces yo no sabía
que las estrellas también explotan
cuando se quedan sin aire,
que a la vía láctea la habitan mil soles,
y que somos polvo en infinita expansión.
Me pediste un tiempo,
y en ese momento desconocía,
que en el futuro de mi universo,
en lo efímero de mis días,
el tiempo nunca no se pide,
el tiempo siempre se da.
viernes, 14 de junio de 2019
Deseo
Tarda en oírse.
Incluso quizás algunos,
nunca lo escuchen.
Y no debería sorprendernos
esta demora,
esta imposibilidad.
Es que es difícil
escucharse entre tanto ruido.
Es un trabajo engorroso,
esquivo,
frustrante.
Pero a veces,
después de
mucho tiempo,
asoma.
Debajo de tanta basura mediática,
de tanto mandato,
religión
y goce inútil,
debajo de todo eso
que el mundo posterga,
aparece,
latente como un grito,
el deseo propio.
Como una brújula
que siempre tuvimos
y nunca vimos,
un horizonte oculto
tras la niebla de los días,
el deseo irrumpe
y explota.
Y claro que lo propio
es siempre sostenido por los otros,
que para escuchar nuestro pulso,
antes debimos escuchar el pulso ajeno.
Pero cuando el deseo irrumpe
no retrocede,
y todo lo pretérito aburre,
hastía,
cansa,
y ese saber
hasta hace poco
no sabido,
ahora rige nuestras horas.
Se torna imposible ignorarlo,
late brutalmente,
disipa la bruma,
señala la huella,
y empezamos otro andar.
Con nuestras torpezas a cuestas,
con un cúmulo de dudas,
pero con la potencia de
saber que al fin caminamos,
hasta dónde el deseo nos lleve.
Incluso quizás algunos,
nunca lo escuchen.
Y no debería sorprendernos
esta demora,
esta imposibilidad.
Es que es difícil
escucharse entre tanto ruido.
Es un trabajo engorroso,
esquivo,
frustrante.
Pero a veces,
después de
mucho tiempo,
asoma.
Debajo de tanta basura mediática,
de tanto mandato,
religión
y goce inútil,
debajo de todo eso
que el mundo posterga,
aparece,
latente como un grito,
el deseo propio.
Como una brújula
que siempre tuvimos
y nunca vimos,
un horizonte oculto
tras la niebla de los días,
el deseo irrumpe
y explota.
Y claro que lo propio
es siempre sostenido por los otros,
que para escuchar nuestro pulso,
antes debimos escuchar el pulso ajeno.
Pero cuando el deseo irrumpe
no retrocede,
y todo lo pretérito aburre,
hastía,
cansa,
y ese saber
hasta hace poco
no sabido,
ahora rige nuestras horas.
Se torna imposible ignorarlo,
late brutalmente,
disipa la bruma,
señala la huella,
y empezamos otro andar.
Con nuestras torpezas a cuestas,
con un cúmulo de dudas,
pero con la potencia de
saber que al fin caminamos,
hasta dónde el deseo nos lleve.
miércoles, 5 de junio de 2019
Cama bote
A mí lo que me salva
son esos primeros cinco minutos.
Ahí cuando todavía
en nuestra cama bote
el ruido del mundo no nos alcanza.
Ahí,
entre lagañas,
bostezos,
y pereza
nuestras piernas
insisten,
se buscan y conversan.
Y en esos momentos
previos a la urgencia
de los días,
hay palabras que están prohibidas:
formulario,
eficacia,
normalidad,
moral
y progreso,
son algunas de ellas
Hay otras que
convocamos con
frecuencia:
frazada,
gato,
sosiego,
miel,
quizás,
y torpeza.
Y tal vez,
esos pocos minutos
que son mil de los otros,
esos que estiramos
entre mate amargo,
proximidad
y silencio
son nuestra pequeña
trinchera.
La manera que nuestra
fragilidad encuentra
para protegerse piel adentro,
del aturdimiento
incesante del afuera.
son esos primeros cinco minutos.
Ahí cuando todavía
en nuestra cama bote
el ruido del mundo no nos alcanza.
Ahí,
entre lagañas,
bostezos,
y pereza
nuestras piernas
insisten,
se buscan y conversan.
Y en esos momentos
previos a la urgencia
de los días,
hay palabras que están prohibidas:
formulario,
eficacia,
normalidad,
moral
y progreso,
son algunas de ellas
Hay otras que
convocamos con
frecuencia:
frazada,
gato,
sosiego,
miel,
quizás,
y torpeza.
Y tal vez,
esos pocos minutos
que son mil de los otros,
esos que estiramos
entre mate amargo,
proximidad
y silencio
son nuestra pequeña
trinchera.
La manera que nuestra
fragilidad encuentra
para protegerse piel adentro,
del aturdimiento
incesante del afuera.
jueves, 9 de mayo de 2019
torcido
De chico aprendí a sonreír
a medias.
Por aquello de
mis dientes torcidos
y la ortodoncia
que no se podía pagar en casa.
Un reflejo,
un mecanismo de defensa
que uno aprende sin saberlo
ante las primeras miradas hostiles,
las primeras burlas,
el primer dolor.
Entonces uno se acostumbra
a esconder sus vergüenzas,
y aprende a salir en las fotos con la sonrisa escondida.
Y aunque algunos hoy insisten
es que ya es tiempo de corregir
este defecto,
hay en mí una suerte de estúpido orgullo
que se resiste.
Es que supongo que en un mundo
que hace de la simetría un mandato,
de la estética una moral,
y de las diferencias una cacería,
tener los dientes torcidos es una
pequeña singularidad,
esa que todos tenemos.
Nada comparado con los que
otros sufren.
Los torcidos de infancia,
privados de ternura,
burlados por su peso,
o perseguidos por su deseo,
su sexo
o su piel.
Por eso ya no me esfuerzo en fingir la foto,
en esconder la sonrisa,
porque creo que
al final de cuentas
nuestras vergüenzas
no son tan nuestras.
Quiero decir,
quizás haya que subvertir
la violencia de ciertas miradas,
reconciliarse con
nuestras genuinas monstruosidades,
para prescindir de una normalidad que no existe,
y defender las vidas que se tuercen,
entre torpes sonrisas,
oblicuos rostros,
imperfectas historias
y sencilla profundidad.
a medias.
Por aquello de
mis dientes torcidos
y la ortodoncia
que no se podía pagar en casa.
Un reflejo,
un mecanismo de defensa
que uno aprende sin saberlo
ante las primeras miradas hostiles,
las primeras burlas,
el primer dolor.
Entonces uno se acostumbra
a esconder sus vergüenzas,
y aprende a salir en las fotos con la sonrisa escondida.
Y aunque algunos hoy insisten
es que ya es tiempo de corregir
este defecto,
hay en mí una suerte de estúpido orgullo
que se resiste.
Es que supongo que en un mundo
que hace de la simetría un mandato,
de la estética una moral,
y de las diferencias una cacería,
tener los dientes torcidos es una
pequeña singularidad,
esa que todos tenemos.
Nada comparado con los que
otros sufren.
Los torcidos de infancia,
privados de ternura,
burlados por su peso,
o perseguidos por su deseo,
su sexo
o su piel.
Por eso ya no me esfuerzo en fingir la foto,
en esconder la sonrisa,
porque creo que
al final de cuentas
nuestras vergüenzas
no son tan nuestras.
Quiero decir,
quizás haya que subvertir
la violencia de ciertas miradas,
reconciliarse con
nuestras genuinas monstruosidades,
para prescindir de una normalidad que no existe,
y defender las vidas que se tuercen,
entre torpes sonrisas,
oblicuos rostros,
imperfectas historias
y sencilla profundidad.
lunes, 6 de mayo de 2019
Hermano
Afuera llovía y me
dijiste que querías la verdad.
Yo miré para abajo dudando,
pensé en decirte que
eso era imposible,
que apenas éramos
fragmentos,
letras de un abecedario
incompleto,
pero sabía que a esta altura mi respuesta
poco importaba.
dijiste que querías la verdad.
Yo miré para abajo dudando,
pensé en decirte que
eso era imposible,
que apenas éramos
fragmentos,
letras de un abecedario
incompleto,
pero sabía que a esta altura mi respuesta
poco importaba.
Que era absurdo, insistías,
que cómo puede ser
tanto dolor,
tanta cobarde contradicción,
tan poco registro
del otro en uno.
Y se me vinieron
algunas fotos,
imágenes en blanco
y negro de un tiempo
en el que soñabamos ser
eso que nunca fuimos.
que cómo puede ser
tanto dolor,
tanta cobarde contradicción,
tan poco registro
del otro en uno.
Y se me vinieron
algunas fotos,
imágenes en blanco
y negro de un tiempo
en el que soñabamos ser
eso que nunca fuimos.
Tu voz desgarrada,
tus ojos ahogados,
como buceando vaya a saber dónde,
y entonces yo dije
casi excusándome,
que al carajo con eso de la verdad,
que sólo éramos
este pedacito de tiempo,
esta pequeña pausa
entre tanta miseria,
y te llene el vaso de nuevo,
-mientras la tele de fondo
hablaba del dólar,
de índices y muertos-
y no me salió decirte hermano,
-y no sabés como me arrepiento-
que la verdad debería tener la profundidad de
tus silencios,
y el amor insopoortable de tu mirada.
tus ojos ahogados,
como buceando vaya a saber dónde,
y entonces yo dije
casi excusándome,
que al carajo con eso de la verdad,
que sólo éramos
este pedacito de tiempo,
esta pequeña pausa
entre tanta miseria,
y te llene el vaso de nuevo,
-mientras la tele de fondo
hablaba del dólar,
de índices y muertos-
y no me salió decirte hermano,
-y no sabés como me arrepiento-
que la verdad debería tener la profundidad de
tus silencios,
y el amor insopoortable de tu mirada.
viernes, 3 de mayo de 2019
Ni fu ni fa
Siempre,
nunca,
todo,
nada,
¿no hay demasiada
pretensión en esas palabras?
No son acaso formas
de encerrar lo
que apenas entendemos.
En lugar de siempre,
¿no sería mejor un
a veces ?
A veces duele,
a veces extraño
a veces me equivoco.
¿Y nunca?
¿No es una exageración
caprichosa?
no es mas honesto el
quizás más adelante,
acaso alguna vez?
¿No hay violencia
cada vez que alguien dice
todo?
¿no es abrumador?
¿no les falta el aire?
¿Y si solo era una parte,
un lado,
una ventana?
¿Y si en lugar de nada,
quedara algo?
¿un resto,
una sombra,
o un pedacito de luz?
Si,
ni todo o nada
ni siempre o nunca.
Me quedo con el
a veces,
quizás pueda,
un poco,
alguna vez.
nunca,
todo,
nada,
¿no hay demasiada
pretensión en esas palabras?
No son acaso formas
de encerrar lo
que apenas entendemos.
En lugar de siempre,
¿no sería mejor un
a veces ?
A veces duele,
a veces extraño
a veces me equivoco.
¿Y nunca?
¿No es una exageración
caprichosa?
no es mas honesto el
quizás más adelante,
acaso alguna vez?
¿No hay violencia
cada vez que alguien dice
todo?
¿no es abrumador?
¿no les falta el aire?
¿Y si solo era una parte,
un lado,
una ventana?
¿Y si en lugar de nada,
quedara algo?
¿un resto,
una sombra,
o un pedacito de luz?
Si,
ni todo o nada
ni siempre o nunca.
Me quedo con el
a veces,
quizás pueda,
un poco,
alguna vez.
viernes, 26 de abril de 2019
Indiferencia
No eras vos,
Era yo.
Aunque me enojara
y maldijera,
y te llorara.
Era yo.
Aunque me enojara
y maldijera,
y te llorara.
No,
no eras vos,
ni tus quizás
ni tus tal vez,
ni tus no sé.
El problema era mi
cachorra esperanza.
no eras vos,
ni tus quizás
ni tus tal vez,
ni tus no sé.
El problema era mi
cachorra esperanza.
Aunque viera asomar tus dudas,
Aunque tu silencio era noche,
y tu respuesta demora,
el problema nunca estuvo de tu lado.
El problema era yo,
y mi amor tuerto.
Aunque tu silencio era noche,
y tu respuesta demora,
el problema nunca estuvo de tu lado.
El problema era yo,
y mi amor tuerto.
Por eso te esperé,
Me aferré a invisibles gestos,
y entendí proximidad
cuando vos decías distancia.
Me aferré a invisibles gestos,
y entendí proximidad
cuando vos decías distancia.
Y ahora que ya no espero,
y aprendí que la obstinación
poco tiene que ver con el deseo,
me dan ganas de darte las gracias.
y aprendí que la obstinación
poco tiene que ver con el deseo,
me dan ganas de darte las gracias.
Por tú delicada indiferencia,
por aquel dolor maestro,
por enseñarme sin saberlo
que al amor no se llega;
el amor te alcanza.
por aquel dolor maestro,
por enseñarme sin saberlo
que al amor no se llega;
el amor te alcanza.
lunes, 15 de abril de 2019
Sísifo
Ya no es un peso insoportable,
ya no me siento Sísifo
cargando una roca con tu nombre
en mi espalda,
ya no me duele el tiempo
muerto,
pero algunos de tus gestos
todavía vuelven.
Cuando estoy en el patio en silencio,
o le doy de comer al perro,
o mis pies
se estiran en la cama,
aparecen como fantasmas,
tus restos.
Son pedacitos,
pequeños fragmentos,
astillas de nosotros
que debés en cuando
me sorprenden descalzo,
y muerden las plantas de mis días.
Y aunque ya no peses,
y te diluyas de a poco,
y tus recuerdos
aun sobrevuelen,
de algún modo
me emociona esta forma
de perderte.
Sin tragedias,
ni reproches,
ni eufemismos,
con el sosiego
de saber que el amor que nos contuvo,
hoy nos aleja.
Un amor mucho más
grande que nosotros dos.
ya no me siento Sísifo
cargando una roca con tu nombre
en mi espalda,
ya no me duele el tiempo
muerto,
pero algunos de tus gestos
todavía vuelven.
Cuando estoy en el patio en silencio,
o le doy de comer al perro,
o mis pies
se estiran en la cama,
aparecen como fantasmas,
tus restos.
Son pedacitos,
pequeños fragmentos,
astillas de nosotros
que debés en cuando
me sorprenden descalzo,
y muerden las plantas de mis días.
Y aunque ya no peses,
y te diluyas de a poco,
y tus recuerdos
aun sobrevuelen,
de algún modo
me emociona esta forma
de perderte.
Sin tragedias,
ni reproches,
ni eufemismos,
con el sosiego
de saber que el amor que nos contuvo,
hoy nos aleja.
Un amor mucho más
grande que nosotros dos.
miércoles, 10 de abril de 2019
Ineficencias
Pierdo el tiempo,
lo sé.
Y también sé que puede
molestar este antojo
de andar defendiendo lo inútil.
Esto de entretenerme en el ejercicio
de no hacer nada,
este trastorno de inactividad.
lo sé.
Y también sé que puede
molestar este antojo
de andar defendiendo lo inútil.
Esto de entretenerme en el ejercicio
de no hacer nada,
este trastorno de inactividad.
Es decir,
soy proclive a las siestas con mis gatos,
insisto en tararear siempre las mismas canciones,
releo siete veces un
párrafo hasta encontrarle
su perfecta música,
imagino conversaciones con mis amigos
y me siento con el mate a diario
a mirar el limonero que no crece.
soy proclive a las siestas con mis gatos,
insisto en tararear siempre las mismas canciones,
releo siete veces un
párrafo hasta encontrarle
su perfecta música,
imagino conversaciones con mis amigos
y me siento con el mate a diario
a mirar el limonero que no crece.
Y me pongo a pensar cada cosa entonces:
Cómo hará la niñez
para defender su infancia,
por qué los despertadores
son tan violentos,
a dónde van los trenes
que pasan sólo una vez,
o qué fue primero;
la miseria o los miserables.
Cómo hará la niñez
para defender su infancia,
por qué los despertadores
son tan violentos,
a dónde van los trenes
que pasan sólo una vez,
o qué fue primero;
la miseria o los miserables.
Y como no podré
esquivar los diagnósticos,
-esa manía que tiene
el mundo de enfermarlo todo-
seguiré perdiendo el tiempo,
abrazándome a lo inútil
como de una almohada,
haciendo de la ineficacia un
refugio,
de la pereza un horizonte,
y te seguiré esperando cuando el sol caiga,
para preguntarnos como niños,
si ganarse la vida
es lo mismo que vivir.
esquivar los diagnósticos,
-esa manía que tiene
el mundo de enfermarlo todo-
seguiré perdiendo el tiempo,
abrazándome a lo inútil
como de una almohada,
haciendo de la ineficacia un
refugio,
de la pereza un horizonte,
y te seguiré esperando cuando el sol caiga,
para preguntarnos como niños,
si ganarse la vida
es lo mismo que vivir.
jueves, 4 de abril de 2019
rotos
Yo que hice fui inmortal tantas veces.
Yo que hice el amor, deseé,
sudé y prometí en vano.
Yo que fui eterno
Ahora me pregunto
por dónde. Ni el deseo Ni la palabra Ni la piel explican esta duda ciega, esta pura ignorancia. Yo que fui inmortal y tiré sobras y regalé secretos hoy me vuelvo austero pongo candados miro para abajo solo me abrigo. Yo que amé omnipotente y creí ser para siempre -como una excusa-
y me cuesta el perdón e insisto en tener razón
como si fuera tener algo,
me aferro a la fe
de los míos,
mis lisiados,
mis frustrados,
mis amigos.
Y grito con ellos, ladramos,
como hermanos,
celebrando resacas,
para volver a empezar,
con los huesos rotos,
la risa húmeda,
la memoria temblorosa,
y la infantil esperanza
de ahuyentar la muerte.
por dónde. Ni el deseo Ni la palabra Ni la piel explican esta duda ciega, esta pura ignorancia. Yo que fui inmortal y tiré sobras y regalé secretos hoy me vuelvo austero pongo candados miro para abajo solo me abrigo. Yo que amé omnipotente y creí ser para siempre -como una excusa-
y me cuesta el perdón e insisto en tener razón
como si fuera tener algo,
me aferro a la fe
de los míos,
mis lisiados,
mis frustrados,
mis amigos.
Y grito con ellos, ladramos,
como hermanos,
celebrando resacas,
para volver a empezar,
con los huesos rotos,
la risa húmeda,
la memoria temblorosa,
y la infantil esperanza
de ahuyentar la muerte.
viernes, 29 de marzo de 2019
Torpeza
Suelo equivocarme,
es una constante.
Por escasez o exceso,
no suelo encontrar
el justo medio de tus ganas.
A veces mi pereza lo arruina todo,
y otras veces
-la mayoría-,
lo hace mi ansiedad.
Si no es una palabra demás,
es un silencio demasiado largo,
pero casi nunca llego puntualmente
con mi voz.
Es decir,
me gustaría anticipar con mayor frecuencia
mis gestos a tu deseo.
Estar a la altura de tu búsqueda permanentemente.
Pero no.
Soy torpe.
Me atolondro,
o me demoro.
Aterrizo demasiado temprano,
o me estrello demasiado tarde.
Pero a veces,
muy pocas veces,
doy en el blanco.
Digo la palabra justa,
te agarro la mano a tiempo,
te ofrezco el silencio
que andabas necesitando,
y entonces
me sonreís con todo el cuerpo.
Y ese instante fugaz,
ese pequeño triunfo,
esa certeza de haber dado
en tu centro por un instante,
justifica todas mis torpezas previas,
-todas las que vendrán-
y me devuelve obstinadamente,
a la cotidiana y profunda
tarea de encontrarte.
es una constante.
Por escasez o exceso,
no suelo encontrar
el justo medio de tus ganas.
A veces mi pereza lo arruina todo,
y otras veces
-la mayoría-,
lo hace mi ansiedad.
Si no es una palabra demás,
es un silencio demasiado largo,
pero casi nunca llego puntualmente
con mi voz.
Es decir,
me gustaría anticipar con mayor frecuencia
mis gestos a tu deseo.
Estar a la altura de tu búsqueda permanentemente.
Pero no.
Soy torpe.
Me atolondro,
o me demoro.
Aterrizo demasiado temprano,
o me estrello demasiado tarde.
Pero a veces,
muy pocas veces,
doy en el blanco.
Digo la palabra justa,
te agarro la mano a tiempo,
te ofrezco el silencio
que andabas necesitando,
y entonces
me sonreís con todo el cuerpo.
Y ese instante fugaz,
ese pequeño triunfo,
esa certeza de haber dado
en tu centro por un instante,
justifica todas mis torpezas previas,
-todas las que vendrán-
y me devuelve obstinadamente,
a la cotidiana y profunda
tarea de encontrarte.
martes, 26 de marzo de 2019
Ultima noche
¿Cómo será la última noche?
¿Qué te dirás frente al espejo?
¿Podrás sostenerte la mirada?
¿Cómo justificarás tus días?
¿Habrás estado a la altura de lo que puede
un cuerpo?
¿Habrás amado algo más allá
de tu ego?
¿Te habrás multiplicado
lo suficiente?
¿Serás una aburrida repetición
de ti mismo?
¿Tendrás el coraje de pedir perdón?
¿o te irás con el orgullo virgen,
muerto,
intacto?
¿Sabés el nombre
que susurrarás en tu último aliento?
¿Cuáles serán los rostros del último trago,
de la risa postrera?
¿Y quién te pensará,
dónde llorarás,
quién te besará
la última noche?
¿Qué te dirás frente al espejo?
¿Podrás sostenerte la mirada?
¿Cómo justificarás tus días?
¿Habrás estado a la altura de lo que puede
un cuerpo?
¿Habrás amado algo más allá
de tu ego?
¿Te habrás multiplicado
lo suficiente?
¿Serás una aburrida repetición
de ti mismo?
¿Tendrás el coraje de pedir perdón?
¿o te irás con el orgullo virgen,
muerto,
intacto?
¿Sabés el nombre
que susurrarás en tu último aliento?
¿Cuáles serán los rostros del último trago,
de la risa postrera?
¿Y quién te pensará,
dónde llorarás,
quién te besará
la última noche?
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